La diócesis de Nueve de Julio agradeció con alegría el nuevo diácono permanente, Miguel Ángel Gallo, ordenado el viernes 8 de octubre en Bragado.
La diócesis de Nueve de Julio tiene un nuevo diácono permanente, desde la ordenación de Miguel Ángel Gallo, el viernes 8 de octubre en la parroquia San Martín de Porres, de Bragado. La celebración eucarística estuvo presidida por el obispo, monseñor Ariel Torrado Mosconi y fue acompañada por presbíteros y diáconos. También estuvieron presentes la esposa, hijos y nietos del neodiácono.
Miguel Ángel Gallo nació en la localidad de Guanaco, partido de Pehuajó, donde también fue bautizado. Su familia se radicó luego en Bragado, donde participó, desde niño, en la vida parroquial. Se casó con Gladys Argüello, con quien tuvo tres hijos, y luego nietos.
En su homilía, el pastor diocesano subrayó: “Una Iglesia particular crece, madura y se va plenificando cuando entre sus dones, servicios y carismas cuenta con el diaconado. La dimensión servicial, entonces, no solamente está ejemplarizada en el diácono, sino que se hace concreta y eficaz en ese servicio sacramental”.
Prosiguió remarcando: “No quiero dejar de recordar que toda vocación surge y crece en una comunidad concreta. En el diaconado esta realidad es más visible porque, generalmente, es ejercido en la propia parroquia de la cual también se es feligrés. ¡Y jamás dejamos de ser feligreses, miembros del rebaño! El orden nos es dado para servir en tanto miembros de un mismo rebaño unido en la fe y la caridad”.
En ese sentido, agregó: «El diácono no es ni un ‘tapagujeros’ del obispo y del párroco, ni tampoco un laico de mayor escalafón, sino que es alguien que ha sido llamado, ordenado y enviado para este servicio de la caridad unido estrechamente al servicio del altar y los sacramentos con la predicación de la Palabra».
Además, hizo hincapié en el llamado a la comunidad para “sostenerlo y apoyarlo con la oración”. Y agradeció a Miguel por su vocación: “Quiero reconocer tu humilde y paciente perseverancia, así como tu disponibilidad y esmero en cuanto se te encomienda, siempre en la comunión eclesial. Como lo hemos conversado tantas veces, el diaconado no es fruto de estudios académicos o de una capacitación profesional. Tampoco es un premio ni un diploma sino gracia, don, para seguir haciendo, de un modo renovado, y con la eficacia que viene de lo alto, cuanto ya hacías por la comunidad”.
La nieta de Miguel, Guadalupe, cantó el salmo que acompañó el momento de la vestición. El nuevo diácono fue revestido con la estola y la dalmática, ornamentos correspondientes al grado de su orden. Las ofrendas eucarísticas fueron presentadas por su esposa y hermana.
Al final de la celebración, sus nietas realizaron una ofrenda floral a la Santísima Virgen. Luego, dirigió la palabra el párroco, presbítero Gustavo Sosa, también encargado del acompañamiento de quienes se preparan al diaconado permanente, quien destacó el significado de esta esperada ordenación no solamente para la familia sino también para la comunidad parroquial y la diócesis. Para terminar, el neodiácono agradeció a todos los que lo acompañaron en algún momento de su vida y camino vocacional.
Fue una jornada de alegría para la comunidad de las tres parroquias del partido de Bragado: San Martín de Porres, en la que reside el nuevo diácono; Santa Rosa de Lima, en la que comenzó su servicio eclesial; y San Patricio de General O’Brien donde asiste parte de su familia y en la que también trabajó pastoralmente. Los festejos culminaron en la casa familiar de Miguel, que abrió sus puertas para un ágape fraterno.+
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