Contenido
1 “Dame tu mano”
Dame tu mano, Señor;
levántame
para que dirija mi vida
hacia tu horizonte
que viste de luz mi camino.
Despiértame de mis sueños
cómodos, fáciles, huidizos,
y descubra la belleza de la vida,
inserta en mis entrañas,
que clama por brotar
y que tú empujas.
Dame tu mano, Señor,
y dile a mi corazón que viva
2 “Para siempre tu hijo”
No soy digno de ti, Señor,
pero te has empeñado
en abrirme el camino
para penetrar en ti,
y hacer de mi tierra baldía
un espacio para tu amor.
No soy digno, lo sé,
pero soy tu criatura,
soy tu hijo indigno,
pero para siempre tu hijo.
Y tu mirada puesta en mí,
me abre el camino
de mi dignidad regalada
a la que deseo responder.
3 “Mirar hacia arriba”
Me gusta mirar hacia arriba,
mantener la cabeza erguida
con la dignidad del que siente
que hay una fuerza
que le llama y le sostiene.
Una fuerza que no arrastra.
sino que empuja adelante
y empeña toda la vida,
para iluminarla y darle forma.
Mirar hacia arriba,
no a un azul etéreo
pintado sólo de sueños,
sino a un cielo que se forja dentro,
hecho de un amor eterno
que se acoge y se derrama.
4 “Ponerme en tus manos”
Quiero y necesito
ponerme en tus manos,
manos de Padre
que sostienen mi andadura
y me proyectan hacia adelante,
porque quieren que crezca,
que descubra mi fuerza
y mi opción constante de vida.
Manos que acarician y sanan,
manos que sostienen y encauzan,
manos que acogen y serenan,
que estimulan y se hacen don.
Sí, quiero caer en tus manos,
aferrarme a ellas y besarlas,
porque me hacen humano.
5 “Posibilidades abiertas”
Cuántos campos por descubrir
se abren en el ámbito de mi vida.
Cuántas posibilidades abiertas
que me advierten de tantas
riquezas buenas y sorprendentes
que me ofrecen un abanico
de colores de vida que me gestan,
que me quiere ayudar a crecer,
a dejarme sorprender
por ese mundo interior que
pugna por salir y manifestarse en mí.
Campo de mi existencia
que tú me invitas a descubrir
y trabajar en el proyecto de mi ser.
6 “Hay luz y vida”
Me gusta la luz,
poder mirar al horizonte
del mundo y de mi vida,
y sentir profundamente,
más allá de toda certeza,
que la vida se abre,
como el capullo de una flor
que espera su momento.
Y contigo puedo abrir
los ojos de mi existencia
y sentir que hay sentido,
que hay luz y vida
más allá de toda oscuridad,
y que ansío ver desde ahora.
7 “Presencia amorosa”
Cuántas manos tendidas y
cuántos corazones indigentes
me persiguen, insensible,
en el campo de mi existencia.
Y mientras tú tratas de acercarte,
yo acierto más a alejarte,
hasta acallar el grito de tus anhelos,
y hacer casi invisible lo que tú
deseas con ansia hacer visible.
Y en el fondo de mi alma,
que siente el poso gozoso
de tu presencia amorosa,
vas despertando mi deseo
de buscar ser mano tendida
y corazón siempre abierto.
8
“Quiero que seas”
Quiero, Señor, que seas
mi luz y mi fuerza.
Quiero que seas la mano
que abre la puerta
de todas mis esperanzas.
Quiero que sigas siendo
el anhelo que da sentido
a todo el empeño de mi vida.
Quiero, Señor, que seas,
la paz que mantiene serena
la cruz de mi andadura.
Quiero que seas el aire fresco
que me permite respirar
la brisa sanadora de tu amor.
9 “Tu luz”
No quisiera ser sólo luz,
quisiera ser una hoguera
incendiada por tu amor
e irradiar su luz y su calor.
Y tú te sigues empeñando
en prender esa antorcha
de mi vacilante corazón
para hacer de tu luz mi luz.
10 “Esconderme en ti”
Quiero esconderme en ti
para brotar de ti;
quiero adentrarme
en tu grandeza
para descubrir el valor
de lo sencillo y de lo pequeño,
donde todos pueden encontrarse
y mirarse frente a frente.
Quiero esconderme en ti
para convertirme en fuente,
cuya agua se derrama
y se regala para saciar su sed.
11 “No das rodeos”
Tú no das rodeos
ante mis heridas, Señor,
ni huyes al verme roto;
ni siquiera cuando
mi frágil fe se apaga y
mis horizontes se cierran.
Te acercas con el respeto
y la delicadeza de quien ama,
y pones tu mano sobre mí,
serenas mi corazón
y lo sanas.
12 “Apoyado en ti”
Abrir los ojos para ver e
impedir que el corazón
se endurezca y se seque.
Mirar a mi alrededor
para poner mi mano
y regalar mi tiempo.
Ser un foco de esperanza
que apoyado en ti
reduzca el poder de las sombras
y vislumbre un amanecer.
Soñar sueños de vida
que despierten cada mañana
la fuerza buena de mi ser.
13 “Tu luz”
No quiero vivir sentado,
ni cegado ni paralizado,
quiero correr aunque no vea,
o mis piernas no respondan.
Quiero que mi corazón siga vivo
descubriendo tu paso en mi vida,
sintiendo que tu luz
no puede apagarla nadie,
y que tu esperanza es camino
que nada ni nadie puede cerrar.
Quiero vivir de pie, levantado,
con la mirada elevada,
con mi corazón erguido,
hecho de amor humano y divino.
14 “Llamando a la vida”
No hay buen aroma, Señor,
huele demasiado a dolor,
a demasiado dolor innecesario.
Sigue habiendo cruces,
demasiadas cruces
que no hablan de amor,
sino sólo de muerte.
Pero tu fragancia sigue viva,
y tu amor resuena
como el eco de una trompeta
que sigue llamando a la vida,
incansable, firme, fiel,
como de quien sabe seguro
que ha ganado ya la batalla,
aunque quede todavía
lucha, tarea y camino.
15 “Siempre amando”
Que grandeza
y que pequeñez,
poderte llamar a ti, Dios,
Padre.
Padre del cielo
y de mi corazón,
de mis entrañas
y de mis ansias.
Padre que me abrazas
y que me lanzas
al camino de la vida,
sabiendo que estás,
siempre estás,
en mi risa y en mi llanto,
en tu palabra y tu silencio;
Padre mío y de todos,
creando lazos,
rompiendo nudos,
saltando muros,
tendiendo brazos,
amando,
siempre amando.
16 “Tu sonrisa”
Tal vez no me guste la imagen
pero me reconozco oveja díscola,
o más bien oveja ingenua
que cree que cualquier pasto vale,
y que los lobos se han extinguido.
Y hay pastos venenosos y envenenados,
y lobos disfrazados con piel de oveja,
y parajes bellos de arenas movedizas.
Y tú ya ni me lo adviertes
porque ya no distingo palabras.
Por eso vienes, vienes en mi busca,
oveja ingenua,
y al verme sólo dibujas tu sonrisa,
y al fin descubro, torpe de mí,
que nunca he estado solo,
que tú andas siempre tras de mí..
17 “Deseos renovados”
Nacen deseos renovados,
anhelos dormidos o truncados
que quieren despertar
y palpar la belleza del bien,
de lo noble del corazón humano
y no lo podemos ahogar.
Tú lates en nuestro interior,
tus ansias de vida
están clavadas en mis entrañas,
y aunque mi torpeza las frene,
quieren salir y tomar forma.
Sí, nacen deseos renovados,
que no quiero apagar,
que quiero que despierten
y aceleren los pasos de mis gestos,
los latidos humanos de mi corazón.
18 “Fuerza de luz”
Ascender, sí
pero ascender hacia dentro,
hacia el centro de mí,
porque hay un centro
y hay una periferia
que me saca negativamente de mí
hasta hacerme un desconocido.
Y busco reconocerme,
descubrir mi verdadera raíz,
sentir que estoy hecho para crecer,
hasta para volar, sí,
para volar en mis anhelos
y descubrir ese horizonte
que me hace sentir inacabado,
tarea constante
en medio de retos que me alzan.
Y ahí, tú, a mi lado, asciendes,
me asciendes,
me levantas, me dignificas, me despiertas,
y quiero pregonarlo,
porque en medio de las oscuridades,
hay fuerza de luz que me salva.
19 “Me elevas”
Y me elevas, Señor,
no, no me hundes,
eso es nuestro,
tú nos elevas,
nos invitas a mirar
hacia arriba,
donde el horizonte
se hace eternidad de vida,
meta de esperanza,
culminación de un sueño
que me habla de amor,
al que me invitas,
al que me llamas,
en el que me introduces,
con el que me elevas
y me salvas.
20 “Amor sin límites”
No has querido darnos
solamente palabras,
y has tomado un cuerpo
para hacerte don,
para volcarte y desbordarte,
hasta romperte,
hasta vaciarte
en tu última gota de vida.
Cuerpo y sangre,
roto y derramada;
amor sin límites
de un Dios incomprendido
pero que sigue amando
y salvando.
Alianza y realidad,
promesa eterna de vida.
21 “Estás, Señor”
Estás, Señor,
me basta abrir los ojos,
limpios y transparentes,
humanos y sensibles,
capaces de descubrir
la belleza y el dolor,
la desesperanza y la ilusión.
Me basta abrir los ojos
a tantos gestos de amor
que pasan desapercibidos,
y sostienen nuestra historia,
en el silencio de cada día;
como esa música callada
que pone la melodía cósmica
de una existencia
que no has creado vacía
y despierta en mi interior
cada mañana de mi vida.
22 “Hacen falta corderos”
Sobran lobos, Señor,
hacen falta corderos,
pero no fuera, sino
en mi propio corazón.
Sobra la agresividad
del que se siente vacío
y no le queda más que eso,
el dolor desbordado de su nada;
y nos falta paz.
La paz que tapamos
con nuestros miedos
y con nuestros engaños.
La paz que sembrada en mí
sigue pujando por salir.
23 “Vienes”
Vienes por caminos insospechados
derrumbando mis cálculos
y levantando nuevos anhelos.
Te adentras en mi historia concreta,
en toda la realidad de mi barro,
y en todos mis sueños de esperanza.
Vienes y me sorprendes,
vienes y enciendes en mí
un rayo desbordante de luz,
que cambia la dirección de mi vida.
24 “Romper nudos”
Vienes a romper barreras,
a pintar de luz
nuestros perfiles oscuros,
y a romper nudos,
¡tantos nudos! y tan nuestros,
que nos sentimos cómodos
aunque nos impidan volar.
Nos acostumbramos a pensar
que no podemos, que es cosa
de pájaros o de ángeles,
pero también es de hombres;
de hombres que han descubierto
que su horizonte no tiene límites,
y que tú haces posible
que eleve su mirada,
y vuele su mente y su corazón.
25 “Ayer, hoy y siempre”
En el momento oportuno,
en cada momento,
ayer, hoy y siempre,
vienes y sigues viniendo.
Delante, a mi lado
y detrás de mí.
Abriendo camino,
acompañando y empujando.
Eres vida que me precede
y que me envuelve.
Y así vienes y estás,
estás y vienes;
ayer, hoy y siempre.
26 “Que se haga”
Cuantos síes rotos,
cuantas palabras
dejadas atrás,
manchadas y olvidadas;
cuántas promesas retomadas
y de nuevo frustradas
en los fondos de mi inconsciencia.
Pero tú repites tu llamada,
golpeas incansable mi puerta,
esperas pacientemente
hasta responderte que se haga,
“que se haga según tu palabra”
27 Proclama mi alma”
Proclama mi alma
tu grandeza y tu pequeñez;
proclama el gozo de saber
tu empeño para llegar
hasta ese espacio
que se abre y cierra en mí,
porque guarda miedos,
no de ti sino de mí mismo,
aunque lo llame con otro nombre
o ni siquiera quiera llamarlo.
Proclama mi alma tu grandeza
que abre mi esperanza
y humaniza mi corazón.
28 “Poner mi corazón”
Quiero poner mi corazón,
este corazón que fácilmente,
sin saber muy bien por qué,
se cierra y se endurece.
Quiero poner mi corazón
y exponerlo al calor del tuyo,
para que rompa su hielo,
para que aprenda a llorar
y descubra la fuerza de la ternura.
Quiero poner mi corazón
para que aprenda a amar,
hasta que se rompa, como el tuyo.
29 “Ven, Señor, y quédate”
Ven, Señor,
calienta este corazón
que se va quedando frío.
Ilumina mis sombras,
aunque a veces las prefiera
o inconsciente de mí las genere.
Ven, Señor,
envuelto en tu ternura
de humanidad que ansiamos,
y que al mismo tiempo rechazamos
en esa especie de locura que nos ciega.
Ven, Señor,
con tu llanto y tu sonrisa,
con tu silencio y tu palabra de vida,
con tu luz y con tu cruz que es la mía.
Ven, Señor y quédate,
empujando mi duda y mi esperanza.
30 “Nueva llama”
Me interpelan tus palabras,
pero me consuelan, Señor.
Despiertan en mí esperanza,
la capacidad de creer que
es posible que algo cambie
que el corazón se humanice,
que se haga luz en la incertidumbre
y que emerja la claridad
en medio de tantas nieblas
que por dentro y fuera me sacuden.
Me consuelan tus palabras,
arrancan una sonrisa a mis labios
y una nueva llama renace en mi interior.
31 “Hay esperanza”
Hay vida,
hay vida hasta el final,
y hay esperanza.
Esperanza de lo bueno,
esperanza de sentido
en medio del sinsentido.
Esperanza en el corazón humano
que, tocado por el tuyo,
puede dar un vuelco
en cualquier momento
y despertar de su letargo.
Hay vida porque hay esperanza
y la esperanza siembra vida.
32 “En ti siempre”
Cada día que muere
da paso a un nuevo día
que renace esperanzado,
aún en medio del dolor.
Cada año que se va
nos abre a uno nuevo
que deseamos mejor,
aunque pisemos el duro
suelo de la realidad incierta.
Cada hora, cada minuto,
es un espacio para ser vivido,
con los ojos y el corazón abiertos,
como si fuesen los primeros
o quién sabe si los últimos,
y por ello con el gozo de la vida
que puede ser dada y acogida,
que puede ganarse o perderse,
en ti siempre renovada y revivida.
33 “Hombre entero”
Cómo no volver
la mirada a ti,
si en ti encuentro
la luz que necesito,
la fuerza que me empuja,
la dignidad que anhelo,
el hombre entero
que nadie puede partir
a pesar de tanto empeño.
Y así, al mirarte, me veo
desbordado de mí mismo,
tarea de mi historia convertida
que construye paso a paso,
pero plenamente decidido,
toda mi persona.
34 “Resonar tu nombre”
Comenzar de nuevo, sí,
con la ilusión del primer día,
con la esperanza de que
todo es posible desde ti.
Dejar resonar el eco
de una buena noticia,
y en medio de tantas sombras,
de tantas incertidumbres,
descubrir un horizonte abierto.
Dejar resonar tu nombre
que me huele a aire fresco,
al perfume de la vida
que todavía entiende
lo que significa amar.
35 “Se multiplica”
Te has partido, Señor,
te has roto cada día,
roturas de amor
que han generado
esperanzas,
anhelos nuevos de vida.
Y sigues dándote y partiéndote,
porque el partir no agota,
el partir multiplica,
renueva y fecunda.
Y tiendes tu mano
para tender la mía;
y te das para que me dé,
y me levantas
y me despiertas;
me empobreces
y me enriqueces;
fuerza de vida
que no se acaba
y se multiplica.
36 “Hay un misterio”
Detrás de cada realidad
hay un misterio
que dinamiza su existencia.
Detrás del cosmos,
una planta o pequeño insecto, y
en el fondo de cada ser humano,
hay un misterio
de fuerza y de vida,
de pequeñez y de grandeza,
de bien y de mal.
Inabarcable y profunda realidad
que surge del abismo de la existencia
que me sustenta y me recrea
cuando la acojo.
Y más allá, y más al fondo,
el misterio de tu amor
que desborda todos los límites,
y me proyecta infinitamente
hasta insertarme en ti.
37 “Hay luz”
Quiero también ser voz,
voz de lo que llevo dentro
y quiere salir con fuerza de mí.
Voz que grite a los cuatro vientos
que más allá de las sombras,
más allá del corazón turbio,
que quiere oscurecerlo todo,
hay luz, sí, la belleza de tu luz;
hay amor, la fuerza de tu amor;
vida que arranca y culmina en ti,
grandeza y dignidad de ser humano
creado y salvado por ti.
38 “Navegar libre”
No quiero ser
una nave a la deriva;
no quiero que unas aguas
densas y oscuras,
ni corrientes ajenas,
encallen mis deseos
y me lleven por tierras
que no son mías,
Quiero navegar libre,
descubrir aguas limpias,
sortear escollos y corrientes,
y poder mirar un horizonte abierto,
que a pesar de sus nubes
me ofrece el misterio de su luz.
De una luz que no es mía
pero que me impregna,
y enciende un halo en mí
que reconozco eternamente mío,
porque tú la has encendido,
39 Hay más amor”
Es cierto, señor,
hay más amor que el mío.
Hay más amor que
nuestras pobres medidas
de amor limitado y caduco.
Amor que se explaya y abarca
todos los espacios de mi historia;
de esta historia que se me escapa,
o que dejo que se me escape.
Sí, hay más amor que el mío,
el tuyo infinito que me desborda,
el primero y definitivo,
al que me aferro porque me salva.
40 “Fecundar mi tierra”
Ponemos la fuerza
para dominar,
y tú pones la fuerza
para desbordar vida,
para volcar amor,
para fecundar mi tierra
y mi corazón estéril sin ti.
Y así penetras en las grietas
de mi barro resquebrajado,
como lluvia intensa y vivificadora
que es capaz de hacer brotar
la hierba verde de la esperanza.
41 “Brote de esperanza”
Sí, permanecer,
me basta con permanecer;
exponerme al sol,
para dejar que calientes
mi cuerpo y el corazón;
y sentir que ese calor
recupera mis fuerzas,
y las trabaja y las vuelca,
hasta convertirlas en tarea
que me asoma al mundo,
al mío y al que toco
o puedo tocar con mis manos
y con el corazón.
Y descubrir que ahí crece la vida,
mi vida desde tu vida;
y que en ti y desde ti
soy un brote de esperanza.
42 “Dame tu mano”
Dame tu mano, Señor,
sí, dame tu mano,
la necesito con fuerza
para que tires de mí,
para poder ir a tu lado,
para no perderme
en la vorágine de la vida,
para aprender a convertirla
en medio de tocar las heridas
de mis hermanos,
de ayudar a levantarse,
de ser medio para servirlos,
de ser instrumentos de amor
como lo haces tú.
43 “Amor encarnado”
Y tú te has hecho pequeño,
te has metido en mi historia,
te has adentrado en mí,
hasta tocar mis fibras profundas,
hasta dibujar en mí
el perfil de tu amor encarnado.
Y has desbordado esa pequeñez,
hasta convertirla en semilla,
capaz de mucho fruto
que te empeñas en empujar,
en dirigir hacia arriba,
hasta derramarse como don
que acoge, cobija y estimula
mi historia compartida.
44 “Tu calma”
Qué fácilmente zozobra
la barca de mi vida
empujada por tantos
vientos agresivos
o, a veces, atraída
por cantos de sirena.
Qué fácilmente
llego a olvidarme
que tú estás conmigo,
y que en tu silencio
acompañas mi camino,
y sea cual sea el destino,
a tu lado encuentra sentido.
Qué fácilmente,
puedo disculparme
o encontrarme contigo,
porque estás siempre
en mi barca, conmigo,
esperando tal vez mi grito
para sentir tu calma.
45 “Ven conmigo”
Ven conmigo, Señor,
porque el camino
se me hace empinado,
porque mis pies resbalan,
porque me siento herido
y duda mi torpe corazón.
Ven conmigo
y despierta mi esperanza
cuando no veo nada,
y todo se me hace oscuro
y carente de sentido.
Ven conmigo
y toma mi mano,
y dame tu vida.
46 “Tu taller”
Quiero pararme ante
la puerta de tu taller
y verte trabajar la madera,
con mimo y empeño,
entre tus manos callosas;
tarareando tal vez
una canción popular
o rumiando en tu interior
el shemá Israel.
Y descubrirte así,
rostro, manos
y corazón de Dios,
anhelando trabajar mi vida,
soñándome hijo y hermano,
orando en tu interior por mí,
queriéndome hacer
obra de tus manos,
dando tu vida en silencio por mí.
Y quiero entrar dentro de tu taller
para aprender contigo y de ti.
47 “La fuerza del amor”
Ir de ti hacia los otros,
saberme inmerso
en una historia de amor
que me implica,
que necesita de mí
y que me llama.
Ser lo que digo ser
con el gozo de quien sabe
que ha encontrado su tesoro;
y mostrarlo sin miedo,
con la certeza de aquel
que sigue creyendo
en la fuerza del amor.
48 “Mirar tu rostro”
Quiero mirar tu rostro
y descubrir en él
toda la belleza de un amor
que se quiere volcar en mí.
Quiero mirar tu rostro
para poder mirar al mío
y dejar que se refleje en él
la fuerza de tu mirada
que me invita cada día
a dejarme penetrar por ti.
Quiero mirar tu rostro,
para ver el destello
de un amor que me alcanza,
que me interpela
y que me espera.
49 “Dejarme tocar por ti”
Quiero dejarme tocar por ti,
acoger esa palabra de esperanza
que puede alimentar, sólo ella,
la totalidad de mi sentido.
Quiero dejarme tocar por ti
porque tú abres la totalidad
de mi camino haciéndose,
que me encauza a una meta
que plenifica mi existencia.
Y quiero acogerla y soñarla,
porque en ella me humanizas.
50 “Eres tú”
Eres tú el que me sostiene,
el que alimenta mi vacío
aunque no entienda
el porqué de tu empeño.
Eres tú quien consolida
y fortalece mis frágiles entrañas
hasta convertirlas en soporte
de un amor que me desborda,
pero que me desvela
la verdad de lo que soy
y de lo que quieres que sea.
Eres tú, sí,
el que ha iniciado
esta historia de amor,
y quiero que me adentres
cada días más en ella.
51 “Misterio de amor”
Entrar en ti y en mí,
en ese misterio de amor
que nos sostiene
en una búsqueda constante
de una riqueza interior
que me permite sentirme
ser haciéndome,
sintiendo profundamente
que hay algo en mí
que me hace persona.
Misterio de amor
que arranca de ti,
fuente de la vida,
y que culmina en ti,
fuente y océano del amor.
52 “Presencia salvadora”
Quiero dejar volar mis pensamientos
para que alcancen a los tuyos.
Quiero tener el valor de entrar en mí,
en lo más profundo de mí,
donde me es fácil perderme,
y poder encontrarme contigo,
hasta dejarme sorprender
por tu abrumadora cercanía,
que me hace uno contigo,
me acaricia y me proyecta,
hasta hacer que el paisaje de mi vida,
cargado de incertidumbres,
dibuje tu presencia salvadora.
53 “No sabes contar”
Tú no sabes contar, Señor,
sólo sabes ver corazones,
buenos y sencillos,
que tratan de buscarte
entre las muchas sombras
de sus limitaciones,
pero que quieren aprender
a amar y a amarte.
No sabes contar, Señor,
y por eso sales a mi encuentro,
Para atraerme hacia ti,
porque tú y yo somos dos,
comunidad de amor
llamada a crecer desde mi pobreza.
54 “La paga de tu ser”
Tu viña, mi viña,
tu campo, mi campo,
tu vida mi vida;
tarea y espacio
en los que sembrar
ilusión y esperanza;
en los que dejar
que el amor se asiente
y se fortalezca,
hasta dar el mejor fruto,
y poder recoger
la paga de tu ser en mí.
55 “Tu reino de amor”
Creo en la belleza de tu reino,
de ese reino que has querido iniciar
en lo más íntimo de mi ser.
Deseo aportarte mis gotas de bien,
aunque vayan destilando lentamente,
pero que no quiero que dejen de fluir,
porque en esas pequeñas gotas
van mi vida y mi esperanza.
Creo sí, en tu reino de amor,
en la fuerza de tu vida volcada en mí.
56 “El fruto de tu vida”
Me has regalado
el fruto de tu vida,
fruto hermoso
capaz de brindar a todos
su sabor sabroso,
el sabor pleno del amor.
Y me he atrevido a probarlo
y me has contagiado,
y quiero ser fruto
que sólo sepa a ti.
57 “Vas conmigo”
Cuantos caminos se cruzan
en la andadura de mi vida.
Cuantos atajos que no
llevan a ninguna parte.
Cuantos pasos en falso
que ya no puedo desandar,
y cuantas paradas furtivas
hasta volver a retomar la senda,
por donde tú vas conmigo,
a veces imperceptible,
y que tiene por meta la luz.
58 “Trabajar contigo”
Quieres contar conmigo
para construir la historia.
Quieres que sean mis manos.
mi mente y mi corazón
quienes despierten sueños
y deseos encendidos,
y embellezcan nuestro mundo.
herido por mil descuidos.
Ý aunque conoces mis límites
me entregas tus dones
que yo acojo agradecido.
y quiero trabajar contigo.
59 “En tu nombre”
En tu nombre, Señor,
apoyado en ti,
firmemente en ti,
en ese amor que has volcado
como un torrente
capaz de arrastrar
todas mis resistencias.
Amor desbordado
como un grito
que arranca de las entrañas,
donde las palabras no alcanzan,
y que en el silencio dicen
lo que no se puede expresar,
solamente sentir,
desbordadamente,
abriendo mis horizontes
más allá de la resignada muerte,
llenándolo todo de vida,
en tu nombre.
60 “Firme y fuerte”
Te has hecho cercano,
cercano en ti y
cercano en tu madre.
En ella te miramos
y nos miramos,
y en su corazón sencillo
y en su fe firme y fuerte
aprendemos a seguirte.
61 “Siempre te toca a ti”
Siempre te toca a ti
llamar a mi puerta,
buscarme allí
donde ni yo me encuentro,
pedirme que confíe en ti
y que te ofrezca mi espacio
donde puedas volcar
la fuerza de tu amor.
Siempre te toca a ti
dar el primer paso,
lanzar el primer te quiero,
donar tu vida
y susurrar mi nombre.
Siempre te toca a ti,
y siempre respondes,
con tu corazón clavado.
62 “Abrir caminos”
Traes aires nuevos
que quieren limpiar
el moho acumulado
en mi interior y
agarrado con fuerza,
cómodamente asentado.
Quieres abrir caminos,
reavivar esperanzas,
limpiar esquinas
y cuartos oscuros;
dibujar sueños
y que mi corazón
lata con fuerza de nuevo.
63 “Ganar contigo”
Luchar,
qué difícil es luchar,
especialmente,
cuando esa lucha es
contra uno mismo.
Ser capaz de descubrir
ese enemigo interior
que me asedia
o me frena,
o puede que me seduzca.
Y la batalla es buena,
me mantiene en pie,
vivo, despierto, atento;
dispuesto a ganar contigo
lo mejor de mí.
64 “Eterno”
Qué fácil es dejarse llevar,
qué fácil apagar
las posibilidades y los sueños,
dejar que las cosas
corran por sí solas,
como por inercia,
dejando tras de sí el rastro
de un desencanto encubierto
y la posibilidad de una historia
que se abre esforzada y retadora.
Así vienes a mí,
llamando a la puerta de mi ser,
ofreciéndome tu vida en mi vida,
multiplicando anhelos,
abriéndome horizontes
que nunca se cierran,
aunque me desborden.
Y en ese proyecto infinito de amor,
que es el tuyo,
me ayudas a vislumbrar el mío,
que me desconcierta
y, hasta a veces, me asusta,
porque lo siento grande,
pero es el mío;
posible, anhelante, esperanzador,
eterno,
mío, tuyo, y para todos
65 “No puedo pararme”
Parece una batalla perdida
un sueño irrealizable,
un anhelo imposible
en la noche de mis deseos.
Pero no puedo pararme,
no puedo cerrar la puerta
a un horizonte de luz,
a este corazón que late
y busca un horizonte
en el que posarse,
por el que luchar y fiarse.
Porque más allá de mis vacíos,
y del riesgo de mis heridas,
alguien me dice que es el amor
el único que responde.
66 “Tu querer y mi deseo”
Tu pan, tu mesa,
mi mesa, mi pan;
tu fuerza, mi fuerza,
tu deseo, mi deseo,
todo se mezcla,
y todo es uno
en un anhelo
que se multiplica,
aunque a veces
no vea la forma o el fruto.
Pero estás tú,
y tu vida,
tu llamada
y mi respuesta,
Tu querer y mi deseo.
67 “Nacido en ti”
Sentir que el aire roza mi cuerpo;
dejar que el sol caliente
y deje pasar con su luz
el color y el calor de la vida.
Que la naturaleza me inserte en ella
y el murmullo del agua
despierte esa especie de misterio
que entronca con mis adentros.
Sentir que la cercanía de los otros
se me hace señal de vida
en la que puedo insertar la mía.
Crear lazos hechos de esfuerzo,
con tensiones encontradas
y batallas vencidas,
que me descubren creciendo.
Todo es vida en marcha,
alegría que quiere ser asentada
y defendida.
Esperanza de un camino,
siempre sin acabar,
pero que arranca de un amor,
nacido en ti y prendido en mí,
que espera alcanzar su meta.
68 “Lo llenas todo”
No hay soledad, no,
no hay soledad
porque tú lo llenas todo.
Y en ese espacio
tan vacío y tan lleno de ti,
en esa fuerza silenciosa
de un amor que me supera,
siento una llamada
que choca con las paredes
de mis dudas y miedos.
Y quiero agudizar
mis sentimientos,
muchas veces desanudados,
que tú quieres ayudarme a anudar,
con la fuerza de tu amor.
69 “Hacer camino”
Quiero limpiar ese espacio
de tierra donde me asiento;
cultivar las flores que crecen en él
y que tú mismo has plantado,
y dejar que exprese su belleza.
Hacer posible que ese espacio
lo llenes tú y le des tu forma,
porque sólo entonces cabrán todos,
sólo entonces podrán entrar,
en ese ámbito mío y tuyo,
la realidad herida de los otros;
sus historias fragmentadas,
también como la mía;
espacios llamados a construirse,
también conmigo,
con mi amor desperdigado y herido,
pero queriendo hacer camino
siempre desde ti y contigo.
70 “Tu voz”
Es tu voz firme y suave,
el eco repetido de un grito
o de un susurro que,
como una melodía de sentidos,
quiere conducir mis pasos
en relaciones de armonía
que tienden puentes
y anudan lazos.
Y envuelto en tantos ecos,
distorsionados,
que me extienden
sus rotas manos,
quiero dejar que el tuyo
envuelva y guíe mis pasos.
71 “Estar contigo”
Por qué me cuesta
estar contigo
si de verdad te quiero.
Y me pregunto
si son sólo palabras
y sentimientos
que se lleva el viento,
y que prefiero verte
de prisa y de lejos.
Pero tú te acercas
y llamas a mi puerta,
un tanto entreabierta,
y en su resquicio te cuelas
para llamarme y llenarme,
para tocar mis sentidos muertos,
para despertar mis sueños,
para construir juntos tu Reino.
72 “Mi roca”
Qué bien me sabe
llamarte Señor.
Es como decirte
padre, amigo,
y sentir el calor
que brota del amor,
que me mueve,
me empuja,
y me levanta.
Que me arraiga en ti,
mi tierra fértil
y mi roca.
73 “Tu brisa”
Has venido a levantarme,
no me has tirado tú,
me has encontrado caído,
y sabes que tienes que
seguir sosteniéndome,
levantando mi corazón voluble,
afectado por cualquier viento
que se levanta.
Y tu voz resuena firme y gozosa,
como palabra esperanzada
que a veces se me ahoga.
Y quiero escucharla,
y dejar que su brisa me mueva,
tu brisa, tu palabra,
tu vida empujando la mía.
74 “Paz esperanzada”
Quieres hacer mí
un instrumento de paz.
Una paz desarmada de todo,
y que sólo lleva corazón.
Paz que arraigada en ti
se convierta en roca firme
que nadie pueda romper.
Paz cargada de la fuerza
del amor y la ternura,
como muros contra
los que puedan chocar,
inútilmente,
cualquier violencia.
Paz esperanzada que,
arraigada en ti,
espera y construye,
silenciosamente,
una tierra nueva en mi interior,
y que, en el fondo,
todos anhelamos,
pero que sólo podemos
alimentar en ti.
75 “Me has dejado sentir”
Me has dejado sentir
en muchos momentos
la belleza de tu paz.
He sentido la caricia
de tu palabra
como una mano que,
cargada de ternura,
serenaba mi inquietud
incierta y dolorida.
Me has dejado sentir
el susurro de tu presencia,
invitándome a sentarme
junto a ti
en un coloquio silencioso
de sosiego y de amor.
Y quiero seguirte
para sentirte siempre así.
76 “Te miro”
Sales a mi paso
y te miro;
te miro y tu mirada
se cruza con la mía,
las dos expectantes,
lanzando preguntas
y esperando respuestas.
Y hay espera y deseos,
incertidumbres y certezas
que se entrecruzan,
amor que se da y se recibe,
amor que prende
y se aprende.
77 “Fuerza que me libera”
Levántame, Señor,
de esas tierras movedizas
que tengo el riesgo
de que dejen que me absorban.
Álzame de esas oscuridades
en las que me adentro
pensando que me defienden
cuando en realidad
me agreden y atan.
Eres la fuerza que me libera,
la paz que serena
el aprendizaje de mi aventura,
la fuente que arrastra
las piedras de mi camino
y lo hacen transitable y acogedor,
la fuerza de mi debilidad
capaz de sanar mi corazón herido
y que se fortalece en ti.
78 “Hacerme reverdecer”
Tú no creas barreras,
tú abres puertas
y dibujas mis horizontes
que se despliegan
como un potencial de vida
que me encauza
hacia una meta
y me adentra en una tarea,
diaria y gozosa,
porque me habla
de una fuente que mana
como posibilidad de mi ser,
y como un amor
capaz de hacerme reverdecer
porque tú lo alientas,
tú lo alimentas.
79 “El fiel”
No quiero que se me escape
el valor de lo pequeño
donde me juego mi grandeza.
La fuerza y la belleza
de esas palabras
que vienen cargadas de vida,
que quieren adentrarme
en un hoy que quiere convertirse
en un mañana para siempre,
y que me hacen sentir
la satisfacción del esfuerzo
que hace posible el milagro.
Es palabra y sentimiento
que aprendo de ti,
el fiel,
el que me tiende la mano cada día,
para no parar mi camino.
80 “Saltar contigo”
Temo, Señor, quedarme
a la orilla de mi vida
y no ser capaz de bucear
en el ámbito de tu
misterio de amor.
Temo no tener el valor
De avanzar y ahondar
en el misterio de mi vida
y desperdiciar la fuerza
que has volcado en mí
y frustrar mis sueños y los tuyos.
Y de ese temor, dejado atrás,
trato de saltar contigo cada día
al mar profundo de mi ser.
81 “Eres el bien”
Tú eres el bien, Señor,
y quiero aprenderte.
Quiero dejar que se pegue
tu corazón en el mío,
que tus anhelos sean míos,
mis deseos los tuyos,
tu amor el mío,
mi bien el tuyo,
hasta que tú estés en mí
y yo en ti
82 “Quiero verte”
Quiero verte en la tierra,
quiero descubrirte
andando en mi camino,
cuando paso al lado del otro,
cuando me siento herido.
Quiero verte y amarte,
soltando mis amarras
y rompiendo mis miedos.
Quiero verte, Señor,
con mis ojos ciegos
iluminados por tu luz.
Quiero verte, aquí en la tierra
como un día en el cielo.
83 “Eres, Señor mi paz”
Eres, Señor, mi paz.
Eres la paz que serena mi corazón,
en medio de todas mis inquietudes.
Eres la paz que como suave brisa
acalla los ruidos de mis miedos.
Eres la paz que en mis sombras
pone siempre su toque de luz,
y en medio de mis incertidumbres
despierta un halo de esperanza.
Eres esa paz profunda y gozosa,
que sin saber por qué llega a mí,
como un abrazo cálido que
cargado de ternura me envuelve.
Eres, Señor, mi paz.
84 “Eres manantial”
Donde hay agua
no puede haber sed,
y tú eres manantial
que no cesa de brotar
y del que ansío beber.
No eres tú la causa de mi sed,
soy yo quien no acudo a ti,
mientras mantengo mi lamento.
Y hoy llamo a tu puerta,
buscando y pidiendo
un vaso de agua para mi sed.
85 “Abrazo de Dios”
Has venido a unir,
a rescatar lo que
parece perdido,
a salvarnos de nuestros
empeñados vacíos y
dolores absurdos
e innecesarios.
Has venido a prender
fuego de amor
que purifique
nuestras heridas,
a ofrecernos una paz
asentada en el corazón,
y hacer posible el deseo
de una fraternidad ansiada
y de una humanidad,
reencontrada y trabajada,
en el abrazo de Dios.
86 “Tu corazón humano”
No, no eres impasible,
tu corazón no es etéreo,
es divino,
por eso es tan humano,
igual que el nuestro,
y no lo hemos descubierto,
Corazón divino y humano
envuelto en cielo
y en tierra de amor,
por eso ríe y llora,
por eso vive y vivifica.
Tu corazón humano,
mi corazón divino.
87 “Don de tu vida”
Del todo y de verdad,
así te manifiestas,
así llegas hasta mí,
y te puedo entender
y hasta seguir.
En el culmen de tu amor,
te agachas y te das,
hasta el último gesto,
hasta el último aliento.
Don de tu vida
que me llega y me enseña,
que me abraza y me salva,
me urge y me llama.
88 “Estás ahí”
Qué fácil es verte, Señor,
y qué fácil cerrar los ojos;
qué fácil decir que no
cuando elijo mantenerme
al aire de mi sentir,
tapando o diluyendo
lo que prefiero no ver.
Pero tú estás ahí, visible,
con tu mirada clavada
en mis ojos cerrados,
con tu mano tendida,
gritando con tu silencio,
callando tu grito ahogado;
y aunque prefiero no verte,
tú estás ahí, esperando.
89 “Encontrarme contigo”
Penetrar en mi interior
es el reto al que me enfrento
cada mañana.
Aceptar que es ahí
donde se tejen los hilos
de mi propia historia
y mi vida toma forma,
se asienta, se consolida
y va definiendo lo que soy
y a dónde quiero llegar.
Encontrarme contigo
en ese tabernáculo interior
que tu iluminas,
e ir dejando que tu luz
descubra y difumine mis sombras,
hasta reconocerte en mí
y que me transformas
90 “Corazón limpio”
Corazón limpio,
palabra sincera,
búsqueda ilusionada
que abre los ojos
al ser y a la existencia;
esperanza que clarea
una verdad que se intuye
y plenifica en el amor
de un Dios que se desvela.
91 “Ser en ti”
Cómo no fiarme de ti
cuando lo has dado todo;
cuando te has empeñado
en derrochar tu vida en mí
sin esperar mi respuesta,
aunque sé que la esperas.
Y en esa respuesta está
mi fiarme y mi querer,
el dejarme tocar por ti;
porque de ahí brota mi fuerza,
ahí arranca y se apoya
lo que soy y quiero ser,
lo que sólo puedo ser en ti.
92 “Nada hay cerrado”
Puerta, voz,
llamada, paso,
vida que se abre,
sí, se abre,
mejor, siempre abierta.
En ti nada hay cerrado,
todo es horizonte,
al que poder mirar,
donde dirigirme,
donde ya no hay peguntas,
que de nada sirven,
porque sólo queda el vibrar
de una experiencia
que brota del Amor.
93 “Has tocado mi corazón”
Has tocado mi corazón
y quiero tocar el tuyo;
me conformo con una
pequeña esquina,
aún con un soplo
del aire de tu susurro.
El calor de tu aliento
que sostiene tu brasa
viva en mi interior,
y la esperanza de que
hay camino abierto,
que no son paredes y muros
los que me rodean
sino tus brazos, tus manos,
todo tu corazón volcado.
Has tocado una esquina
de mi corazón,
y necesito que lo cojas todo
y lo reconstruyas, Señor.
94 “Una conquista”
Cuántas conquistas frustradas
que dejan en mí un halo
de desconcierto y tristeza,
porque sé que han frenado un sueño.
No tengo el valor de volver atrás,
de recuperar pasos,
de descubrir y reconocer que puedo,
que en mí hay fuerza y coraje,
y quiero seguir siendo yo
el dueño de mi historia.
Y sé que tú me apoyas,
y sigues alentando esa llama
que está ahí esperando
la fuerza de un soplo
que tiene mi fuerza y la tuya,
tu valor y el mío,
la capacidad de una conquista.
95 “Calor y color”
Soy yo el creador
de mi historia
convertida en tarea o
truncada por mi cobardía.
Historia que quieres que abra
con un horizonte azul
que ilumine mis oscuridades
y confirme que hay calor y color
en mi interior.
Que todos esos sentimientos
que pujan con fuerza en mí,
expresan anhelos de vida.
Que sí, que soy eterno,
aunque no entienda cómo,
que hay en mí una fuerza,
que no es mía
pero que está en mí,
y apuesta por mí,
con la fuerza de la vida
y la belleza del amor.
96 “Sinfonía de mi plenitud”
Cuando la vida me cierra el paso,
cuando no hay más horizonte
que un muro de inhumanidad
rompiendo los hilos de mi historia,
transgrediendo mi dignidad,
y sólo aparece el muro de la muerte,
tú estás ahí abrazando mi dolor,
actualizando tu cruz,
volcándome tu amor invisible.
Amor que en el silencio
salva el sentido de mi ser
y de mi historia ahogada,
y que sólo en ti mantiene
la verdad de lo que es,
y nada ni nadie puede anular,
hasta poder cantar un día
su dicha auténtica y definitiva,
que estaba escrita ya
en la sinfonía de mi plenitud
97 “Tener valor”
Hay que tener valor
para cortar los lazos
que nos hieren.
Hay que tener valor
para frenar las corrientes
que arrastran nuestra voluntad
y nos impiden ser dueños
de nuestros sueños.
Hay que tener valor
para destapar nuestros miedos
y creer en lo que somos.
Hay que tener valor
para defender nuestra dignidad
y creer que tú
la construyes y mantienes.
98 “Con tu luz”
Cuántas nubes enturbian
las intenciones de mi corazón
y me impiden ver la verdad
que se esconde en él.
Cuántos nubarrones inconfesables
tratan de tapar o justificarme
volcando inconsciente mi barro
en el rostro del otro.
Y tú vuelves con tu luz,
atravesando mis nieblas,
iluminando mi interior,
llamando incansable a mi puerta,
queriendo ayudarme a ver
lo que sin ti no veo,
derribando muros,
destruyendo vigas,
ofreciéndome la medicina
de tu misericordia y ternura.
99 “Quiero seguirte”
Es arriesgado seguir tus pasos
porque te adentras
en las entrañas del corazón
que sentimos terreno desconocido
y sorprendente.
Y prefiero caminar seguro,
marcando mis propios pasos,
o seguir el rastro marcado
por el paso de muchos
que se esconden unos a otros.
Pero quiero seguirte,
y correr el riesgo del amor,
tal vez no correspondido,
y hasta repudiado.
Pero sé que es el único,
el verdadero camino
para hacer contigo.