X- La Convocatoria

Escrito por G. Martín Sáenz Ramírez. Diácono Permanente de la Arquidiócesis de San José, Costa Rica.

Recuerdo que el acercamiento se da por iniciativa propia, motivados por el llamado hecho por nuestros pastores, y algunos medios de comunicación escritos, como La Nación en su edición del miércoles 10 de marzo del 2009, que titulaban sus páginas a grandes letras de que la “ARQUIDIÓCESIS DE SAN JOSÉ, ABRE SELECCIÓN PARA ORDENAR A DIÁCONOS PERMANENTES CASADOS”.

Según versa la noticia el presbítero Manuel Salazar en su calidad de Director del Equipo Coordinador del Diaconado Permanente de la Arquidiócesis de San José reconoce que el país está entrando a esta corriente con “varios años de atraso” pues, según manifestó, prácticamente en todo el mundo católico existe la figura del diácono permanente, en países con una larga tradición como Estados Unidos, Brasil y Chile.

Se pretende reclutar al menos a 50 católicos comprometidos que deseen ejercer este sacramento, los seleccionados pasarán por pruebas, incluidas entrevistas. Como mínimo, los aspirantes deberán tener 10 años de matrimonio y contar con la autorización de su esposa, este último requisito es indispensable pues contará, entre sus obligaciones, con el deber de separar tiempo entre la semana para dedicarlo exclusivamente a labores pastorales.

De pasar por esa primera etapa, continuarán con un año de seguimiento espiritual y pastoral para, a partir del 2010, empezar los tres años que durará su formación pastoral, informó el Padre Manuel Eugenio Salazar.

Contemplando todos estos elementos y conversando con mi esposa Mercedes e hijas, además de consultar a amigos sacerdotes sobre los pro y los contra, a fin de ampliar el panorama de lo que conlleva un trayecto como éstos, decido ir de curioso y empaparme de todos los pormenores. Ese primer contacto y acercamiento a la convocatoria en la cual debíamos entregar los documentos requeridos, se llevó a cabo en las aulas del Salón Parroquial de San Pedro Apóstol (San Pedro de Montes de Oca) en el mes de Abril del 2009, en horas de la tarde, con una asistencia aproximada a los 121 postulantes.

¡Qué hago yo aquí! me pregunté insistentemente, al mirar señores de todos los rangos sociales con experiencia de trabajo parroquial, estabilidad familiar, equilibrio afectivo y emocional, madurez sacramental y disponibilidad pastoral, a lo mejor convencidos de la necesidad de una pastoral misionera para promover la formación integral de las personas.

Pronto la mayoría seríamos entrevistados por un equipo de sacerdotes asignados de diferentes parroquias, quienes apoyarían en la labor de selección de postulantes, que contarían con el visto bueno para iniciar el propedéutico. Posteriormente, nuestras esposas serían entrevistadas.

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