Fomentando la vocación al diaconado permanente

Fomentando la vocación al diaconado permanente

Diác. Gonzalo Eguía
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de abril de 2019

Este lunes día 25, festividad de la Anunciación a la Virgen, el Papa Francisco firmaba en Loreto la Exhortación Apostólica sobre el Sínodo de “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” que se celebró en Roma del 3 al 28 de octubre de 2018. La Exhortación lleva por título “Vive Cristo, esperanza nuestra”. Según informó el Vaticano, mañana día 2 comenzará a publicarse en varias lenguas. El Informativo recoge también la carta («Diáconos permanentes, una realidad viva en nuestra diócesis») que unos días antes, el responsable del diaconado permanente en la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Cerro ha dirigido a sus diocesanos (Coria-Cáceres), en las que invita a «seguir fomentando la vocación al Diaconado permanente». Estas referencias orientan nuestra Editorial de este mes, concentrándonos en la vocación al diaconado de hombres jóvenes.

La Constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium» (1964), en su número 29 daba la posibilidad de restablecer en las iglesias locales el diaconado como grado propio y permanente, señalaba también que este ministerio podía ser conferido, además de a «varones de edad madura, aunque estén casados», también a «jóvenes idóneos».

El Concilio Vaticano II proponía de esta forma un itinerario vocacional al diaconado a los varones, fuesen estos jóvenes o adultos.

Hace veintiún años las Congregaciones para la Educación Católica y para el Clero publicaban las «Normas básicas de la formación de los diáconos permanentes» -junto con el «Directorio para el ministerio y la vida de los diáconos permanentes» (1998), el número 29 de estas Normas, en un bello y sencillo párrafo explicita encuadra el ministerio diaconal dentro del marco vocacional y el discernimiento que la Iglesia debe realizar con quienes se sientan llamados:

«La historia de toda vocación sacerdotal, como también de toda vocación cristiana, es la historia de un inefable diálogo entre Dios y el hombre, entre el amor de Dios que llama y la libertad del hombre que, en el amor, responde a Dios ». Pero junto a la llamada de Dios y a la respuesta del hombre, hay otro elemento constitutivo de la vocación y particularmente de la vocación ministerial: la llamada pública de la Iglesia. « Vocari a Deo dicuntur qui a legitimis Ecclesiæ ministris vocantur ». La expresión no se debe tomar en sentido prevalentemente jurídico, como si fuese la autoridad que llama la que determina la vocación, sino en sentido sacramental, que considera a la autoridad que llama como el signo y el instrumento de la intervención personal de Dios, que se realiza con la imposición de las manos. En esta perspectiva, toda elección regular expresa una inspiración y representa una elección de Dios. El discernimiento de la Iglesia es, por tanto, decisivo para la elección de la vocación; y mucho más, por su significado eclesial, para elegir una vocación al ministerio ordenado.Dicho discernimiento debe realizarse según criterios objetivos, que aprovechen la antigua tradición de la Iglesia y tengan en cuenta las necesidades pastorales actuales. En el discernimiento de las vocaciones al diaconado permanente han de tenerse presentes los requisitos que son de orden general y los que atañen al particular estado de vida de los llamados»

En el número 35 señala la edad mínima para el acceso al diaconado fijado en los 25 años para jóvenes que optan el celibato -35 años para los casados-. En el número 27, en relación con los «los aspirantes y los candidatos más jóvenes» señalaba la importancia del acompañamiento de sus propias familias, así como de las comunidades y asociaciones eclesiales de las que procedían. Es mas, el número 50 de estas Normas daba la posibilidad de que en el caso de candidatos jóvenes, a tenor del Código de Derecho Canónico, podían de formarse «al menos tres años en una residencia destinada a esa finalidad, a no ser que el Obispo diocesano por razones graves determine otra cosa», señalando incluso la posibilidad de crear estas «residencias» de forma inter diocesana, o incluso internacional, y mostrando el interés de que estos candidatos jóvenes pudieran relacionarse «con los diáconos de su diócesis de procedencia».

Es decir, el Concilio Vaticano II y las normas eclesiales posteriores han ido reconociendo la vocación específica al ministerio diaconal, han señalado sus características, y han mostrado la posibilidad de que a esta vocación al ministerio ordenado del diaconado -como en el caso del presbiterado-, puedan acceder varones jóvenes y adultos.

Pasados casi cincuenta y cinco años de la promulgación de la «Lumen Gentium», el diaconado ha conocido un desarrollo y un crecimiento exponencial, como lo comentamos en la noticia sobre la publicación del Anuario Pontificio 2019, pero este desarrollo se ha dado casi totalmente en relación con varones adultos y casados. Es lógico que nos podamos preguntar a qué ha sido debido que no haya un número significativo de diáconos permanentes jóvenes, que acceden al ministerio en la franja de edad de entre 25 y 35 años -como si lo hay en el presbiterado-. ¿Será debido a que no hay en nuestras diócesis un proyecto vocacional al ministerio diaconal, como lo hay en el caso del presbiterado, la vida religiosa, o incluso al matrimonio?. ¿Será debido a que las orientaciones conciliares y posteriores normas eclesiales -algunas de ellas que acabamos de citar- no han sido desarrolladas e implementadas? ¿Será debido al condicionante obligatorio del celibato para vocaciones de varones jóvenes que no han accedido al matrimonio?

Nos parece estimulante leer las palabras que Monseñor Francis¬co Cerro Chaves ha dirigido a sus diocesanos, citando las palabras del XIV Sínodo de su diócesis: “Todos los diocesanos hemos de seguir fomentando la vocación al Diaconado permanente y los organismos diocesanos competentes deberán ofrecerles un acompañamiento cercano y una formación que les ayude a desarrollar su misión con mayor autonomía y una mayor capacitación”. Esperamos con ilusión la nueva Exhortación Apostólica sobre la juventud y la vocación, esperamos encontrar en ella, si no es una referencia explicita al ministerio diaconal, al menos que contenga propuestas que adaptadas a este ministerio, hagan realidad que la Iglesia propone la vocación propia y específica al diaconado, desde la infancia hasta la vida adulta.

Como ya hemos adelantado, ha sido presentado el «Anuario Pontificio 2019» y el «Annuarium Statisticum Ecclesiae 2017», de la lectura de los datos presentes en el Anuario Pontificio, se pueden deducir dos conclusiones respecto al ministerio ordenado: el aumento progresivo del numero de diáconos permanentes en el mundo -como viene sucediendo las ultimas décadas-, y la disminución en el numero de sacerdotes.

El CEBITEPAL propone una nueva convocatoria de la diplomatura en teología del diaconado permanente, tendrá lugar en la Ciudad de México, durante el mes de Junio.

Varias noticias del Informativo tienen que ver con la Asamblea General y Electiva de la Comisión Nacional de los diáconos de Brasil (CND) que tendrá lugar entre los próximos día 4 al 7 de este mes de abril, en el Centro Pastoral «Dom Fernando» de Goiânia.

Con motivo del 50 aniversario de las primeras ordenaciones de diáconos permanentes en la República Dominicana, se está preparando un Encuentro nacional de diáconos y esposas, a realizar el 18 de mayo en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).

Dos noticias de ordenaciones diaconales destacan sobre el resto, la primera de ellas la referida a las ordenaciones celebradas en la archidiócesis de Galveston-Houston -EEUU-, que se acaba de dotar de 42 nuevos diáconos permanentes -varios de ellos latinoamericanos-, y el anuncio de la próxima ordenación de quince nuevos diáconos en la archidiócesis de Panamá.

Se incluye una reflexión sobre el próximo Sínodo de la región amazónica, en relación con los ministerios y la posibilidad de ordenación de «viri probati».

El Centro Internacional del Diaconado (CID) ha dado a conocer la programación del Simposio Internacional sobre la teología del diaconado, que tendrá lugar entre 18-21 de marzo 2020, en la Academia de la Diócesis de Rottenburg Stuttgart -Alemania-, Centro de Conferencias Hohenheim, bajo el lema «¿El rostro de la Iglesia en la vida cotidiana de las personas? El significado del diaconado para una Iglesia diaconal».

En el apartado de publicaciones ofrecemos la segunda entrega del libro «Diaconía en las parras de Chile», del diácono Miguel Ángel Herrera Parra. Se toca también el asunto del diaconado femenino con el libro «Mujeres diácono», escrito por Simonelli, Cristina Scimmi y Moira. También el escrito sobre este mismo tema en portugués por Gary Macy, William T. Ditewig y Phyllis Zagano, «Mulheres diáconos: pasado, presente, futuro». Por último, sobre el diaconado permanente nos hacemos eco de la publicación del diácono brasileño Jose Carlos Pascoal titulado “Não só pelo prazer de escrever, mas pelo dever de lutar”.

En relación con la mujer y el ministerio ordenado, el Informativo incorpora las opiniones del cardenal Ravasi, quien aboga por el diaconado femenino y una presencia «más fuerte» de mujeres en el Vaticano, las del arzobispo de Gatineau -Canadá- que apuesta por las diaconisas como «primer paso» hacia la igualdad en la Iglesia, las del profesor Peter Hünermann, que afirma que la Comisión del Vaticano sobre mujeres diáconos descubrió que «no hay evidencia histórica», sobre la ordenación de mujeres en la patrística, y el artículo de Rota Ferrone, sobre «Mujeres, hombres y el diaconado». Sobre esta cuestión se acaba de conocer la noticia de que la Universidad Católica de Lisboa, con motivo de la presentación del libro anteriormente reseñado -«Mulheres diáconos: pasado, presente, futuro»- va a realizar el próximo día 10 de abril una conferencia sobre «O diaconado femenino, una questão em aberto» con la participación de Phyllis Zagano, co-autora del libro, y el jesuita Bernard Pottier, ambos miembros de la Comisión Pontificia para el diaconado femenino, el encuentro será moderado por el periodista António Marujo y la biblista Luísa Almendra.

En este mes de abril que hoy estrenamos vamos a acceder a Semana Santa, la dura experiencia de la Pasión del Señor, así como la experiencia gozosa y esperanzadora de su Resurrección. A quienes os acercáis a Servir en las periferias os deseamos una vivencia profunda de este que es el Misterio fundamental de nuestra fe: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ven Señor Jesús».

En nombre del Equipo Coordinador y de Redacción, un abrazo fraterno.

Gonzalo Eguía

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