Continuamos con la iniciativa de la CEE, COPE, TRECE y Ecclesia Una Iglesia, 10 historias, dando a conocer historias concretas que visualizan el trabajo de la Iglesia durante la pandemia provocada por la COVID-19.
Hoy nos acercamos al testimonio del diácono permanente, Víctor González. Él nos cuenta cómo ha vivido este tiempo de emergencia sanitaria en sus diversos compromisos eclesiales: Parroquia, Wasting, tanatorio, delegación de Enseñanza…
En plena cuarentena, escuché a un famoso director americano de cine decir: “Este mundo necesita resetearse” Me llamó mucho la atención esa expresión que utilizamos tantas veces cuando algún aparato electrónico no nos funciona. Yo he intentado, de alguna manera, resetearme durante este tiempo de confinamiento. Apagarme y volverme a encender en cuanto a mi relación con Dios, aprovechando esos tiempos muertos de ausencia de eucaristía pero sí tiempos vivos de su presencia en mi cocina, cuarto de estar, balcón o, incluso, en la tele disfrutando de tantas retransmisiones religiosas. He intentado, en esta situación excepcional, apretar el botón de reset para redescubrir el valor de lo cotidiano en mi familia, cocinar juntos y revueltos, jugar a las cartas sin importarnos el tiempo, rehacer ejercicios de matrices y derivadas recordando el COU y practicar algo a lo que uno de mis hijos llamaba deporte.
Pastoralmente, en un primer momento, me sentí un poco inútil: El templo de La Gallega cerrado, las personas de la comunidad confinadas, la incertidumbre de todos, el miedo y el estrés para no contagiarse. Luego, “toca resetearse” que en términos pastorales viene a ser algo así como poner en marcha esa capacidad de resiliencia: En la delegación de enseñanza, a través del tele-trabajo, que no quiere decir menos-trabajo sino, realizar tareas, atender a consultas y estar a disposición del profesorado a cualquier hora de las 24 y con gusto; desde el movimiento Wasting, poniéndonos al servicio de la diócesis para la elaboración de las catequesis on-line y disfrutar de la fantástica creatividad y capacidad de trabajo de los monitores de este grupo; desde el servicio a los raros e irreconocibles tanatorios, en donde uno intentaba poner algo de calidez humana y esperanza cristiana ante tantas medidas de seguridad sanitarias que impedían el abrazo y el llanto compartido.
Pero, no se trata de hacer un listado de lo que uno ha hecho o ha dejado de hacer durante esta cuarentena. Se trata de comprobar si al resetearme… ¿se ha actualizado una nueva versión de mi como creyente o he vuelto a una afirmación obsoleta y caduca de padre de familia y diácono?
El link del video:
FUente: https://nivariensedigital.es/