Ordenación de un nuevo diácono permanente en la Diócesis de Zárate-Campana


 aradero, Buenos Aires, 22 de marzo de 2010 (AICA)

 

El obispo de Zárate-Campana, monseñor Oscar Domingo Sarlinga, ordenó diácono permanente al acólito Carlos Roselló, consagrado perteneciente a la «Familia oblatina» (Oblatos diocesanos) presente en varias diócesis del país, y en especial en Gregorio de Laferrere y en San Justo.

 El nuevo diácono permanente se desempeña desde hace muchos años, con gran dedicación, en el apostolado de la parroquia Nuestra Señora de Luján, de Baradero. Monseñor Roberto Amondaráin, pastor de esa comunidad, lo presentó para el diaconado permanente. Con ese fin Carlos Roselló se formó especialmente durante cuatro años, y tuvo el voto favorable del Director general y su consejo, y de la Escuela de Ministerios y Diaconado Permanente de la diócesis.

 A la ordenación diaconal, que tuvo lugar en la parroquia Nuestra Señora de Luján, de Baradero, el pasado sábado 6 de marzo, asistió Onofre Pighin, director general de la Familia Oblatina; los presbíteros Fabián Urueña, secretario y formador; Fernando Pozzi, consejero y párroco; y Virginio Isottón, Asesor de las Oblatas Diocesanas y párroco; Federico Sosa, ecónomo; Rosa Giacchetti, responsable general de las Oblatas Diocesanas; y fieles asociados a los Oblatos Diocesanos, Luis y Graciela Paz y Mercedes B. de Angelo. Estuvieron presentes también los padres del ordenado, su hermana y otros miembros de su familia.

 Además de los sacerdotes arriba mencionados, concelebró con el Obispo el vicario general, monseñor Edgardo Galuppo, y los presbíteros Atilio Rosatte, párroco de Santiago Apóstol, de Baradero, y Fernando Fusari. Asistió el diácono adscripto de Santiago del Baradero, Ricardo Dib, y los seminaristas provenientes de esa ciudad, Adrián Lazaro y Francisco Liaudat.

 Durante la homilía monseñor Sarlinga habló de la diaconía de la verdad, de la palabra, de la caridad y de la salud.

 “La promoción de la caridad y del servicio en la iglesia incluye un campo de apostolado tan amplio como diversificado. El diácono es testimonio de la presencia viva de la caridad de toda la Iglesia en sus más diferentes aspectos. Por tanto contribuye a la edificación del cuerpo de Cristo, de la Iglesia domestica, al reunir la comunidad dispersa en una profunda comunión eclesial. Ejerce una función importante en la construcción de la comunión jerárquica, como también en la renovación de toda la comunidad a través del desarrollo del espíritu de familia. Cultiva un gran amor a todos los hombres de cualquier religión o raza, y se hace un servidor de la humanidad como Jesús. En el seno de la comunidad despierta diferentes vocaciones, al animar los diversos servicios y carismas. En la promoción social y en la vivencia de las obras de misericordia se empeña, junto con la Iglesia Latinoamericana en la opción preferencial por los más pobres, por los marginados y por los más necesitados”.

 Monseñor Sarlinga encomendó al nuevo diácono la atención especial de los ancianos y enfermos. “Para la Iglesia -dijo el prelado-, salud y pastoral es un matrimonio indisoluble. Es una misión indelegable. Cura sanando y sana evangelizando. Consciente de su responsabilidad, la Iglesia promueve una pastoral de la salud acertadamente ubicada, cuidadosamente disciplinada, especialmente formada y capacitada, debidamente encarnada, para ejercer el servicio humanizador y sanador de la fe.