Religión Confidencial ha entrevistado a Juan Carlos Vera, presidente de la Comisión Diocesana de Diaconado Permanente de Madrid y vicario episcopal de la Vicaría I y a uno de los candidatos, Ángel Travesí.
Diferencia entre el sacerdote y el diácono
Juan Carlos Vera explica las diferencias fundamentales entre el sacerdote y el diácono: «El sacerdote o presbítero y el diácono participan de forma distinta del ministerio apostólico del obispo. El presbítero desde una misión más sacramental, propiamente sacerdotal, y presidiendo la comunidad en el nombre de Cristo, Cabeza y Esposo de la Iglesia. El diácono, en cambio, desde una misión propiamente servicial, representando sacramentalmente a Cristo. Es siervo en medio de la Iglesia y del mundo, para alentar esa diaconía bautismal de todos los fieles. Dentro de ese servicio, si el presbítero o el obispo se lo piden, puede bautizar y bendecir el matrimonio, así como predicar, exponer el Santísimo, presidir celebraciones de la Palabra con la comunión o llevar la Eucaristía a los enfermos. Pero no consagrar o confesar, ni administrar la unción de los enfermos, qué son sacramentos más propiamente sacerdotales.
Requisitos para ordenarse diácono
Los requisitos que debe reunir un hombre para ordenarse diácono son los siguientes: El aspirante al diaconado debe tener madurez humana, experiencia espiritual y sentido de comunión eclesial, así como una vida matrimonial y familiar asentada, una autonomía laboral y, sobre todo, una disponibilidad para el servicio que le conviertan en un ejemplo y en un estímulo para otros.
Juan Carlos Vera explica que el proceso formativo se divide en tres etapas: la etapa propedeutica (que se realiza en el seminario), de conocimiento y discernimiento de la vocación, que suele durar un curso; la etapa formativa, para realizar los estudios teológicos necesarios, durante al menos tres años, así como la formación espiritual y propiamente diaconal; y la etapa pastoral, para adquirir los conocimientos prácticos necesarios para el ejercicio de su ministerio. «En este proceso debe ser acompañado también por su esposa, aunque con distinta exigencia, para que juntos puedan hacer el discernimiento necesario de la vocación y dar el consentimiento definitivo».
Diaconado femenino
Respecto a la comisión vaticana sobre el diaconado femenino, el presidente de la Comisión Diocesana de Diaconado Permanente de Madrid recalca que «nunca ha existido como ministerio ordenado en la Iglesia, sino solo con un carácter auxiliar para el bautismo de las mujeres y la unción posterior. En el estudio que se realice habría que considerar su vinculación con el ministerio apostólico, confiado por Cristo y por la Iglesia, según la tradición, solo a los varones. Pero es prematuro para definirse sobre las conclusiones a las que pueda llegarse en dicha comisión.
«Una vocación que nace de la vocación al matrimonio»
Ángel Travesí tiene 60 años y está a punto de jubilarse en su carrera militar (entra en la reserva). Hombre de fe y entregado a su parroquia, su párroco el «santo sacerdote don Miguel Jimeno, ya fallecido», le sugirió el diaconado permanente en 2013. «Salí espantado y dije que ni hablar».
Pero Dios utiliza instrumentos para «mostrarnos el camino vocacional» y años más tarde, al conocer a Juan Carlos Vera, comenzó un proceso de discernimiento de su vocación junto a su mujer. «Todo lo que viene de Dios es natural, nada es forzado», subraya.
Para Ángel, «la vocación al diaconado nace de otra vocación que es la del matrimonio. Por lo tanto, antes de ordenarme diácono permanente debo contar con la autorización de mi mujer», recalca Ángel a RC.
Este militar, abuelo de 5 nietos y padre de seis hijos (uno fallecido con 28 años que padecía parálisis cerebral), deja claro que los diáconos permanentes «no son sustitutos de los sacerdotes» y su misión se centra fundamentalmente en la caridad.
Tres oficios
Ángel explica que el diácono permanente cumple principalmente, tres oficios: el de la caridad como es dedicarse a los más pobres, llevar la comunión o atender a personas necesitadas. «Esta misión efectivamente la realizan muchos laicos. La diferencia es que nosotros nos hemos entregado como diáconos de manera permanente», puntualiza.
Tras su ordenación, el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, puede destinarle a una parroquia o misión concreta siempre de acuerdo con las características «de nuestra familia y nuestra disponibilidad. Como el cardenal conoce nuestras circunstancias, seguro que el destino será el correcto», afirma.
Otra de sus funciones es la de predicar la Palabra y, por lo tanto, podrá pronunciar homilías siempre y cuando le autorice el párroco y por último, la asistencia a la Liturgia, ayudar a los obispos en las celebraciones eucarísticas, o bautizar y bendecir matrimonios.
«Hace falta mucha formación entre los jóvenes»
En relación a su matrimonio, el nuevo diácono permanente aclara: «En mi caso, la primera caridad es con mi mujer y mi familia. Normalmente, no hay fricciones entre mi dedicación como diácono y estar al lado de mi mujer. Esa ha sido la experiencia de otros diáconos más mayores que nosotros».
Y tampoco existe una incompatibilidad entre el trabajo profesional y su misión como diácono. Es más: «El diácono en sus funciones no percibe retribución alguna de la Iglesia. Se mantiene de su trabajo profesional», aclara.
Lleva 32 años casado con Ana y para él, la fe y la comunión de ideas son fundamentales para el éxito en el matrimonio. Considera que a los jóvenes les falta mucha formación cristiana, una de las razones entre otras muchas por las que desciende el número de bodas por la Iglesia.
Por último, confiesa que sus hijos están contentos con la vocación de su padre y concluye: «El diaconado nos ha unido más en nuestro matrimonio».