Iglesia gratuita

Prof. Arnaldo Cifelli, 1ª Tes. 5, 21

Especial para el Informativo del CIDAL
Buenos Aires, Argentina, 8 de junio de de 2011

El templo está allí: limpio, pintado, iluminado, adornado iluminado, y en muchos lugares, dotado de estufas y ventiladores. Usted lo usa. Asiste a la liturgia cada semana o cada día y nadie le cobra por entrar y participar. Su ofrenda -¡si la hace!- es anónima, algo privado, un pacto entre usted y Dios. Nunca se publica una lista con los nombres de los fieles, nunca se le exige el diezmo, nunca se lo persigue para que usted «haga su ofrenda al Señor». (No ocurre así en otras iglesias ni con ciertos renombrados «pastores», ni en las sectas)

En ninguna institución hay tantos servicios gratis como en la Iglesia

¿Está usted enfermo? Una simple gripe, un catarro, una angina… tiene su costo. Sin embargo, si CARITAS atiende sus necesidades, si un sacerdote o un ministro laico lo visita en el hospital, en el geriátrico o en su casa ofreciéndole su consuelo y afecto junto con los sacramentos de la Iglesia, no le cobran absolutamente nada.

También tiene su costo recurrir a un consejero. ¿Tiene idea de lo que cobra un psicólogo? (¡Ni hablar de los «videntes» parapsicólogos y los que «tiran las cartas»!)

Sin embargo los sacerdotes de «su Iglesia» están dispuestos a escuchar sus problemas y pecados, y ofrecerles el perdón de Dios… sin cobrarle nada

¿Pensó alguna vez todo lo que la Iglesia Católica, «su Iglesia», le brinda gratuitamente?

¿Puede preparar a su hijo en matemáticas o inglés sin pagarle al profesor? Sin embargo la
Iglesia se lo prepara para la primera Comunión o la Confirmación sin pedirle un centavo.

La Iglesia le ofrece variadas instituciones y movimientos; servicios de catequesis, estudio bíblico y formación espiritual. Usted los puede aprovechar sin pagar ninguna cuota, sin costo alguno.

¿Tiene el hábito de fumar? ¿Compra el diario o alguna revista? ¿Cuánto gasta en sus llamados «pequeños gustos»?

Sin embargo, de todos los bienes que puede nombrar, ninguno es más importante que los bienes espirituales que la Iglesia le provee… sin «pasarle la factura». ¿Hay alguna otra institución como ésta? Creo que no.

En ninguna institución hay tantos servicios gratis como en la iglesia

¿Cuánto gasta en una fiesta de bautismo, casamiento o quince años? ¿Cuánto ofrenda a su Iglesia en tales circunstancias? Y cuando fallece alguien, ¿cuánto cuesta el servicio fúnebre, una corona, las flores? La Iglesia le brinda su servicio espiritual y no le cobra nada.

No le cobra nada, porque confía que su sentido común y su compromiso con la causa de Jesucristo lo muevan a participar en el sostenimiento económico de «su Iglesia».

Nuestra Iglesia Católica no es sostenida por el Estado

Depende de su aporte y de «mil rebusques» para subsistir. Nuestras ofrendas en dinero sirven para pagar la luz, el gas, el teléfono, los impuestos, los empleados, los arreglos, los gastos necesarios al Culto; para que pueda vivir el sacerdote que está a su servicio; para afrontar la obra de evangelización y para ejercer la caridad con quienes dependen de ella.

Querido hermano: ¿No habrá llegado la hora de preguntarse «en serio» qué hacemos por nuestra Iglesia?