Una tarde en el circo también para quien vive en la calle, quien no tiene una casa o quien no puede permitírselo. La tarde del jueves 11 de enero de 2018, el Papa Francisco –a través de la Limosnería Apostólica– ha invitado a pobres, sin techo, prófugos, un grupo de encarcelados, personas y familias más necesitadas, junto a sus voluntarios, a asistir a una función en el circo. “El Circo Medrano –informa en un comunicado el obispo limosnero, Konrad Krajewski– ha puesto a disposición de todos ellos 2.100 puestos para este evento de caridad que la familia Casartelli y el empresario Fabrizio Grandi han querido llamar ’Circo Solidaridad’ para los pobres del Santo Padre”.
Durante una audiencia general, el Papa Bergoglio se había dirigido con estas palabras a las personas del circo: “La gente que hace espectáculos en el circo crea belleza, son creadores de belleza. Y esto hace bien al alma. ¡Cuánta necesidad tenemos de belleza!”. El regalo ofrecido por los artistas del circo – explica Krajewski– “que con constancia, compromiso y tantos sacrificios consiguen crear y donar belleza para sí mimos y para los demás, podrá ayudar a nuestros hermanos más pobres a superar las asperezas y las dificultades de la vida que tantas veces parecen demasiado grandes e insuperables”.
Estará disponible un servicio médico-sanitario asegurado por médicos y enfermeros voluntarios con una ambulancia y un ambulatorio móvil de la Ciudad del Vaticano, a disposición de quien necesite ayuda o adquirir medicinas. Cuando termine el espectáculo, las personas más necesitadas recibirán también una bolsa con la cena.
Un dato significativo de esta iniciativa, que está dedicada no solo a los sin hogar sino también a las personas que están solas o con problemas, tiene que ver con la implicación en la iniciativa de diáconos permanentes de la diócesis de Roma. Una carta del neo-obispo auxiliar Daniele Libanori invita a cada diácono permanente de la capital a tomar contacto con personas solas o pobres de la parroquia y acompañarlas con su propio vehículo, compartiendo con ellos el tiempo del espectáculo y la cena.
“Espero que todos los diáconos acojan esta invitación del Santo Padre, que es nuestro obispo, al cual cada diácono debe sentirse unido en modo particular. Que se vea como una ocasión fuerte, es más, como verdaderos “ejercicios espirituales”, indispensables para vivir realmente la diaconía con una profunda participación interior. Libanori espera que “esta experiencia ayude a crecer en el cuidado del verdadero “tesoro” de nuestra Iglesia, que son aquellos cuyas circunstancias de la vida y, no con poca frecuencia, nuestros cierres, han hecho viva la imagen de Cristo pobre”.
Tomado de: http://www.lastampa.it/2018