Especial para el CIDAL
Caguas, Puerto Rico, 26 de mayo de 2010
“Yo estoy entre ustedes como quien sirve” (Lucas 22,27).
El pueblo de Yabucoa, Puerto Rico, se vistió de júbilo la noche del viernes 7 de mayo del 2010. Uno de sus hijos más queridos, el Sr. Luis Reyes Muñoz, decidió dar el paso más importante que puede dar un ser humano; el de la entrega total a nuestro Padre Celestial. Nuestro hermano Luis fue ordenado Diácono Permanente por la imposición de manos del Padre Obispo Rubén Antonio González Medina, Obispo de la Diócesis de Caguas. La celebración eucarística se llevó a cabo en la Parroquia Santos Ángeles.
Los que asistimos pudimos vivir la experiencia de sentir al Resucitado entre nosotros. Cristo se hace presente en aquellos que están dispuestos a servir al prójimo en todo momento y lugar. El hermano diácono Luis se ha caracterizado siempre por su entrega generosa a los demás. Nosotros los aspirantes al diaconado permanente le agradecemos a Luis su acompañamiento, sus consejos, y sobre todo, su testimonio de vida. Luis es ejemplo a seguir por su perseverancia, generosidad y entrega en el servicio a los más necesitados.
En su homilía, el Padre Obispo Rubén Antonio González Medina, resaltó las virtudes del diácono permanente y sus deberes y obligaciones al servicio de la liturgia y la caridad. El diácono permanente casado, por ser participe de una doble sacramentalidad, es promotor de la unidad entre el clero y el Pueblo de Dios. Es imagen visible de la comunión eclesial. Sobre todo es imagen de Cristo que está entre nosotros como quien sirve.
El Padre Francisco Hernández, Director de la Escuela del Diaconado Permanente de la Diócesis de Caguas, presentó al candidato ante el Obispo y dio fe de su formación. Gran parte del Consejo Diaconal de nuestra diócesis y su coordinador Diácono Carlos Lugo Laporte, estuvo presente para recibir al recién ordenado diácono como uno de sus miembros. También estuvieron presentes el Padre José Flores, Párroco de la Parroquia Santos Ángeles Custodios y su Vicario P. Miguel de Ángel Ramírez, así como un grupo de sacerdotes, religiosas y seminaristas.
Damos gracias al Señor por su amor, por considerarnos sus amigos, y por su acompañamiento. Gracias, porque cuando en un mundo lleno de dificultades, un hombre como nuestro hermano Luis decide optar por el amor al prójimo, podemos decir que en tu casa se renueva la esperanza.