Once nuevos diáconos se incorporan al servicio de la Iglesia
En una ceremonia que se extendió por más de dos horas, el cardenal Celestino Aós presidió la ordenación de los nuevos ministros eclesiásticos, quienes asumen con el objetivo de atender, junto con los presbíteros, las necesidades pastorales de sus respectivas comunidades.
Luego de seis años de preparación, más un año de discernimiento, un grupo de once miembros de la Escuela del Diaconado Permanente recibieron este 26 de marzo el sacramento de la ordenación. La ceremonia se realizó en la Catedral Metropolitana de Santiago, y contó con la asistencia del director de la escuela, Padre Javier Vergara, y los familiares y amigos de los nuevos servidores de la Iglesia.
Provenientes de distintas comunidades de la Arquidiócesis de Santiago, los candidatos al diaconado fueron presentados uno por uno ante el cardenal Aós para que pudiera dar testimonio si resultaban ser dignos para recibir el sacramento, y los exhortó a “ponerse a la luz del Espíritu Santo para encontrar su dignidad. Eso no debe llevarlos al orgullo, sino a la serenidad y a la plegaria, a la nueva fuerza para servir”.
Los nuevos diáconos tendrán funciones como proclamar el Evangelio, ayudar a preparar la Eucaristía y repartir a los fieles el cuerpo y la sangre de Cristo, además de administrar el bautismo, asistir y bendecir el matrimonio, llevar el viático a los enfermos y presidir los ritos funerarios. “Todas estas son tareas y servicios hermosos, pero el diaconado no se reduce a la esfera de la funcionalidad eclesiástica”, advirtió el cardenal. “El diaconado es una gracia, un don para la Iglesia, para testimoniar con las diaconías de la liturgia, la palabra y la caridad, que poseen una configuración particular con Cristo para hacer presente el Reino de los Cielos”.
La ceremonia prosiguió con la promesa de los candidatos para recibir el sacramento y con el canto de las letanías. Por tradición apostólica, el cardenal realizó la imposición de las manos sobre cada uno para conferirles la ordenación. Una vez concluido el rito, la misa continuó su desarrollo habitual.
Luego de la bendición final, Rodrigo Caro Lizama, uno de los once diáconos ordenados, se manifestó muy emocionado en nombre de sus compañeros. Además, expresó la necesidad de “mostrar el rostro amable de Cristo. Debemos de realizar todo bajo la mirada de Cristo, bajo el corazón de Cristo y con los sentimientos de Cristo”.
Por su parte, Juan Araya, de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Lo Espejo, también se mostró emocionado con la ordenación y comentó que su inicio como diácono significa “aprender a ser humilde, aprender a servir, a no caer en la soberbia ni caer tampoco en la tentación de que le sirvan a uno”. En el caso de Claudio Ramos, de la parroquia San Vicente de Paul de La Florida, “nos motiva a todos poder estar en espíritu de adoración para poder comenzar este nuevo camino que para nosotros es inmensamente gratificante”.
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