Testimonio de Jordi Albert, diácono, en las exequias de su hija . Barcelona (España)

Testimonio
Dolor, agradecimiento, esperanza
Emociona ver a un diácono comentando el Evangelio en la homilía de la Misa exequial por su hija. Aun así, esta Eucaristía ha sido un momento especial de la gracia del Señor.
El sábado 6 de febrero de 2016, a las 11 de la mañana, se ha celebrado, en la Parroquia de Cristo Redentor, de Barcelona, España, una Eucaristía por el eterno descanso de Júlia Garrofé. Ha sido presidida por el obispo auxiliar de la diócesis, Mons. Sebastià Taltavull, concelebrada por un gran número de presbíteros y diáconos, y con una gran asistencia de fieles, que queríamos acompañar a la familia de Júlia con nuestra afecto y nuestras oraciones; todos nos sentíamos unidos por la misma fe y esperanza.
El diácono Jordi Albert ha estado durante la celebración en un banco de la nave central de la Iglesia, junto a su esposa Marta y sus hijos menores, Alegría y Bernat, pero ha sido él quien, a petición del Sr. Obispo, ha hecho la homilía, relacionando las lecturas -1Co 13, 1-13; Salmo 131 y Juan 14, 1-6- con las referencias a la vida de su hija Júlia. Júlia nació con graves deficiencias y los médicos le diagnosticaron pocos días de vida. Su padre ha puesto de manifiesto, en primer lugar, su agradecimiento a Dios Padre por los 18 años de amor que les ha concedido; años de dolor, cansancio y sufrimiento, pero de un inmenso amor de ellos hacia Júlia y, sobre todo, de Júlia hacia sus padres y hermanos, familiares, amigos y compañeros. Si la familia en que el esposo y padre es diácono es escuela de amor y generosidad, donde se suele vivir la confianza mutua y la austeridad, en profundo ambiente de oración, en este caso se ha manifestado la vivencia familiar como verdadera Iglesia doméstica, reflejo del amor de Dios entre sus miembros.
Jordi Albert ha hecho extensivo su agradecimiento a toda la familia, a los educadores de Júlia, el equipo médico que la ha atendido siempre, a los jóvenes de la Parroquia y toda la comunidad, amigos y vecinos.
El padre de Júlia ha expresado con emoción y firmeza la fe en Cristo Resucitado, que mitiga su tristeza, aunque no la anula, y que es garantía de la esperanza en la Vida y la resurrección de su hija querida, a la que ya imagina sentada en la falda de la Madre santísima, gozando del Amor infinito de Dios en la estancia que Él le ha preparado.
Jordi Albert ha terminado diciendo que, unidos en comunión de plegaria, recemos por Júlia y toda la familia, así como Júlia rezará por todos nosotros.
Así sea.

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