“Breve Estudio sobre el diaconado en las Iglesias Bautistas»

“BREVE ESTUDIO SOBRE EL DIACONADO EN LAS IGLESIAS BAUTISTAS”

 

Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu
Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. (Hechos 6:3)

El diaconado es un ministerio vital.

Tenemos que enfatizar la gran bendición del Señor que representa el ser diácono de una iglesia. Son muy
altos los beneficios que se reciben, tanto en la persona del diácono como en las personas que ministra al
desempeñar este oficio establecido divinamente.

Gregory dice: “El más alto honor que puede recibir un hombre es el de ser elegido y ordenado diácono de su
iglesia. Ser diácono es ser “servidor de Cristo” y su trabajo debe ser de servicio cristiano desinteresado y
dedicado al Señor. El diácono viene a ser la “sal” de la iglesia, porque así como este elemento concentrado
transforma el sabor de los alimentos, el diácono tiene la oportunidad de darle a su iglesia un sabor espiritual.
La iglesia, por regla general, refleja en su crecimiento el trabajo que hacen sus diáconos. En virtud de esto se
puede afirmar que hay bendición en la iglesia que tiene un grupo de servidores de Cristo que fielmente
desempeña sus funciones. De esta forma, el ministerio de la Palabra de Dios es más poderoso y eficaz”. 1

1. EL LLAMAMIENTO DIVINO DEL DIÁCONO.

Al igual que los pastores, los diáconos son oficiales eclesiásticos, ordinarios, bíblicos, en las iglesias. 2

Los diáconos, al igual que todos los que ocupan ministerios, son llamados por Dios. Esto constituye una gran
honra para el que recibe y responde a tal llamamiento.
Según el Diccionario de Teología, 3
ser llamado por Dios implica:

1) Que es un acto de la Gracia y el Poder de Dios por medio del cual nos une soberanamente a sí (2 Timoteo
1:9).

2) Dios el Padre es el agente específico quien llama. (Hebreos 5:4).

3) No solo invitando, sino de acuerdo con su propósito eterno en Cristo, también misericordiosa y
poderosamente introduciéndonos a su reino, llamamiento que nunca puede deshacerse (Romanos 11:29).

4) Es un acto soberano de Dios y no puede de ninguna manera ser consecuencia del comportamiento de una
persona (Romanos 9:11).

5) Tiene una orientación teológica, asociado con el propósito final que Dios tiene para su pueblo. De que sus
siervos tengan: Compañerismo con Cristo (1 Corintios 1:9); Bendición (1 Pedro 3:9); Libertad (Gálatas
5:13); Paz (1 Corintios 7:15); Santidad (1 Tesalonicenses 4:7); Participación en el reino y la gloria de Dios (1
Tesalonicenses 2:12); y un grado honroso (1 Timoteo 3:13).

Alejandro Treviño afirma: “Dios llama distintamente a los que ÉL quiere. Ni la educación del hombre, ni su
posición, ni sus méritos, si los tiene, son motivo de este llamamiento. Dios libremente escoge a quienes ÉL
quiere y necesita. Cuando alguien ha sentido este llamamiento debe aceptarlo sin ninguna excusa, pues es
inútil tratar de huir como Jonás o poner pretextos como Moisés. No todos son llamados del mismo modo.
Algunos como Isaías y Pablo necesitan de una visión especial. Otros solo han oído la invitación con una sola
palabra: “Sígueme”. Pero cada uno recibirá un llamamiento apropiado a su condición y tan claro que no le
deje lugar a duda. Dos cosas sienten los que son llamados: La primera es su responsabilidad si no cumplen
con su deber. La otra es, un alto concepto de su misión. Consideran su trabajo no como una empresa humana,
sino divina. La convicción de ser llamado a servir, dará valor, confianza y aún atrevimiento a su ministerio”.4

Creo que Dios conoce a todos sus hijos por nombre y en detalle sus características personales. Al organizar la
estructura de su Iglesia, el Señor tomó muy en cuenta a los diáconos y los llama por nombre.

2. LA IMPORTANCIA DEL DIÁCONO.

Es muy evidente en las Escrituras la importancia del oficio del diácono

1) Porque viene a llenar una necesidad apremiante y permanente en las iglesias (Hechos 6:1-3).
Matthew Henry dice: “La primera discordia en la iglesia fue por asuntos materiales. No se nos dice quiénes
eran los culpables. No hay duda que los apóstoles habían tratado de obrar con toda imparcialidad, pero por el aumento de la grey, ellos no podían atender a todas las ovejas por igual.

Asistir las necesidades materiales de la congregación era un trabajo que necesitaba mayor eficiencia de la
realizada hasta ese momento. Por eso, debían elegirse personas aptas”. 5

2) Se observa la importancia de su cargo por la excelencia de vida que se le demanda en los requisitos
bíblicos (Hechos 6:3). El mismo Henry dice: “Debían ser de buen testimonio, es decir, que no tengan nada
escandaloso que se les pueda reprochar, que sea notoria su integridad y su virtud de manera que se le pueda
confiar sin escrúpulos este trabajo. Llenos del Espíritu Santo, varones espirituales carentes de carnalidad,
para que sean imparciales en el desempeño de su cargo. Llenos de sabiduría. No solo honestos y espirituales,
sino también competentes, no solo en el conocimiento de las Escrituras, sino también en todo aquello que
requería el oficio que iban a realizar, es decir, ser prudentes y experimentados”. 6

3) Asimismo, la trascendencia del cargo del diácono resalta por la influencia de su conducta. (Hechos
6:5,8). Un buen diácono es un ejemplo para toda la gente que le rodea tanto en la iglesia como fuera de ella.
Su ejemplo debe resaltar en sus virtudes cristianas, en su reverencia, en su oración, en el conocimiento de la
Palabra de Dios, en su espíritu de servicio y en su consagración.

Webb dice: “Las calificaciones elevadas para los obispos y diáconos que se encuentran en 1 Timoteo 3:1-13,
indican claramente que las iglesias del Nuevo Testamento los consideraban como ejemplos de la vida
cristiana. Esto sigue siendo cierto en las iglesias de la actualidad. La congregación busca que su pastor y sus
diáconos sirvan como ejemplos tanto en su calidad de vida como en su ministerio activo”. 7

4) Igualmente, su importancia se mira por el trabajo que desempeña. (Hechos 6:2-3). El de servir. Dice
Harvey: “En la Biblia el oficio del diácono se consigna con la palabra “diakonos” que significa el que sirve y
con el verbo “diakonein”, servir. Términos muy apropiados para las tareas del cargo de los diáconos”. 8
El Diccionario Bíblico dice: “Básicamente diakonos es un servidor, y a menudo el que sirve a la mesa, o sea
camarero. Sin embargo, en el uso técnico cristiano, es común para designar a un servidor de Dios como en 1
Tesalonicenses 3:2. Diakonos (ministro o sirviente) aparece treinta veces en el Nuevo Testamento. Y
Diakoneo (Ministrar) y Diakonia (Ministerio) aparecen otras setenta veces en el mismo. En toda esta centena
de referencias nunca se pierde su relación con la provisión para las necesidades y el cumplimiento de
servicios”.9

Hayes afirma: “Cuando estamos hablando del ministerio de los diáconos, estamos hablando de servicio. El
propósito principal de ser diácono es para servir más ampliamente. Una persona que no puede o no quiere
servir por cualquier motivo, (Delicado de salud, falta de tiempo, falta de interés, etc.), no debe ser nombrado
como diácono”. 10

3. EL ORIGEN Y LA PROYECCIÓN DEL OFICIO DEL DIÁCONO.

Gregory comenta: “El “Servidor de Cristo” surgió de una necesidad básica en la iglesia del primer siglo.
Había crecido rápidamente y la doble función de los apóstoles, de predicar y orar, además de atender las
necesidades materiales de la congregación fue agobiante. Se dieron cuenta de la imposibilidad de realizar la
doble tarea. Por eso pidieron a la iglesia nombrara a siete varones para que se encargaran de “servir a las
mesas”. Así, estos servidores aliviaron la carga de los apóstoles quienes pudieron darse por entero a la labor
espiritual. Es cierto que a esos varones no se les llamó diáconos, pero también es cierto que su trabajo era
claramente un diaconado. La base de la institución del diaconado se encuentra en esta función. La iglesia,
guiada por el Espíritu Santo, nombró a estas personas para que auxiliaran a los apóstoles en su ministerio. Es
tan importante esta ayuda, que todas las iglesias neotestamentarias nombraron hombres con propósitos
similares y los llamaron diáconos (Filipenses 1:1). Los “siete varones” nombrados para ayudar a los
apóstoles, son los antecesores de los diáconos que ahora sirven en las iglesias y auxilian al pastor”. 11

Hayes vuelve a afirmar: “Nuestro entendimiento del ministerio del diácono es principalmente en relación con
su pastor. Uno de los propósitos principales, (si no el propósito principal) de su ministerio (trabajo), es con el
fin de librar a su pastor para que él pueda llevar a cabo sus responsabilidades primordiales.

¿Qué pueden hacer los diáconos, en términos prácticos, para quitar parte de la carga de su pastor? ¿Cómo
pueden servir a su pastor para que él pueda servir mejor a toda la iglesia? Los diáconos deben sentir que el
ministerio de su pastor es también el ministerio de ellos. Los éxitos y fracasos del pastor son sus éxitos y
fracasos también. Todos forman un equipo cuyo único fin es glorificar a Dios”. 12

4. REQUISITOS DEL DIÁCONO.

Hay dos pasajes bíblicos que nos presentan muy claramente el perfil espiritual del diácono: Hechos 6:1-10 y
1 Timoteo 3:8-13. El diácono sincero hará bien en estudiar cuidadosamente estas Santas Escrituras y tenerlas
como la meta a alcanzar en su constante crecimiento.
1º Los requisitos según Hechos 6:1-10:

1) Hombres llenos de Buen Testimonio. (6:1-3a). Buena conducta para con los de adentro y para con los de
afuera. Que nadie pueda reprocharles nada.

2) Hombres llenos del Espíritu Santo. (6:3b). Que todo lo que hagan sea inspirado por el Espíritu Santo,
dirigido por el Espíritu de Cristo y para la Honra y la Gloria del Espíritu de Dios. Hombres que dejan bajo el control del Espíritu la dirección de toda su vida.

3) Hombres llenos de Sabiduría. (6:3c). Es decir, que sepan siempre lo que se debe hacer y como se debe
hacer.

4) Hombres llenos de Fe. (6:4-7). Que crean en Dios y en su Poder con todo su corazón, alma y vida. La fe
es la mano que toma las bendiciones del Señor.

5) Hombres llenos de Gracia. (6:8a). Gracia para con Dios y gracia para con los hombres. La Gracia es una
virtud indispensable en todo ministerio, pero principalmente en el diaconado.

6) Hombres llenos de Poder. (6:8b). Que demandan y reciben poder para vencer. Murray recuerda: «El
poder no reside como una posesión permanente en los siervos sino en el Señor de los siervos. Ellos deben
pedirlo, recibirlo y usarlo en el ejercicio de su ministerio”. 13

7) Hombres llenos de la Plenitud de Dios. (6:9-10). Es decir, que nadie pueda resistir el torrente
avasallador de su ministerio.

2º Los Requisitos según 1 Timoteo 3:8-13.

1) Los requisitos morales del diácono. (3:8). Honesto, sin doblez, no dado al vino, no codicioso de
ganancias deshonestas, son cualidades morales demandadas al diácono. Hombre cabal, que se pueda confiar
en él, que no diga una cosa y haga otra. Que no usa bebidas alcohólicas en ninguna forma. Si tiene un
negocio que sea honesto completamente, asimismo si es empleado, debe ser digno de confianza.

2) Los requisitos espirituales del diácono. (3:9-10). Que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia.
Firmes en sus convicciones doctrinales, con una firmeza que dé estabilidad a la iglesia. Que salgan aprobados
en el examen diario de su testimonio. Irreprensibles.

3) Los requisitos familiares del diácono. (3:11-13). Las mujeres, posiblemente diaconisas o esposas de los
diáconos, también deben ser excelentes en su conducta. Pablo presenta aquí cuatro cualidades de ellas:
Honestas, no calumniadoras, sobrias y fieles en todo.
“Los diáconos deben ser maridos de una sola mujer, es decir, casados con una sola esposa. Y que gobiernen
bien sus hijos y sus casas. Deben mostrarse en las relaciones con su familia, madurez, sabiduría y amor de
Dios”. 14

Webb, bosqueja esos requisitos de la siguiente manera: Diáconos (8-10); esposas de diáconos (11) y vida
familiar y matrimonial de los diáconos (12-13). 15

5. LA MAYORDOMÍA FAMILIAR DEL DIÁCONO.

Dios espera de cada diácono un excelente mayordomo de su familia. Así lo expresa en su Palabra,
especialmente en 1 Timoteo 3:8-13.

Pero, no solamente el Señor, también la iglesia espera que los diáconos sean siervos ejemplares en su vida
familiar cristiana. Sabemos que esto no se logra automáticamente por el solo hecho de ser diácono, sino por
la relación que toda la familia sostenga con el Señor Jesucristo. 16

El diácono debe invertir principalmente en su familia todas las capacidades y recursos que el Señor le ha
dado, antes que dedicarse a las demás familias de la iglesia. Como buen administrador debe ejercer una
mayordomía integral de su vida, dones, talentos, bienes, tiempo y dinero, y aplicarlos al cuidado de todas las
familias de la congregación pero primeramente a la suya propia.

También debe velar de una manera muy especial por la vida devocional de su familia. Este es el punto más
importante en la vida familiar. Una vida devocional vigorosa es la base de un ministerio vigoroso. El diácono
debe procurar por todos los medios tener con su familia el culto en el hogar. La Palabra de Dios enfatiza que
los momentos devocionales familiares diarios ayudan para que todos crezcamos espiritualmente. Hay grandes
beneficios en tener el culto familiar: Nuestra familia aprenderá a conocer a Dios, aprenderá el camino de
Dios, aprenderá a confiar en Dios y aprenderá a obedecer a Dios. (Salmo 78:1-8).

Se espera asimismo, que el diácono sea un buen mayordomo en la relación con su esposa y en la relación con
sus hijos. “El diácono debe ser ejemplar en la fidelidad conyugal, en la expresión de su más puro afecto y
amor hacia su esposa. En el compañerismo con ella, en ayudarle a crecer como persona santa y pura que Dios
desea y en la búsqueda de la dirección de Dios para resolver los conflictos que se presentan”. 17

En relación con los hijos, tampoco podemos exagerar la importancia de su cuidado. Como dice Gregory: “El
hombre a quien se le confiere un cargo eclesiástico debe gobernar bien su casa (1 Timoteo 3:12b). El diácono
debe entregarse a sí mismo en amor íntegro a su familia, debe dedicarle tiempo, amar el compañerismo con
ella, disciplinar a los hijos cuando sea necesario y proveer tanto para las necesidades materiales como
espirituales”. 18

Es muy sabio el Señor al pedir a los diáconos que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Bonnet abunda: “A
menudo es más fácil gobernar toda una iglesia que su propia casa, donde la vista diaria de sus propios
defectos sorprende a todos los que le rodean, los escandaliza y arruina su influencia en ellos. Más el que no
es fiel en las cosas pequeñas no podrá serlo en las grandes. Cuando es así, la fidelidad aparente en los deberes
de la iglesia viene más bien de un celo carnal y del deseo de agradar a los hombres, que del amor de Dios y
de nuestros hermanos. A menudo también, por dar todos sus cuidados, su tiempo, sus fuerzas a las cosas de
afuera, se descuidan las de adentro y se destruye con una mano el bien que se quería hacer con la otra. Este
precepto apostólico de velar por los suyos primeramente es de la más alta importancia”. 19

Webb concluye: “Es cierto que la mayoría de las iglesias nombran como diácono solamente al varón, pero
también esperan que su familia participe como un equipo”. 20

6. ALGUNOS DEBERES DEL DIÁCONO.

Es cierto que en las Escrituras el oficio del diácono se inició con un “servir a las mesas” (Hechos 6:1-3). Pero
no pensemos que en esa sola tarea consiste un ministerio establecido por Dios y tan importante en las
iglesias cristianas. Parece ser que en las iglesias neotestamentarias del primer siglo los diáconos hacían
mucho más que “servir a las mesas”. Según Rand, los diáconos se “encargaban de colectar las ofrendas de la
iglesia, distribuirlas entre aquellos que tuvieran derecho a ellas, visitar a los pobres y a los enfermos, a las
viudas, a los huérfanos y a los que sufrían bajo la persecución, y administrarles todos los auxilios y consuelos
necesarios y oportunos”. 21

Considerando las circunstancias y necesidades de la iglesia actual, el diácono tiene responsabilidades y
oportunidades mucho más amplias.

Podemos citar algunos deberes de los diáconos.

1. Labor de equipo con el pastor. Gregory afirma: “Los oficiales de una iglesia neotestamentaria son el
pastor y los diáconos, de lo cual se deriva que debían demostrar armonía y comprensión en sus relaciones.
Debe tenerse muy presente que la labor del diácono es precisamente la de complementar la obra del pastor y
brindarle todo su apoyo. El pastor y los diáconos constituyen un “equipo espiritual” cuya función es proteger
todos los asuntos de la iglesia. Si este equipo espiritual trabaja en armonía y amor cristianos, el ministerio de
Cristo será más eficiente y desafiante para el mundo, y el pastor y los diáconos mantendrán una relación
espiritual que puede ser la más dulce de la tierra”. 22

Por su parte Webb nos dice: “El ejemplo de servicio del Nuevo Testamento y las necesidades actuales
indican que los diáconos deben servir al lado del pastor en los ministerios pastorales”. 23

Ernest E. Mosley habla de cuidado, proclamación y liderazgo como las responsabilidades entrelazadas y de
mutuo apoyo del ministerio pastoral. Las tres tareas básicas del ministerio pastoral son:

1. Proclamar el evangelio a creyentes e incrédulos.

2. Cuidar a los miembros de la iglesia y a otras personas en la comunidad.

3. Guiar a la iglesia en el logro de su misión». 24

2. Oportunidades de servir cuando la Iglesia está congregada.

1) Su fiel asistencia y puntualidad.

2) La recepción cordial de todos los asistentes y principalmente de los visitantes.

3) Orar con el pastor antes de los cultos y apoyarlo en oración mientras está predicando.

4) Procurar un ambiente de adoración y reverencia en el santuario.

5) La supervisión del uso del púlpito. No solo cuando el pastor está ausente, sino aún cuando esté presente.
Deben velar por el orden en la predicación y la sana doctrina.

6) Dar la bienvenida a todas las personas que responden a la invitación al pastor y participar en el
crecimiento espiritual de los nuevos hermanos.

7) Participar en la administración de las ordenanzas. El Bautismo y la Cena del Señor.

8) La colecta del ofertorio. (Ofrendas y Diezmos).

9) Ayudar al pastor en la atención a las personas que de improviso se presentan solicitando ayuda ya sea
espiritual o material.

10) Atender imprevistos que se presenten durante el culto, tales como desórdenes, o algún problema en la
persona del pastor, de su familia, o en algún otro miembro o familia de la iglesia.

3. Oportunidades de servir cuando la Iglesia no está reunida.

1) El ministerio a las familias de la iglesia. Los diáconos también deben ministrar pastoralmente a las
familias. Es sabio dividir el número de las familias entre el número de los diáconos. Ellos deben visitar
frecuentemente a esas familias y estar al tanto de sus necesidades tanto espirituales como materiales. El
diácono debe principalmente servir a las mesas: La Mesa del Señor, la mesa del pastor y la mesa de las
familias de la iglesia.

Webb dedica los capítulos siete, ocho y nueve de su libro “Diáconos: Siervos Ejemplares en la Iglesia” para
sugerir algunas maneras de servir en el cuidado de las familias de la iglesia. Entre otras cosas dice: “Los
diáconos pueden organizar mejor su ministerio con un plan para ministrar a las familias. Básicamente, este
plan implica formar de las familias de la iglesia grupos de igual número y asignar un diácono a cada grupo.
El plan no es precisamente un programa de visitación aunque implica visitas personales. Es una relación
entre los diáconos y cada miembro de las familias de la iglesia. En esa relación, los diáconos velan por las
familias, les proclaman el evangelio, y las guían a ser parte de una comunión con la iglesia que atrae
bendición”. 25

2) Oración por el pastor y por la Iglesia. Los diáconos deben ser hombres de mucha, muchísima oración.
Deben orar individualmente y reunidos por todos los miembros, nuevos creyentes, simpatizantes, visitantes,
los ancianos, los enfermos, las viudas, los huérfanos, los adultos, los jóvenes, y los niños. Deben orar por la
buena marcha de los asuntos de la iglesia y por su pastor, y sus demás oficiales y líderes. También deben orar
muy especialmente por cada situación difícil que se presente en la iglesia, tales como casos de pecado,
inmoralidad, división, o conflictos.

3) Disciplina Moral y Espiritual en la Iglesia. Deben estar atentos en auxiliar al pastor en la consideración
de casos que demandan disciplina. No con autoridad, sino con un espíritu de servicio. Como dice Brister: “El
ministro es un miembro del pueblo de Dios y su relación con ellos es en forma redentora. Por lo tanto, al
tratar asuntos dificultosos y espinosos, los diáconos y el pastor no deben perder de vista el objeto de la
preocupación de la iglesia, es a saber, la persona misma y su relación dinámica con Dios y la congregación.
La forma en que se traten esos asuntos determinará decisiones mayores en cada situación y resultará en cada
caso, en alguna forma, en el fracaso o el crecimiento de la vida cristiana de los involucrados”. 26
Los diáconos deben estar atentos en que en cada situación imperen los valores supremos del evangelio como
son: El amor, el perdón, el servicio, la restauración.

Nuestro Señor Jesucristo debe ser el modelo a seguir al tratar asuntos tan delicados. Sobre todo en
situaciones de esta naturaleza, como dice Denton: “Jesús es el modelo para los diáconos para el liderazgo
cristiano. Enseñó que un líder puede ser fuerte sin ser duro, amable sin ser débil, atento sin ser sentimental y
perdonador sin ser flojo”. 27

4) Ser un ganador de almas. Como afirma Gregory: “Nada enciende más la llama del evangelismo en una
iglesia que un grupo activo de ganadores de almas”. 28
No podemos dejar de citar lo que dice Webb en cuanto a esto: “Los diáconos que están interesados en los
demás estarán buscando oportunidades apropiadas y sensibles para testificar a los no creyentes.
Particularmente si éstos se relacionan con las familias asignadas en el plan de ministerio familiar. Cuando los
diáconos aceptan el desafío de compartir las buenas nuevas con los incrédulos, de enseñar a los creyentes el
camino cristiano y de declarar la Palabra de Dios a la comunidad, Dios puede usarlos grandemente como lo
hizo con Esteban y Felipe. 29

5) Apoyo a las organizaciones y ministerios de la Iglesia. Hayes menciona: “Los departamentos, las
comisiones, los ministerios de la iglesia deben ser enriquecidos con la aportación de los diáconos. Deben
estar listos para apoyar con su asistencia y usar su tiempo, talentos, dones e influencia para ayudar en el
avance del programa general de la iglesia”. 30

6) Visitación para dar ayuda espiritual. Estimular a todos aquellos miembros apáticos que se han alejado
de la iglesia para que vuelvan y se integren al trabajo siempre intenso de la Obra del Señor. Motivar a los
enfermos, a los que sufren por la pérdida de un ser querido, a los que enfrentan duras pruebas o crisis
espirituales y personales. Dice Sisemore: “El ministerio de Jesús se caracterizó especialmente por sus visitas
para dar ayuda espiritual a los necesitados. Hoy, los tiempos de angustia ofrecen al obrero cristiano, al
maestro, al pastor, al diácono excelentes oportunidades para impartir ayuda espiritual. Casi siempre cuando
uno entra en un hogar donde hay enfermedad o angustia o donde son evidentes las necesidades espirituales,
será recibido con una calurosa y sincera bienvenida. Dondequiera que haya necesidad, dondequiera que haya
corazones abatidos, dondequiera que haya emociones profundas, el “mensaje de luz” es bienvenido”. 31

7) Participar activamente en las Finanzas de la Iglesia. Para ello deben ser fieles diezmeros. Asimismo
deben preocuparse porque todos los demás miembros también lo sean.

8) Cuidar las propiedades de la Iglesia. En el amplio sentido de la palabra. Velar porque todos los
documentos de éstas estén en regla. Asimismo guiar a la iglesia en la adquisición de otras. Estar al pendiente
de su mantenimiento y conservación.

9) Ser progresistas. En el sentido de favorecer cambios benéficos para la Iglesia, siempre y cuando se
mantenga la pureza del evangelio. Ayudar a la iglesia a tener una visión mejor de sus ministerios, metas,
objetivos, funciones, etc.

10) Velar por el bienestar del pastor. Procurar que se le pague un sueldo digno. Porque nada falte a su
mesa. Porque tenga todo lo necesario, no lujos, para él y su familia. Auxiliarlo cuando éste se sienta agobiado
por la carga del trabajo o los problemas en la iglesia.

7. ALGUNOS ASPECTOS GENERALES DEL DIACONADO.

1) El número de los diáconos. Debe ser determinado por la iglesia según sus propias necesidades. Fabián,
obispo de Roma, pensaba que debían ser invariablemente siete, y dividió la ciudad en distritos y los asignó a
cada uno de ellos. 32

Se recomienda que sean tantos diáconos como puedan atender a toda la congregación designándoles entre
diez y quince familias a cada uno.

2) El tiempo de duración de los diáconos. También queda a criterio de la iglesia y sus necesidades.

“Algunas iglesias tienen a sus diáconos de por vida y solo eligen cuando se presenta una vacante o deciden
aumentar el número. Otras lo hacen por un período específico. Creen que es necesario dar oportunidad a
gente nueva para que sirva al Señor en este ministerio. Promueven la salida del diácono con más tiempo en el
cargo para dar entrada a uno nuevo”. 33

3) Las diaconisas. El nombramiento de mujeres que sirvan en este ministerio también está sujeto a las
necesidades de la iglesia. Tener diaconisas es bíblico por lo que se lee en Romanos 16:1 y Filipenses 4:3; y
muy recomendable por las diversas situaciones que pueden presentarse.

Dewesse nos comenta: “En el Nuevo Testamento, las mujeres tuvieron, aparentemente, lugares de liderazgo
en la iglesia primitiva (ver Hechos 18:26; 21:9; Romanos 16:1 y ss; 1 Corintios 11:5). También en la
actualidad, las mujeres tienen responsabilidades de liderazgo en las iglesias. En diferentes momentos de la
historia, algunas iglesias han nombrado mujeres para servir como diaconisas”. 34

Según Gregory hay algunas buenas razones para nombrar diaconisas en las iglesias: “En la antigüedad se
sintió la necesidad de contar con un grupo de mujeres – diáconos para que realizaran alguna labor en el
campo femenino. Tales como cuidar las puertas de aquella parte del recinto donde ellas se sentaban. Instruir
privadamente a las mujeres, especialmente jóvenes. Auxiliar a las mujeres que se bautizaban. Visitar los
hogares de los gentiles donde había mujeres creyentes. Visitar y ayudar a las mujeres enfermas. Literatura de
los siglos II y III como la Epistalae y la Didascalia hablan del ministerio de las diaconisas en las iglesias
neotestamentarias”. 35

4) La reunión de los diáconos. Por lo menos mensualmente. Deben reunirse para hacer planes, evaluar, pero
sobre todo orar por su ministerio, y el de la iglesia. También para seguir capacitándose. Deben tener
institutos y retiros periódicamente. Son muy recomendables las reuniones con las esposas de los diáconos.

5) La recompensa del diácono. Gregory dice: “El diaconado demanda un trabajo arduo, una consagración
completa y un sacrificio grande. Cabe preguntar entonces: ¿Hay una ganancia por ejercer tal ministerio?
Aunque al cristiano le es difícil hablar de recompensas porque es deudor de la gracia. Sin embargo, el Señor
sí promete un gran galardón para sus “servidores”. En 1 Timoteo 3:13 dice: “Porque los que ejerzan bien el
diaconado ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús”. Por un
grado honroso se refiere a obtener una magnífica posición entre los hombres. Quienes trabajan bien se
aseguran un lugar de alta estima y de influencia en la iglesia. Y por consecuencia una libertad de acción tanto
más grande en la obra del Señor. Hay pocos hombres que hablan confiadamente. El diácono debe ser ejemplo
de valentía en este aspecto.

El diácono ha de verse recompensado cuando ve crecer a su iglesia, sin embargo, mayor será la recompensa
que le espera en los cielos”. 36

8. UNA PALABRA FINAL.

Amados hermanos, el diaconado es un ministerio de servicio y no de mando. Se equivoca quien, quizá con
buenas intenciones, considera el ser diácono como una posición de autoridad en la iglesia, a quien todos los
miembros y aún el pastor tienen que estar sujetos.

No es así. Ser diácono no es ser el supervisor o jefe del pastor. Tampoco es tener una condición más elevada
que los otros líderes. Ser diácono no es tener la capacidad de tomar decisiones sin consultar a la iglesia o
desestimar los acuerdos de la misma. No es tener una posición privilegiada que otorga canongías en la
iglesia, o la libertad de hacer y deshacer dentro de ella. Ser diácono no es ser dueño de la iglesia ni de sus
bienes materiales ni de sus recursos económicos ni financieros.

Ser diácono es ser un siervo (gr. diákonos) o como escogiera el mismo apóstol Pablo, ser esclavo (gr.
dóulos). Ambas palabras están muy relacionadas cuando consideramos su origen. El diácono era un esclavo
que se encargaba de correr delante del carruaje de su señor, para quitar las piedras que había en el camino.
El servicio es el propósito del llamamiento y ministerio del diácono. Ser un servidor no es un título
deshonroso, al contrario, es el de mayor honor en cuanto al reino de Dios se refiere. Nuestro Señor Jesucristo
enseñó con sus palabras y con su ejemplo esto mismo: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,
y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:25-28).

“El Señor Jesucristo es el diácono por excelencia, el que sirve a la mesa de su pueblo”. 37 Con cuánta razón el
salmista dice: “Aderezas mesa delante de mí…” (Salmo 23:5).

Hayes termina su escrito: “El Diácono debe ser un ejemplo de lo que significa ser un varón de Dios, fiel en
su servicio positivo para la gloria de Dios”. ¡Amén! 38
_____________________

1. Laverne Gregory M. “El Diácono. Servidor De Cristo En La Iglesia Local”. CBP. Pág. 05.
2. H. Harvey. “La Iglesia. Su Forma de Gobierno y Sus Ordenanzas”. Editorial Mundo Hispano. Págs. 90-91.
3. Ferguson, Wright, Packer. “Nuevo Diccionario de Teología”. CBP. Págs. 586-7.

4. Matthew Henry. “Comentario Exegético Devocional A Toda La Biblia”. Tomo Hechos, Romanos, 1 Corintios. Libros Clie. Págs. 58-59.
5. Ibid. Pág. 59.
6. Henry Webb. “Diáconos: Siervos Ejemplares En La Iglesia”. CBP. Pág. 10.
7. H. Harvey. “La Iglesia. Su Forma De Gobierno y Sus Ordenanzas”.8. Alejandro Treviño. “El Predicador. Pláticas a Mis Estudiantes”. CBP. Págs. 18-9
9. J. D. Douglas, N. Hillyer. “Nuevo Diccionario Bíblico”. Ed. Certeza. Pág. 359.
10. Ralph William Hayes Chaney. “Un Estudio del Diaconado En Las Iglesias Bautistas”. Conferencia inédita impartida a la Convención Regional Bautista De La Laguna. Agosto de 1996. Pág. 09.
11. Laverne Gregory M. “El Diácono. Servidor de Cristo en la Iglesia Local”. CBP. Págs. 06-07.
12. Ralph William Hayes Chaney. “Un Estudio Del Diaconado En Las Iglesias Bautistas”. Conferencia inédita impartida a la Convención Regional Bautista de la Laguna. Agosto de 1996. Pág. 09.

13. Andrew Murray. “Con Cristo en la Escuela de la Oración”. CBP. Pág. 83.
14. Ralph William Hayes Chaney. “Un Estudio Del Diaconado En Las Iglesias Bautistas”. Conferencia inédita impartida a la Convención Regional Bautista de la Laguna. Agosto de 1996. Págs. 06-08.
15. Henry Webb. “Diáconos: Siervos Ejemplares En La Iglesia”. CBP. Pág. 14.

16. Henry Webb. “Diáconos: Siervos Ejemplares En La Iglesia”. CBP. Pág. 41.
17. Ibid. Págs. 42-44.
18. Laverne Gregory M. “El Diácono. Servidor de Cristo En La Iglesia Local”. CBP. Pág. 12.
19. L. Bonnet y A Schroeder. “Comentario del Nuevo Testamento”. Tomo III. CBP. Págs. 689-690.
20. Henry Webb. “Diáconos: Siervos Ejemplares En La Iglesia”. CBP. Pág. 45.
21. W. W. Rand. “Diccionario de la Santa Biblia”. Editorial Caribe. Pág. 176.

22. Laverne Gregory M. “El Diácono. Servidor de Cristo En La Iglesia Local”. CBP. Pág. 13.
23. Henry Webb. “Diáconos: Siervos Ejemplares En La Iglesia”. CBP. Pág. 77.
24. Ernest E. Mosley. “Llamado Al Gozo. Un Designio Para Los Ministerios Pastorales”. Nashville. Convention Press. Pág. 25. (Citado por Webb. Pág. 77.
25. Henry Webb. “Diáconos: Siervos Ejemplares En La Iglesia”. CBP. Págs. 82-83.
26. C. W. Brister. “El Cuidado Pastoral en la Iglesia”. CBP. Págs. 51, 53, 237.
27. Wallace Denton. “Un Hombre Para Todas las Épocas: El Diácono Bautista”. “El Diácono”. Julio de 1979. Pág. 38. (Citado por Webb Pág. 115).
28. Laverne Gregory M. “El Diácono. Servidor de Cristo En La Iglesia Local”. CBP. Pág. 13.
29. Henry Webb. “Diáconos: Siervos Ejemplares En La Iglesia”. CBP. Págs. 99,109.
30. Ralph William Hayes Chaney. “Un Estudio Del Diaconado En Las Iglesias Bautistas”. Conferencia inédita impartida a la Convención Regional Bautista de la Laguna. Agosto de 1996. Pág. 16.
31. Juan T. Sisemore. “Practiquemos la Visitación”. CBP. Pág. 69.
32. Henry Webb. “Diáconos: Siervos Ejemplares En La Iglesia”. CBP. Pág. 82.
33. Ibid. Pág. 12.
34. Charles W. Dewesse. “El Surgimiento del Papel del Diácono”. Nashville Broadman Press. Págs. 15, 30, 38, 49, 57- 59. (Citado por Webb. Pág. 45).
35. Laverne Gregory M. “El Diácono. Servidor de Cristo En La Iglesia Local”. CBP. Pág. 20.
36. Ibid. Págs. 22-23.
37. J. D. Douglas, N. Hillyer. “Nuevo Diccionario Bíblico”. Ed. Certeza. Pág. 359.
38. Ralph William Hayes Chaney. “Un Estudio Del Diaconado En Las Iglesias Bautistas”. Conferencia inédita impartida a la Convención Regional Bautista de la Laguna. Agosto de 1996. Pág. 16

 

 

 

Domingo 13 de noviembre de 2005
(Por el pastor Emilio Bandt Favela)

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