Instauración del diaconado permanente en la archidiócesis de Toledo -España- III

Ante algunos posibles conflictos

Don Braulio también da respuesta «a los que temen que puedan acaecer en el futuro posibles conflictos entre presbíteros y diáconos, o entre los fieles laicos de la comunidad donde el diácono ejerce su ministerio, o entre éste y su Obispo», recordando que «como en otros conflictos en la comunidad cristiana, habrá que tratar de resolverlos con espíritu de fe y comunión, siguiendo las normas del derecho común en la Iglesia. ¿Acaso no forman parte esos posibles conflictos de la frágil condición humana? El diácono está al servicio del ministerio del Obispo, y al servicio de la Diócesis, y en ella como ayuda concreta al ministerio de los presbíteros, que son los que presiden las comunidades cristianas. No es ministerio «privado». Respecto a cómo han de ejercer su misión pastoral, y dónde, «será el discernimiento del Obispo el que provea la misión de cada diácono, y determinará el alcance en tiempo y lugar de su propio ministerio, en diálogo con los presbíteros. Lógicamente teniendo siempre en cuanta los condicionamientos personales y laborales de cada diácono». En este sentido, la Comisión Diocesana para el Diaconado permanente «tiene que ocuparse fundamentalmente del primer discernimiento y elección de los candidatos; de la formación en todas sus dimensiones de cara a su posible ordenación, y tras ésta de su formación permanente y su integración real en la pastoral diocesana; igualmente de la integración de las esposas de los aspirantes casados y la ayuda que han de proporcionar a sus esposos». «Será, sin duda, muy importante -concluye- el tiempo dedicado a la sensibilización de la Diócesis, explicando todos los aspectos de esta posibilidad de servicio al Pueblo de Dios que ofrece el Diaconado permanente. Como toda tarea que incide en el dinamismo sacramental y apostólico de la Iglesia diocesana, todos están implicados, en su nivel, en pastoral vocacional, en la búsqueda o propuesta de candidatos y a la posterior labor educativa de los que serán, cuando Dios quiera, ordenados diáconos permanentes, casados o célibes».

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