Retazos de historia del diaconado Iberoamericano: El diaconado en Venezuela

Se está celebrando este año el 48 aniversario del Directorio para la Restauración del Diaconado Permanente en Venezuela. Fue aprobado por la Conferencia Episcopal Venezolana en su asamblea del 29 de agosto de 1970. El Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) había abierto la puerta a esta forma de ministerio jerárquico en la Iglesia (en la parte conocida como occidental, latina). Con ello se podría contar en adelante también con clérigos casados, conservando un estilo de vida seglar (laico).

Un año después del Directorio, del 25 al 28 de octubre de 1971), se tuvo el Primer Encuentro Nacional sobre Diaconado Permanente en La Macarena, Los Teques. Paso consistente para la efectiva restauración del nuevo ministerio.

Memoria especial de tan importantes acontecimientos se acaba de hacer en el Encuentro Nacional de Diáconos Permanentes y Esposas, celebrado en Fuente Real, Otopúm, Barinas, del 9 al 12 del pasado mes de octubre.

El Concilio Plenario de Venezuela en su documento Obispos, Presbíteros y Diáconos al Servicio de una Iglesia Comunión dedica amplio espacio al ministerio diaconal permanente de acuerdo a la metodología seguida del ver-juzgar-actuar. El Desafío 5 del documento se identifica así: “Promover el diaconado permanente”.

Resulta particularmente oportuno traer aquí lo que hace cuarenta años se formuló como Introducción del Directorio: “La restauración del diaconado permanente puede considerarse como un valioso don del Espíritu Santo a la Iglesia de nuestro tiempo. Al aprobarlo el Vaticano II, atento a los signos de los tiempos, a las exigencias pastorales contemporáneas, y fiel a la riqueza ministerial de los orígenes de la Iglesia, abrió la puerta a un ministerio que ciertamente contribuirá a una pastoral más eficaz y, por ende, a una más salvadora presencia del Pueblo de Dios en el mundo”.

Es importante recordar aquí las dos razones que la Conferencia Episcopal Venezolan arguyó para decidir la restauración del Diaconado Permanente en el país: una teológica, la otra pastoral.

Razón teológica: se restablece así “efectivamente la trilogía obispo-presbiterio-diáconos que pertenece a la más primigenia estructura pastoral de la Iglesia. A este respecto se subraya la indudable raíz bíblica y se ofrecen significativos testimonios patrísticos. Conclusión: “La restauración se presenta, pues, como un acto de fidelidad de la Iglesia a su estructura jerárquica original”.

Razón pastoral: la restauración no es “una pura reconstitución arqueológica”, sino “respuesta eficaz del Pueblo de Dios a las exigencias actuales de su misión”. Se subraya “la urgencia de un incremento cualitativo y cuantitativo del Ministerio”. Vale la pena recordar aquí algunos de los señalamientos del Directorio: “numerosas comunidades rurales y densos sectores urbanos carecen de una efectiva presencia pastoral; de otro lado, los cambios operados en el mundo y en la Iglesia inducen la conveniencia de un tal ministerio que, por su pluriformidad y su aptitud para una más plena inserción en la vida de las comunidades, puede agilizar y hacer más eficaz la atención pastoral”. La argumentación dada entonces conserva plena actualidad; más aún, se ve reforzada en la presente situación histórico-cultural y eclesial.

El reciente Encuentro en Fuente Real genera mucha esperanza. El Diaconado Permanente es una realidad en crecimiento, que anima ahora a un fuerte relanzamiento de dicho ministerio en Venezuela.

Algo muy positivo que no podemos olvidar hoy es lo siguiente: la restauración del Diaconado Permanente está y debe estar acompañada por la promoción de los ministerios conferidos a laicos. De estos se ocupa el Concilio Plenario en varios de sus documentos; y en el de los laicos dispone: “Elabore y publique la Conferencia Episcopal Venezolana un plan y un directorio nacionales sobre los ministerios conferidos a laicos” (LCV 163)..

Puede decirse claramente que una nueva evangelización plantea, entre sus exigencias ineludibles, la restauración del Diaconado Permanente y la instauración de ministerios delegados a laicos. Todo ello requiere encuadrarse, por supuesto, en el marco de la conversión eclesiológica y pastoral postulada por el Concilio Plenario y Aparecida. Al respecto pueden verse, respectivamente, el documento La comunión en la vida de la Iglesia en Venezuela (No. 4) y el de la V Conferencia (No. 366).

Hace cuarenta años, a cinco de terminado el Vaticano II, se tomó una decisión con ilusión. Concluyendo la primera década del tercer milenio es preciso retomarla con redoblada firmeza y esperanza.

(La presente reseña está sacada del artículo de Ovidio Pérez Morales, «Diaconado permanente: 40 años», publicado el año 2010)

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