Segunda ordenación diaconal en quince días en Albacete (España)  “El día de mi ordenación diaconal fue equiparable al día de mi matrimonio”

La diócesis de Albacete está de enhorabuena, porque en apenas quince días su obispo, Ciriaco Benavente, ha ordenado dos nuevos diáconos permanentes. El último ha sido Antonio García Blanquer el pasado día 10 de enero, en la parroquia de El Pilar. Antonio es de Albacete y está viudo. Ha sido toda su vida empleado de banca, ahora prejubilado. Con él hablamos hoy.

PREGUNTA. Hasta este momento , ¿Qué camino has recorrido en la Iglesia?

RESPUESTA. En el año 1981, y con motivo de contraer matrimonio en la iglesia de Ntra. Sra. del Pilar de Albacete, me vinculé a esa parroquia donde mi esposa, además, había rrecibido los sacramentos de iniciación cristiana y era catequista de niños de primera comunión. Con posterioridad, fui instituido Ministro Extraoridanrio de la Comunión. Formo parte del Consejo Pastoral Diocesano por la citada parroquia. Estoy en un grupo de catequesis de adultos. Y también formo parte del grupo de Liturgia de la parroquia de San Juan de Albacete.

P. ¿Qué es un diácono permanente?

R. Es un hombre que “en comunión con el obispo y sus presbíteros, está al servicio del Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. Son propias del diácono, entre otras, las siguientes tareas: administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir en nombre de la Iglesia a la celebración del matrimonio y darle la bendición, leer las Sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio…” (LG 29). El diácono permanente puede ser un hombre casado. Si está soltero o viudo, como signo de su consagración a Cristo, ha de observar durante toda la vida el celibato.

P. ¿Y cómo nace en ti este deseo de consagrarte como diácono?

R. A raíz del fallecimiento de mi esposa, sentí la necesidad de dar gracias a Dios por todo el amor, la tranquilidad y serenidad con que me bendijo para poder afrontar su enfermedad. Pensé que la mejor manera de hacerlo era dando gratis lo que yo, con tanto amor, había recibido gratis, y Dios puso en mi vida la figura del diácono o servidor, para el servicio a la comunidad, como instrumento para canalizar esta vocación.

P. Cuéntanos qué sentimientos tienes en estos días

R. Muchos, pero todos con un denominador común: la ayuda que recibo de Dios a través de mi esposa, para cambiar la tristeza de su ausencia por una mayor entrega a los demás, al recordarme con su amor, el amor incondicional con que Dios bendijo nuestra vida conyugal.

P. ¿Cómo fue el día de la ordenación, la celebración…?

R. Abrumador, lleno de asombro y admiración, por la propia emotividad de la ordenación y por las innumerables muestras de amor, afecto y cariño que recibí. Algo realmente inolvidable y equiparable al día de mi matrimonio.

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