¿A quién debe animar el párroco para que se haga diácono?

Autor: Francisco García-Roca en «Religión digital»

En la vida de una parroquia, pocas decisiones pastorales tienen tanta trascendencia silenciosa como la de animar a un hombre a discernir una posible vocación al diaconado permanente. Es el párroco quien, por su conocimiento profundo de la comunidad y de las personas, se encuentra en la posición más idónea para intuir, sugerir y acompañar este camino. Pero una vez asumido que es él quien debe hacerlo, surge la pregunta práctica y decisiva: ¿a quién debe animar? ¿Qué hombres, dentro de la vida parroquial, son aquellos que merecen esa llamada a mirar más allá del servicio habitual y considerar el ministerio diaconal como una forma estable y sacramental de entrega?

El primer criterio es amplio y esperanzador: el párroco debería animar a casi todos los hombres que muestran una fe viva, un compromiso perseverante y una actitud de servicio sincero. No hay que esperar a que alguien “parezca santo” o “tenga perfil de diácono” según criterios humanos. La vocación es un misterio que brota muchas veces donde menos se espera, y el sacerdote debe mirar con ojos de fe, no con cálculo