Año 2020, ¿un año para olvidar?
Diác. Gonzalo Eguía
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de enero de 2021
El año 2020 ha estado totalmente condicionado por la pandemia mundial de Covid-19, este virus y sus efectos condicionan también este año 2021 que hoy estrenamos. La web y el Informativo se ha ido haciendo eco de sus repercusiones en la vida cotidiana, tanto en lo social como eclesial. No sabemos con certeza qué de lo que estamos viviendo ha venido para quedarse, y qué es pasajero, pero en ambas ámbitos nos preguntamos si el año 2020, como se dice la gente estos días ante la llegada del nuevo año, no será un año para olvidar.
Como parte de la ciudadanía hemos percibido el dolor y la impotencia sobre todo por la pérdida de gran parte de una generación de personas mayores, que siempre han dado la vida por los demás. También hemos aprendido la importancia de lo comunitario, del cuidado mutuo, del respeto a las directrices sanitarias, del trabajo al servicio de los demás de manera callada y totalmente altruista, en servicios pequeños, cotidianos, cuasi insignificantes. La relevancia de la investigación sanitaria y la necesaria inversión económica en la misma.
No podemos olvidar la repercusión que esta epidemia ha tenido y tiene en nuestras vidas. Toda esta experiencia debe ayudarnos para ser más plenamente humanos, más solidarios, más conscientes de la repercusión de las decisiones que como humanidad estamos tomando en relación con el medio ambiente, con el progreso de todas las naciones…
En el momento presente en concreto, sentimos una llamada clamorosa a exigir a nuestros gobernantes el acceso mundial a las vacunas. A trabajar por el acompañamiento y promoción de los más damnificados por la pandemia en los niveles laborales, sociales, sanitarios… A revisar nuestro compromiso ante las pandemias y epidemias mundiales olvidadas: el Ébola, el Sarampión, el Dengue, la Fiebre amarilla… También a activar nuestro compromiso ante una economía «que mata», ante el cambio climático… No se trata de olvidar, sino de todo lo contrario, grabar esta vivencia en nuestros corazones y en nuestras vidas, para actuar de otra manera, para vivir de otra manera, más al estilo de Jesús.
Y si los efectos en la vida social son claros, no es menor la repercusión en la vida eclesial. Nos preguntamos qué de todo lo que estamos viviendo es transitorio, y qué ha venido para quedarse y por lo tanto transformará la vida y las prioridades de nuestras comunidades.
Hay quienes optan por la transitoriedad de esta situación, quienes afirman que estamos en una «época de cambios», y por lo tanto se trata de resistir este momento puntual. También quienes insisten en que estamos viviendo, con motivo de esta crisis sanitaria, un «cambio de época», que marcará un antes y un después.
No, no podemos olvidar este año 2020. Es el momento de arrimar el hombro en esta situación y de interiorizarla espiritual y comprometidamente. De preguntarnos qué nos quiere decir Dios en este momento duro y crítico, qué espera de sus hijas e hijos, teniendo como horizonte la persona de su Hijo recién nacido, y de su Mensaje de fraternidad universal. Pensamos también cómo afecta esta situación al desarrollo del ministerio diaconal, cuales van a ser las nuevas pobrezas, las nuevas periferias, las nuevas diaconías, tanto locales como mundiales, a las que habrá que hacer frente.
Muchos insisten en la maldición que ha supuesto este año 2020, también quienes, sin negar los traumático del mismo, reivindican la necesidad de ser bendición, buena noticia, para los demás, de recuperar el poder transformador del Evangelio en este momento que nos toca vivir. ¿Cómo ser hoy y aquí buena noticia?
No, no podemos olvidar lo vivido este año trágico y duro, que ha sido también solidario y esperanzador, olvidarlo supondría perdernos totalmente como ciudadanía y como seguidoras y seguidores de Jesucristo.
El Papa Francisco ha publicado la Carta Apostólica «Patris Corde», con motivo del 150º aniversario de la Declaración de San José como Patrono de la Iglesia Universal, convocando a un año jubilar en honor al padre de Jesucristo en la tierra. Hemos conocido también las intenciones de oración del Papa Francisco para el 2021.
El pasado 5 de diciembre tuvo lugar desde Bogotá el Primer Encuentro Virtual de los diáconos de las Américas. Tomaron parte aproximadamente setenta personas, el tema del Encuentro fue «El diácono permanente, testimonio animador de la misión de la Nueva Evangelización».
Desde la Red Iberoamericana de diáconos permanentes se siguen ofreciendo testimonios, oraciones y reflexiones de diáconos y esposas, el Informativo aporta reseñas de algunas de ellas y ofrece el link donde poder consultarlas.
La Comisión Nacional de los diáconos de Brasil ha publicado la programación de actividades del año 2021, así como el Mensaje de Navidad de su presidente.
En Portugal se ha celebrado el día 1 de diciembre, de forma online, la jornada Nacional del diaconado permanente en el contexto de los «Cuarenta años de las primeras ordenaciones de diácono permanentes». Desde este mismo país se ha hecho público que, con las dos últimas ordenaciones celebradas el pasado mes de diciembre, la diócesis de Oporto llega al número de cien diáconos.
De igual forma, en España tuvo lugar el día 7 de diciembre, el XXXV Encuentro de Diáconos Permanentes de España, bajo el título de «El diaconado permanente en tiempos de Covid-19», se aportan algunos vídeos de intervenciones producidas en el Encuentro, así como alguna reseña.
Seguimos conociendo la imparable y creciente ordenación de nuevos diáconos, algunos muy numerosos como son el caso de la archidiócesis de Belém -Brasil- con veintisiete ordenaciones, once en la diócesis de Matamoros -México-, seis en la diócesis de Registro, los primeros de esa iglesia local, el mismo número en la diócesis de Macapá, cinco en Novo Hamburgo, estas últimas diócesis brasileñas, cinco también en Barcelona -España, y cuatro en la diócesis de Natal -Brasil-.
El diácono portugués Joaquim Armindo continúa con sus colaboraciones, las correspondientes a este mes se titulan: «Los diáconos servidores de la Humanidad» y «Cuando el clero toma el papel de los laicos».
Se ha conocido la publicación de dos libros sobre el diaconado en portugués, el primero de ellos del diácono José Duran se titula «Diácono sempre», el primer volumen de los escritos sobre el diaconado permanente en Brasil. El segundo se publicará este mes de enero, su autor es el diácono Luciano Rocha Pinto tiene como título «Ministério diaconal: História e Teologia». Además, el diácono Milton Jorquera, de la diócesis de Iquique, lanza libro en honor a la Virgen del Carmen de la Tirana.
Son varios los testimonios de diáconos de diferentes lugares de Iberoamérica. Uno de ellos, del diácono Alirio, relacionado con el tema de la diaconía ambiental de la parroquia, el del diácono permanente Osvaldo Medici sobre su experiencia en el santuario de Cura Brochero, y también el de los diáconos de Burgos en España.
Con este número 70 de nuestros informativos, comenzamos un nuevo año, el sexto de nuestra publicación, lo hacemos bajo la mirada de San José, a quién el Papa ha dedicado este nuevo año jubilar. San José es mediación insospechada de Dios para la llegada, protección, acompañamiento y entrega en el amor de Jesús. A él, patrón de la Iglesia universal nos acercamos para pedir que su estilo de vida callada, desapercibida. servicial y entregada sea el nuestro. Con cercanía y cariño os deseamos un año 2021 fructífero en servicio en las periferias de nuestra vida.
En nombre del Equipo Coordinador y de Redacción, un abrazo fraterno.
Gonzalo Eguía