Temas de reflexión: "¿Dios está ausente?" Diácono Víctor Loaiza Castro

Recopilado por Diácono Víctor Loaiza Castro ,  Guayaquil, Ecuador

Querido hermano, parece que andas mal, te encuentro a punto de caer.  Déjame darte la mano.

Supongo que tú eres un hombre o mujer de mundo actual, banquero, artista, comerciante, médico, abogado o ama de casa.  Un ser común y corriente de hoy: producto de la sociedad urbana, industrial, científica, tecnológica, de consumo, o del mundo agitado de la comunicación.

Esto quiere decir que eres un ser dividido en partes, cortado por dentro y por fuera, preocupado por un mundo con problemas, tensionado, hasta que se te ponen los pelos de punta cada vez que oyes un noticiero, lees un periódico o miras la televisión.

La neurosis te desfigura, desde el inconsciente, tu diario morir, perdón vivir.  Sientes hastío, desorientación, cansancio, angustia, malos pensamientos, odios, ausencia de alegría, ausencia de paz, AUSENCIA DE DIOS.

¿Será que el hombre moderno se quiere salir de las manos de Dios?

Y estas cosas son iguales para el empresario, el profesor, la secretaria, el obrero, como para el sacerdote, el diácono permanente, la religiosa, el ateo, el judío, el ladrón.  Parece que a todos se nos cansó el corazón, se nos secó el alma, huyó el amor, estamos viviendo el absurdo de un diario morir, estamos sufriendo la AUSENCIA DE DIOS.  ¡Una situación para llorar!

No debemos olvidar que Dios es más que un hombre, que un concepto, que un mito, que una teología, que una ilusión.  Si no fuera más que estos sueños, su ausencia se convertiría en ventaja, en un equilibrio interior, en un encuentro con nosotros mismos, en la autonomía, el señorío, la libertad.   Esta amarga experiencia de VIVIR SIN DIOS, nos confirma que ÉL lo es todo, que está todo en todos, que está presente en toda realidad.  Es comparable al aire, al espacio, a la luz, al ser, pero con la condición de entenderlo como íntimo, como amigo, como una persona interior.

Si una edificación fuera consciente, se daría cuenta de que no podría mantenerse en pié sin los cimientos que le dan firmeza y estabilidad.  Un automóvil, si fuera consciente, correría adorando los caminos y las carreteras, pues sin ellas no podría avanzar.  Una sala de clases sin profesor, un reloj sin cuerda, un día sin sol, son pequeños símbolos de lo que nos  está pasando por dentro; que nuestra vida SIN DIOS está llegando a ser un absurdo, un contrasentido, un avanzar sin rumbo, sin gusto, hacia una mañana sin horizonte, sin Más Allá.

¿Vas entendiendo lo que te sucede? ¡Qué locos somos, que tontos, qué suicidas!  Prescindir de Dios equivale a volar en pedazos, olvidados de nosotros mismos, angustiados por tonteras, perdidos en el detalle, en lo ridículo, en lo particular.

Sin Dios, y ésta es la situación de muchos, la vida pierde su sentido, su proyecto, su destino, su orientación.

Con mucha pena es necesario señalar que debido al exceso de ciencia, de tecnología, de industria, de comercio, de sexo, de consumo, de licor, DIOS está siendo reducido a un nombre SIN ROSTRO, a una palabra vacía, sin sentido, sin trascendencia, sin cuestionamientos; a un vocablo que no apela a ninguna experiencia particular.

Curiosamente, en este vacío de valores, esta AUSENCIA DE DIOS es una forma negativa pero eficaz que tiene Dios para hablarnos.  Tanto asesinato, tanta neurosis, tanto suicidio, tanta angustia y desorientación nos está diciendo a gritos, con desgarramientos del alma, con angustias del corazón, que andamos equivocados, que perdimos el camino, que necesitamos redescubrir a Dios si queremos la paz.   Negar a Dios, en el fondo, viene a equivaler a negarnos a nosotros mismos, porque es quitarnos el piso, el fundamento, el alma, el ser.

Sin Dios volamos al espacio, diseminados, como partículas atómicas, fragmentadas por un ciclotrón.

La muerte absoluta de la palabra DIOS, una muerte que borrará incluso el pasado de la misma, sería la señal, no oída ya por nadie, de que el hombre mismo ha muerto.

Reacciona, hermano, aún es tiempo.  La vida que llevas no es solo una negación a Dios; sino que equivale a un verdadero suicidio; la negación a ti mismo.

¡Es hora de volver a Dios si quieres salvarte a ti mismo y salvar a la sociedad!

Fotografía tomada de: www.viceversa-mag.com

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