El diaconado es uno de los tres sacramentos del orden que existen en la Iglesia Católica desde su origen. El diaconado es anterior al episcopado y al presbiterado y es, ante todo, el ministerio del servicio a los pobres.
Eso dijo ayer el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega en la Santa Iglesia Catedral al conceder, a través de la imposición de manos, el orden del servicio del diaconado permanente a Lorenzo Eulogio Solís Loeza, Miguel Angel Peraza Padilla y Luis Domingo Flores Zamora.
Ante numerosos fieles, familiares, religiosas, religiosos, sacerdotes y diáconos que asistieron a la ordenación, el prelado dijo también:
–Fue en la iglesia de Jerusalén, conducida por los apóstoles, donde se presentó una gran necesidad para la atención de las mesas de los pobres, y donde los apóstoles tuvieron la intuición por el Espíritu Santo de ordenar hombres dedicados al servicio, y estos fueron los primeros siete diáconos que la comunidad presentó, y ellos les impusieron las manos para este servicio.
A ustedes los presenta la comunidad, los presenta a cada uno su esposa, sus hijos, su parroquia, el sacerdote encargado, el padre Saúl, el párroco de cada uno, los presenta la comunidad en general y un servidor, como sucesor de los apóstoles les impondré las manos para este ministerio que ante todo es el ministerio de los pobres. No hay que olvidarlo: Por más quehacer sacramental que hay, bautismos, matrimonios, celebraciones de la palabra, bendiciones, por más que haya, todo esto litúrgico, lo primero en el diaconado debe ser el interés y el servicio por los pobres. Y, claro, en su situación de hombres casados nunca descuidar la buena relación con su esposa y con sus hijos. Seguir esforzándose como lo han hecho hasta ahora para dar un testimonio de familia cristiana, familia que se rige por el Evangelio, familia que se esfuerza por vivir según Dios Nuestro Señor. Octubre es mes de las misiones. El Papa Francisco celebró el martes pasado unas vísperas solemnes en la festividad de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las misiones. Y él quiso celebrar un mes extraordinario de las misiones. Bueno, yo creo que usó este adjetivo para ver si así entendemos todos la realidad de que un bautizado tiene que ser misionero. Y él explicó con toda claridad: Hay misioneros llamados por Dios para ir ardientes a los pueblos, pueblos lejanos, a predicar la buena nueva, pero todo bautizado, esté donde esté, esté con quien esté, tiene una misión que realizar de dar buen testimonio del nombre de Cristo.
Servir, papel del buen cristiano
Es servir a los hijos, servir a los alumnos, servir a los empleados, servir a los jefes, servir y servir y servir, es el papel de cada buen cristiano. Y así sirviendo con alegría y con amor, dar ese buen testimonio de Cristo. A todos nos corresponde esta obligación, pero con mayor razón cuando la Iglesia nos llama a un servicio dentro de ella. Hay servicios, ministerios que son temporales, que son para una parroquia, que son sólo para un tiempo. En cambio, el diaconado, como ministerio ordenado, es para toda la vida, para que donde estén, ahí ejerzan el diaconado. Acaba de llegar un diácono de Ecatepec, que ya su familia se cambió para acá y él también, y el obispo me lo confió para que aquí siga ejerciendo su diaconado. Otros ministerios terminan con el tiempo o al cambiarse de parroquia. El diaconado no termina, es orden, por lo tanto imprime carácter. No se les olvide que lo primero para ustedes es el bautismo, sacramento inicial por el cual Dios nos llama a una vida santa. Lo segundo para ustedes es que son casados. Sostenerse en esta vida matrimonial. Y lo tercero es que son ministros de la Iglesia a partir de hoy.
Obediencia al Obispo
Es muy bueno tomar siempre los consejos evangélicos que no son exclusividad de la vida consagrada, sino que todos tenemos que vivir de alguna manera: la pobreza, la castidad y la obediencia es para todos los bautizados. ¿Pero cómo pobreza, si tengo que trabajar y mantener a la familia? Pobreza que significa estar siempre alegre y agradecido con Dios por lo que tenemos, sin estar con esa ansia desesperada por tener más. Pobreza que implica tener siempre algo para compartir con los demás. Pobreza que implica también, y sobre todo siendo ministros, amar a los pobres, abrazar a los pobres. Esa es la pobreza que se espera de ustedes como diáconos. Y la castidad. ¿Cómo que la castidad? Hasta ahora han debido vivir una castidad matrimonial, que implica la fidelidad a su mujer. Pero ahora esta fidelidad no solamente es a su esposa, sino también a su esposa la Iglesia, una castidad que debe ser testimonial, una castidad que debe ser ayuda para que otros puedan vivir libres de las tentaciones corporales y vencer toda tentación que lleve a la infidelidad. Una castidad que implicará, Dios no lo quiera, Dios sabrá, si muere la esposa de alguno de ustedes antes que ustedes, quedarse así en este estado de viudez ofreciendo su vida casta a nuestro Señor y a la Iglesia.
Castidad y obediencia. A la mejor dirán ustedes: hasta ahora he sido muy obediente a mi esposa. Qué bueno, para que no haya problema (lo dijo en broma y muchos se rieron), pero ahora tienen también la obediencia al obispo. A mí y a mis sucesores. Es lo que van a prometer. La obediencia que implica siempre la humildad, y que implica también la fe. Fe y humildad para aceptar de corazón lo que el que tiene el ministerio para mandar me está pidiendo, y tomarlo como un mandato de Dios. Claro, también el párroco al que sean ustedes asignados, esa obediencia para estar siempre en comunión con toda la Iglesia. No obedecer implica romper precisamente con la unidad de la Iglesia.
Castidad y pobreza
Vuelvo a la castidad, vuelvo a la pobreza, a insistir en cada una de ellas, pero son sobre todo en la pobreza, porque habrá una tentación constante, porque nuestro pueblo es generoso con nosotros. Entonces tener mucho cuidado de no dejarnos llevar por el deseo del dinero. Es mejor perder una limosna que nos puedan dar, que enamorarnos del dinero y aficionarnos de tal manera que sirvamos por dinero. Bendito sea Dios, nuestro pueblo es generoso, bendito sea Dios, tenemos que agradecer. Hace poquito, en la visita pastoral en una de las comunidades, pasaron a dejarme unas ofrendas, la frutita, las verduras, pero de pronto alguna señora que no tenía una fruta o una verdura pasó a dar su limosna, una moneda, y la gente se empezó a mover a traer monedas hasta de 10 centavos. Y decía yo: ¿Cómo esta gente en su pobreza es tan generosa y no podemos rechazarles, no podemos burlarnos de esa generosidad, pero tampoco abusar de eso. Recibir si nos lo dan de buena fe y de buena gana, pero nunca, nunca buscarlo. Eso sería el inicio de la descomposición de un ministerio santo. Y ya les digo: sean santos, así de fácil, y así la difícil es la tarea. Santos todos tenemos que ser, pero ahora ustedes tendrán que santificarse además por su ministerio. Que así sea –concluyó el Arzobispo Gustavo.
Sus nombramientos
Hay que informar que ayer mismo se dieron los nombramientos de los nuevos diáconos: Luis Domingo Flores Zamora fue asignado a la parroquia de San Cristóbal, Miguel Angel Peraza Padilla a la parroquia de San Rafael y Lorenzo Eulogio Solís Loeza a la parroquia del Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Itzimná.
(Roberto López Méndez)
Fuente: https://www.poresto.net/2019/10/06/diaconado-es-ante-todo-el-ministerio-del-servicio-a-los-pobres/