¡Muchas gracias Padre Reginaldo Lima, por su testimonio de amor a Jesús, el Señor Servidor!

 

reginaldo1 800x600En esta foto, tomada durante el IIº Congreso Latinoamericano de Diaconado Permanente, organizado por el CELAM, en mayo 2011, el Padre Reginaldo -que está al centro de dos diáconos chilenos, Enrique Saa y yo- hizo el gran servicio de coordinar, desde la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, la realización de este hermoso encuentro, que se efectuó en la Casa de Vila Kostka, en Itaicí, Sao Paulo, Brasil.

El Padre Reginaldo fue el alma y cerebro de este Congreso, siempre atento a todas las situaciones que se vivieron durante toda esa semana de fraternidad, en que participamos diáconos, esposas de diáconos, presbíteros, laicos y obispos de América Latina y el Caribe.

Su partida reciente, nos ha dejado perplejos y estremecidos, muy sorprendidos, pues en plena juventud (38 años) él pudo testimoniar el gran amor de Jesús, por todos lados.  El Padre Reginaldo ha mostrado cómo es un discípulo misionero del Señor, en el mundo actual, que nos desafía a cada instante.

También le recordaremos siempre -con enorme alegría- por su servicio tan silencioso, intelectual, humanitario y respetuoso. El Padre Reginaldo ha servido a la Iglesia del Brasil y a toda la Iglesia de América Latina, con profunda humildad, como un modelo para todos nosotros.

reginaldo2 800x600En esta foto está el Padre Reginaldo conmigo, preparándonos para el regreso a Itaicí, hacia el final de un día maravilloso, en que nos llevó a conocer, a celebrar y a disfrutar del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida. Es un recuerdo imborrable de un lugar que nos inspira a pensar en el cielo, donde la arquitectura del Santuario, se funde armónicamente con el pueblo de Aparecida, con el puente que les une y con su bella naturaleza. ¡Gracias Padre Reginaldo por mostrarnos un lugar maravilloso de peregrinación, de oración,  de comunión, y de turismo religioso, muy bien atendido!

Padre Reginaldo

El que tiene el don divino,

de apacentar a su pueblo,

repartió su pan, su vino,

a la gente, en su templo.

Corazón de un gran Congreso, muy fraterno y dialogante,

su ponencia, canto y rezo, fueron fuerza estimulante.

Gracias por darnos sus dones,

no se ha guardado, ya nada,

se quedó en los corazones,

bendiciendo, esta alborada.

Ayúdenos a ser coherentes,

valientes diáconos de hoy,

respetando a nuestras gentes,

sirviendo en paz y en amor.                                     MAH

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