Carta a los Reyes Magos

 

Diác. Alberto Álvarez Pérez

Referente Diocesano del CIDAL en Sevilla, España

Sevilla, 12 de enero de 2010

 

Como soñar es gratis, la noche de Reyes Magos mantuve un diálogo con ellos. En aquella ansiada víspera, encerrado en mi habitación, les dije  que me agradaba la vida que Dios había escogido para mí, que me encontraba orgulloso del tiempo en que me encontraba viviendo, que me hallaba a gusto en mi cultura y feliz en mi tierra a pesar de tantos desajustes, tantos espirituales como morales; que era fantástico estar vivo en este momento de la historia y que me alegraba de ello con toda el alma. Les insinué que continuamente escuchaba a gente que comparaba y se quejaba de que hubiese preferido haber nacido en otro lugar del mundo. Para mí que todos los tiempos son buenos y todas las tierras son sagradas y que a mí me encantaba esta tierra y que no la cambiaría por nada del mundo.

No es pedantería, queridos Reyes Magos, pero amo a mi cuerpo y mi alma, mi inteligencia y mi memoria tal como Dios me la ha dado.  Posiblemente, les añadí, muchas personas tengan cuerpos más sanos e inteligencia más agudas que la mía, pero yo aprecio y valoro mi cuerpo y mi inteligencia más que ningún otro, porque es el que me ha dado de forma gratuita. También les insinué que Dios me prepara cada día, como a todo el mundo, los acontecimientos que salen a mi encuentro, las noticias que leo, el tiempo que me espera y el estado de alma que se apodera de mí, para que desde la razón personal pueda decidir libremente todo aquello.

Soy hijo del tiempo y considero que es un legado divino que deseo aprovechar con fe y alegría, sin desanimarme ni desconfiar nunca. Dios, gracias por darme este mundo, por la vida, por esta tierra y por este tiempo. Al despertarme de aquel sueño, me encontré en mi salita de estar, como regalo, con las sonrisas alegres de aquellos Reyes Magos. 

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