Saludos para el 1r Encuentro Nacional de Esposas de Diáconos permanentes y de candidatos al diaconado, Bogotá 15, 16 y 17 de agosto de 2015

17Saludos para el 1r Encuentro Nacional de Esposas de Diáconos permanentes y de candidatos al diaconado,  Bogotá 15, 16 y 17 de agosto de 2015
Un saludo muy cordial  a todos los participantes en este 1r Encuentro Nacional de esposas y mis mejores deseos para que se desarrolle felizmente. Saludos también de los diáconos y esposas de Barcelona, España, en especial de mi esposo Aurelio, que es diácono en la diócesis desde hace 33 años. Les transmito también el saludo y los buenos deseos de parte del Centro Internacional del Diaconado, a cuya Junta Directiva pertenezco, como representante de las esposas de los diáconos miembros del Centro.
Cuando supe por María Nery Malagón la existencia en Colombia de la Asociación de Fieles Laicas, FEBE, y más concretamente, la realización del 1r Encuentro Nacional de Esposas de Diáconos permanentes y de candidatos al diaconado, tuve una gran alegría. Desde que el Concilio Vaticano II restauró el diaconado como grado permanente, con la posibilidad de ser conferido a hombres casados (Lumen  Gentium, 29), más de 42.000 hombres han sido ordenados diáconos; de ellos el 93% son casados; esto supone que hay unas 40.000 mujeres que han hecho una opción de vida compartida con sus esposos, apoyando con generosidad su ministerio. Compartir la vocación al diaconado en la Iglesia no es un camino fácil, pero es un don de Dios que hemos de vivir con gratitud y esperanza; todos los esfuerzos en reflexionar sobre esta nueva situación del matrimonio y la familia en la Iglesia católica de rito latino y en compartir las experiencias vividas, ayudan a ir construyendo una Iglesia más diaconal.
Es muy sugerente el nombre de su Asociación: FEBE. Podemos ver un claro paralelismo entre Febe y las esposas de los diáconos y candidatos al diaconado. En la Carta a los Romanos (Rom 16, 1-2), Pablo se refiere a ella diciendo: “Os recomiendo a Febe, nuestra hermana, diaconisa de la iglesia de Cencreas. Recibidla en el Señor de una manera digna de los santos, y asistidla en cualquier cosa que necesite de vosotros, pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo”. Pablo se refiere al ejercicio del servicio, de la diaconía, no habla de la imposición de manos; tampoco las esposas de diáconos han recibido la ordenación ministerial, pero ejercen el servicio en la Iglesia.
Según el texto, Febe ayudaba a muchos, estaba al servicio de la comunidad de Cencreas, situada a unos 10Km. de Corinto. La diaconía, es decir, el servicio en la Iglesia, es la acción propia del diácono; el diácono ejerce la caridad, propone la fe, proclama la Palabra. Según Pablo, la diaconía es realizada por personas con carismas muy distintos, con perfiles humanos muy diversos; la aplica a Cristo, a él mismo, a hombres y mujeres.
La diaconía es un ministerio en la Iglesia, que apunta hacia un servicio concreto, al socorro de los demás, especialmente a los más pobres y desfavorecidos. Seguramente, en aquella ocasión el servicio concreto realizado por Febe fue el de ser portadora de la carta de Pablo a la comunidad de Roma; su tarea, por tanto, era relacional, de servicio a los demás. En esta misión, ella es enviada por ser una creyente de confianza y muy apreciada, considerada “hermana”, que desempeña una función social permanente en su comunidad; su casa era casa de acogida. Febe tiene un perfil de “diácono”.
La diaconía, el servicio, es un rasgo que también las distingue a ustedes. Ustedes, fieles discípulas de Cristo, han dado o están dispuestas a dar, su sí al ministerio diaconal de su esposo. La actitud de ustedes, generosa y confiada, es semejante a la actitud de María al dar su sí al Señor, aceptando que en ella se haga según su Palabra. Son ustedes fieles colaboradoras al servicio de la Iglesia, y por su entrega y apoyo son muy apreciadas; su casa está abierta a todos: en ella acogen estos días a los participantes en el Encuentro; este es un gesto que las distingue. Seguro que entre ustedes hay mujeres de distintas procedencias y condición, con carismas distintos, pero todas han confluido aquí para compartir la oración, la reflexión y la fraternidad; todas, pues, participan de una encomienda en la Iglesia.
Es importante y muy enriquecedor que puedan reflexionar juntas sobre la formación de las esposas, la espiritualidad, la relación entre el sacramento del matrimonio y el del orden, la profunda significación del consentimiento de la esposa para la ordenación diaconal del marido. Compartan las experiencias vividas en el matrimonio y la familia como esposas de candidatos al diaconado o esposas de diáconos; compartan los gozos y las dificultades que estas experiencias pueden suponer. Busquen juntas, bajo la guía del Espíritu Santo, nuevos caminos de oración, generosidad y diálogo para afrontar los retos que plantea su situación matrimonial y familiar en la Iglesia. Y por último, hagan llegar a sus esposos, a sus comunidades y a sus pastores, todas sus dudas, dificultades, alegrías y retos para, así, ir construyendo juntos la Iglesia de Jesucristo, que es Iglesia de comunión, amor y servicio.
Montserrat Martínez
Representante de las esposas del
Centro Internacional del Diaconado
Barcelona, agosto 2015
 
 

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