Diác. Gonzalo Eguía
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de febrero de 2021
Lectorado y acolitado para las mujeres, ¿qué ha sucedido con la «venerable tradición de la Iglesia»?
Tras el Concilio Vaticano II el Papa san Pablo VI daba a conocer el de Motu Proprio «Ministeria Quaedam» -1972-, afirmando que el lectorado y el acolitado debían de ser considerados ministerios laicales -hasta entonces denominados órdenes menores-, el Papa añadía que estos ministerios podían «ser confiados a seglares, de modo que no se consideren como algo reservado a los candidatos al sacramento del Orden», pero acto seguido matizaba que «según la venerable tradición de la Iglesia, se reserva a los varones».
Durante este tiempo hemos sido muchos los que hemos defendido que este posicionamiento del Papa san Pablo VI correspondía a una adaptación, desde la enseñanza del Concilio Vaticano II, de la disciplina del sacramento del Orden, de los ministerios laicales y de la liturgia. Adaptación por la cual, desde entonces estos ministerios recuperaban una dimensión laical justificada en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación recibidos, no únicamente dirigidos a quienes iban a recibir el sacramento del orden -diáconos, presbíteros y obispos-, y orientados a todo el laicado, no solo a los varones, sino también a las mujeres. El Papa san Pablo VI moría tres años después de la promulgación del Motu Propio sin dar el paso de la posibilidad de conferir los ministerios instituidos del lectorado y el acolitado a las mujeres.
Durante estos casi cincuenta años la recepción del Concilio Vaticano II ha sido diverso en toda la Iglesia Universal. Aun todavía no suele ser extraño que se hable de celebración de órdenes menores cuando participamos en la institución de lectores o acólitos de candidatos al orden sagrado, también que estos ministerios instituidos son principalmente conferidos a candidatos al ministerio ordenado, lo que pone de manifiesto la escasa asimilación de las orientaciones posconciliares.
En este medio siglo las iglesias particulares han ido respondiendo a las necesidades que han ido reconociendo en las áreas evangelizadoras de la Palabra, la Liturgia y la Caridad, a través de los diversos ministerios o servicios laicales que cada obispo, como pastor propio en su diócesis y tras un adecuado discernimiento ha creído conveniente reconocer. De esta forma, una variada lista de ministerios laicales ha sido desplegada en cada diócesis que así lo ha considerado necesarios, dotándolo de un rito litúrgico propio por el que una laica o un laico era enviado a desarrollar dentro de su comunidad, o de su diócesis, un ministerio por un tiempo concreto.
En el terreno que nos ocupa, cuando en el año 1988 la Congregación para el Culto Divino, tras la aprobación del Papa san Juan Pablo II, publicaba el «Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero» encomendaba la dirección de estas celebraciones a los diáconos, y cuando no fuera posible a laicos, dejando la posibilidad de que fueran varones o mujeres. A lo largo de estas tres décadas han sido muchos los obispos que han encomendado a laicas y laicos la dirección de estas celebraciones dominicales en ausencia del presbítero, en algunas diócesis más mujeres que hombres, como sucede en muchos otros servicios evangelizadores. Al mismo tiempo, los servicios de la Palabra y del altar han venido siendo ejercidos, de forma habitual, por laicas y laicos, que han servido como lectores y como ministros extraordinarios de la eucaristía.
Es cierto que los ministerios instituidos se confieren con un reconocimiento de toda la Iglesia Universal y para toda ella, y para toda la vida, y los servicios de dirección de las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero para unas comunidades y un tiempo concreto, que determina el obispo, juntamente con el párroco. Pero también es cierto que, en el orden del servicio concreto, desde hace más de treinta años hay mujeres que dirigen la asamblea dominical en la que se constituye la comunidad, se hace presente el Señor a través de su Palabra, se agradece a Dios su inmenso amor, se recibe el Cuerpo del Señor reservado en el sagrario, y expresa la unión entre la liturgia y la vida cristiana.
En algunas diócesis se han conferido ministerios del lectorado y del acolitado a un número significativo de varones laicos. En las que se ha optado por la puesta en marcha los servicios litúrgicos anteriormente citados, la recepción de estos ministerios han quedado prácticamente reservados a los candidatos al sacramento del Orden, salvando algunas excepciones, no faltando quienes se negaban a promocionar estos ministerios pues se percibían como una discriminación de género.
La decisión del Papa Francisco en su Motu Proprio «Spiritus Domini», afirmando que procede la recepción del lectorado y el acolitado por parte de las mujeres, cuestiona la «venerable tradición de la Iglesia» de conferirlos únicamente a varones. A nadie se le oculta que las Conclusiones del Sínodo de la Amazonía -2019- han tenido mucho que ver en esta decisión papal. Tampoco, que con esta decisión el Papa completa la decisión del Papa san Pablo VI que estos ministerios fuesen verdaderamente laicales, fundamentados en el Bautismo y la Confirmación recibidos, y por lo tanto no solo para varones.
Si la mirada con la que nos acercamos al texto es principalmente funcional, este no hace una gran aportación, pues estos servicios litúrgicos ya venían siendo atendidos desde hace décadas, de una forma u otra, por mujeres. No es extraño que desde esta perspectiva se valore el texto como el «parto de los montes», o quienes incluso se sientan defraudados por la publicación del mismo.
También podemos acercarnos al Motu Proprio desde la reflexión teológica. Es indudable que con esta decisión el Papa completa la reforma posconciliar sobre las hasta entonces llamadas «órdenes menores» del Papa San Pablo VI, para que estos ministerios fuesen verdaderamente laicales, fundamentándose en el Bautismo y la Confirmación recibidos, y por lo tanto no solo para varones. Y, como ha dicho este sábado el Papa Francisco, citando a san Pablo VI, se nos invita a «mirar al Concilio con gratitud a Dios y con confianza en el futuro de la Iglesia; será el gran catecismo de los nuevos tiempos».
El reconocimiento de la gracia bautismal, de la validación para toda la Iglesia Universal al acceso de las mujeres a estos ministerios, y de la permanencia de por vida en los mismos, suponen un reconocimiento que, aunque tardío, no es baladí.
Además, la historia de estos ministerios instituidos pone de relieve la relación entre el «sensus fidelium» -sentido de los fieles- y el «sensus fidei» -el sentido de la fe-. La decisión disciplinar papal se ha producido tras la vivencia normalizada de estos servicios litúrgicos en la vida de las comunidades, como ya hemos señalado.
Y hay otro aspecto significativo que no podemos obviar, podemos afirmar que las «venerables tradiciones de la Iglesia» se pueden modificar cuando no contradicen el «sensus fidei», es cierto que san Pablo VI utilizaba este criterio para, en aquel momento, impedir el acceso de las mujeres al lectorado y al acolitado, y sin embargo el Papa Francisco, justificando el acceso en el sacramento del bautismo de mujeres y varones no considera que aquella venerable tradición de la Iglesia deba de continuar. ¿Qué será lo próximo?
Además del Motu Proprio del Papa Francisco «Spiritus Domini» comentado, nos llega desde Roma su Mensaje para la XXIX Jornada mundial del enfermo.
Desde el Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y El Caribe -CEBITEPAL- se ha presentado la oferta formativa para este primer trimestre de 2021 de tres cursos: Diplomado en Pastoral Juvenil, Diplomado en Pastoral Vocacional, y Curso del Evangelio de Marcos.
El nuevo arzobispo de Dublín, monseñor Dermot Pius Farrell, ha afirmado que le gustaría que las mujeres pudieran ser ordenadas diaconisas, y ha apostado por el celibato presbiteral opcional.
La Comisión Nacional de los diáconos de Brasil -CND- ha hecho público datos de su retrospectiva 2019-2020. Hemos conocido que han fallecido 24 diáconos por Covid 19, que el número de ordenados en el año 2019 fue de 267, y en el 2020, aún con la pandemia, más de 146 ordenaciones. Otro dato significativo es número de afiliados a la CND que asciende a 4.000. También se ha informado del proyecto formativo que va a llevar a cabo en relación con el ser y actuar del cuerpo diaconal brasileño, abarcando las dimensiones de la Liturgia, la Palabra y la Caridad. Se tratará de dos formaciones por mes, quincenalmente, de forma online, de 200 a 21 horas.
Desde Brasil nos llega también la noticia del 51 aniversario de ordenación diaconal del diácono Manoel Xavier de Araújo, de la archidiócesis de Paraíba.
En el apartado de publicaciones recogemos las siguientes ediciones: «Ministério Diaconal: história e teologia» del diácono de Rio de Janeiro Luciano Rocha Pinto, «Diaconado: Orden y Ministerio. Prospectiva Teológica desde Lumen Gentium 29» tesis doctoral de fray José Gabriel Mesa Angulo, «Brasil Hiperbólico» del diácono José Durán Durán. Y en el área artículos: «Diaconado de mujeres en el cristianismo primitivo: Oriente, siglos I al V d.C.» en la revista Teología y Vida -61/4(2020) 497-509|497- de Fernando Rivas.
Nuestra corresponsal Montserrat Martínez presenta en el Informativo una muy interesante reflexión sobre el contenido del Motu Propio del Papa Francisco «Spiritus Domini».
En el área de «Conociendo una escuela diaconal» se presentan las experiencias de la diócesis de Matamoros en México y de Chicago en Estados Unidos de América.
Comenzamos este mes de febrero celebrando mañana la Presentación del Señor en el templo, el símbolo de la luz vuelve a recobrar su relevancia en nuestras celebraciones litúrgicas. Pedimos al Señor poder irradiar siempre su luz y agradecemos la luz que tantos hombres y mujeres están poniendo en el mundo, en estos tiempos duros y oscuros de pandemia.
En nombre del Equipo Coordinador y de Redacción, un abrazo fraterno.
Gonzalo Eguía
Excelente. Me gusta mucho la forma como se asumen los temas. Y es claro que debemos ir hacia donde el Espíritu Santo, por medio del ministerio del santo Padre, encamine la iglesia. Los felicito por este maravilloso espacio.