El pasado viernes, 22 de febrero, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, mantuvo un encuentro con los diáconos y los aspirantes al diaconado de la diócesis, acompañados todos ellos de sus respectivas esposas.
Durante la fraternal jornada, que se celebró en el Seminario Conciliar, estuvieron presentes todos los diáconos permanentes que sirven a la Iglesia que peregrina en Madrid. Entre ellos, estuvo Francisco José García-Roca, quien nos recordaba hace unos días que «el diaconado es un servicio precioso a la Iglesia».
Ante el purpurado, también compartió su testimonio Beatriz, la mujer de Jesús, quien se ordenó diácono permanente hace exactamente cinco años. Hoy, Beatriz, siente «una profunda alegría» al vislumbrar cómo su marido, desde la parroquia Santa Teresa, de Tres Cantos, ofrece su servicio y su entrega. Una labor y un privilegio, tal y como reconoce, que «se contagia», sobre todo cuando ve a su marido levantar el cáliz durante la celebración para consagrar y, en su anillo de casado, se siente también presente. Porque son uno en el Padre, y «lo que le pasa a uno, también le pasa al otro».
Testimonio de Beatriz
«Cuando mi marido Jesús se ordenó, recuerdo que aquel día me salía una frase, constantemente pensaba: «Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres».
Esta frase sigue saliendo cuando hablo del diaconado de Jesús porque es un privilegio, es una cercanía al Señor. A mí me impresiona cuando Jesús levanta la copa de la salvación para consagrar, al ver su anillo de casado, eso a mí me causa una especie de revolución y pienso: «¡Qué bien! ¡Ahí estoy yo también!». Porque, claro, estamos muy unidos. Y lo que le pasa a uno, también le pasa al otro.
También para mí significa que el Señor ha tenido una deferencia preciosa con esta familia, porque mi marido Jesús está tan cerca del Señor, que nos lo trae a casa cada día. Cuando llega de bautizar llega tan contento, tan pletórico. Eso se contagia. Es un privilegio, es una alegría para todos.
Dificultades… Bueno, a veces Jesús, que le gusta una barbaridad, se da mucho en la parroquia, y yo tengo que tomar un papel muy feo, y decirle: «Para un poco Jesús, que la familia estamos aquí y hoy tenemos planes con amigos». De vez en cuando hay que frenar un poquito, no mucho, pero un poquito solo… y ahí estamos».
Fuente: Infomadrid