Santiago cuenta con 22 nuevos diáconos permanentes

 

 

Monseñor Ricardo Ezzati ordenó a 22 nuevos diáconos permanentes para la arquidiócesis, durante la misa que presidió este sábado 8 de octubre, en la Catedral Metropolitana, concelebrada por los obispos auxiliares monseñor Andrés Arteaga y monseñor Cristián Contreras Villarroel.

 

La eucaristía fue concelebrada también por diversos vicarios episcopales, más de 50 sacerdotes, casi un centenar de diáconos permanentes, y contó con la animada y fervorosa participación de familiares, parientes y amigos de los nuevos diáconos y de sus comunidades parroquiales y de las vicarías a las que pertenecen, quienes coparon el templo catedral.

 

En el desarrollo de las diversas partes de esta ordenación, los candidatos a diáconos fueron presentados al arzobispo por el rector de la Escuela del Diaconado, padre Pedro Pablo Garín. Luego, Gertrudis Inga, esposa de uno de los ordenados, Samuel Roa, agradeció a la Iglesia y a las comunidades el apoyo en la formación de estos nuevos ministros.

 

Después de la homilía de monseñor Ezzati, el pastor sostuvo un diálogo con los llamados a este servicio y sus familias, y los candidatos prometieron “obediencia y respeto”, al pastor y sus sucesores., tras lo cual el arzobispo les impuso las manos, comunicándoles los dones del Espíritu Santo y ordenándolos diáconos de la Iglesia Católica. Luego de recibir la estola, la casulla dalmática y el libro de los evangelios, todos los presentes entregaron un cerrado y prolongado aplauso de acogida y de gozo por este don para la Iglesia en Santiago.

 

Cultivar la misericordia y ser diáconos “de frontera”

 

En su homilía, monseñor Ezzati saludó a todos los presentes y de manera especial a las esposas e hijos de los nuevos diáconos. Dijo que ellos “son hombres que se han esforzado y se esfuerzan por ser hombres de Dios, que quieren hacer presente en la historia contemporánea, en nuestra historia, concretamente aquí en Chile y en Santiago, la presencia salvadora de Jesucristo y su invitación a abrir los horizontes a la esperanza, a la vida que el Padre nos regala”. Agregó que toda la Iglesia está llamada a asumir cada vez más profundamente la conciencia y misión de ser “signo y testigo de la presencia salvadora del Señor en el mundo”.

 

“El diácono, dijo monseñor “Ezzati, deberán cultivar en su corazón la misericordia propia de Dios (…) Está llamado a cultivar en sí mismo el corazón maternal de la Iglesia, que tiende la mano, que se preocupa de los últimos, que acoge con benevolencia y que cultiva una actitud de mansedumbre y de humildad”. El arzobispo llamó a los nuevos diáconos a que “no se olviden nunca que ustedes están llamados a ser signo de esta Iglesia presente en medio de sus comunidades y en el mundo”. Finalmente, los instó a “ser diáconos de frontera, que lleguen allí donde más se necesita la presencia de Jesús Salvador”.

La gratitud por este don

 

Los diáconos permanentes son hombres casados, con hijos, y que trabajan en distintas actividades laborales, que reciben la misión de servir a la Iglesia acompañando al obispo y a los sacerdotes en la celebración de la Eucaristía; administrar determinados sacramentos, como el Bautismo y el Matrimonio; impartir la bendición y colaborar en la práctica de la caridad con los más necesitados.

 

Claudia González, esposa del nuevo diácono permanente Daniel Belmar, tres hijos, afirmó que esta ordenación “para nosotros es algo realmente maravilloso, una bendición. Estamos todos felices”, dice, y añade que ahora estarán “más cerca de la gente y de sus necesidades”.

 

Samuel Roa Campos, casado con Gertrudis Inga, tres hijos, orientador vocacional, educacional y familiar, que trabaja en la escuela Nanihue, en la población La Bandera, señaló que para él haber llegado a ser diácono “es un don Dios para ser discípulo y misionero, pastores en la Iglesia de hoy, ser signo de Cristo para la evangelización y un servidor para acompañar
a los que sufren en los hospitales y en lugares donde no ha llegado la Palabra de Dios”. Este ministerio, dice Samuel Roa, “es muy importante en el mundo en que vivimos, porque necesitamos de Dios para vivir la fe con alegría, compromiso con el prójimo y ser luz y sal en el mundo, para vivir con más justicia, con un estilo diferente”.

 

Por su parte, Edgardo Raúl Guzmán Lobos, casado con Jimena de la Cerda, 5 hijos y miembro con su esposa de la rama de Matrimonios de Schoenstatt, contador auditor, cuenta cómo encontró su vocación al diaconado: “Surge después de tomar conciencia que el Señor había estado a mi lado, tanto en los buenos como en los malos momentos y, por sobre todo, sentía muy fuerte su presencia en estos últimos. Por ende ¿cómo no dar testimonio sobre lo vivido con Él? Y aunque como Jonás me escabullí por un tiempo, al final me desembarqué en la Vicaría de los Trabajadores, pues ahí la mies es mucha y el Señor necesita de obreros calificados para lo que acompañen y consuelen”.

 

Con la ordenación de este sábado, el número de diáconos permanentes en la arquidiócesis de Santiago se eleva a 354.

 

Los nuevos diáconos son: de la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores: Edgardo Raúl Guzmán Lobos; de la Vicaría para la Educación: Rodrigo Montes Ibáñez; de la Vicaría Centro: Claudio Bozo Díaz; de la Vicaría del Maipo: Carlos Arturo Canto Jara; de la Vicaría Oriente: Luis Fernando Troncoso Mejías, Luis Carlos Hernán Caro Silva y Manuel Ángel Gómez Nieto; de la Vicaría Norte: Patricio Esteban Carbonell Segovia, Alfredo Alejandro Meza y Gerardo Alejandro Acevedo Antillanca; de la Vicaría Sur: Claudio Arturo de la Fuente Sánchez, Samuel del Carmen Roa Campos, Jorge Patricio Mesina Romo y Hernán Gonzalo de Miguel Vásquez; de la Vicaría Oeste: Luis Alberto Vilaró Navarrete, Daniel David Belmar Garay, Miguel Gonzalo Cornejo Ramos y José Luis Droguett Fuentealba; y de la Vicaría Cordillera: Arsenio Sergio Vergara Ramírez, José María Álvarez Aguilar, Rubén Justo Ocaranza Díaz y Gylmar Alberto Conté Nadeau.

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