El Arzobispo de Yucatán confirió el acolitado a seis candidatos al diaconado permanente

Yucatán, México, 5 de julio de 2010
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“Hoy se les confía la misión de ayudar a presbíteros y diáconos en su ministerio”, señaló el arzobispo de Yucatán Emilio Carlos Berlie Belaunzarán a las seis personas que ayer recibieron el ministerio de acólitos en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en Mejorada.

El ministerio es el primer paso para que en un futuro los señores Jorge Luis Quijano Arjona, Ismael Amatón Peraza, Víctor Valle Aguilar, Raúl Flores Ricalde, Mario Chan Suárez y Juan Antonio May Correa sean ordenados diáconos permanentes.

“Hoy damos gracias por la preparación que han recibido por mucho tiempo y también por el apoyo de sus esposas y su familia”, expresó monseñor durante la misa que concelebró con el padre Alberto Avila Cervera, director de la escuela de diaconado permanente San Francisco de Asís.

En su homilía les pidió que sean misioneros de buena fe y lleven la buena nueva del Señor.

“A veces tenemos una idea diferente del término misionero, pensamos que es el que se va al África o con los tarahumaras, pero no es así, ser misionero es llevar la buena nueva de Cristo”, dijo. “Y no debemos olvidar que es el compromiso de todo bautizado. Todo católico tiene que ser apóstol, testigo y misionero de Cristo”.

También pidió confiar en la fe de Dios, como un niño confía en los brazos de su madre. Y exhortó a amar, conocer, seguir, imitar e identificarse con Cristo Jesús.

Pidió que “únicamente debemos valorar lo que de veras vale”, y puso de ejemplo a la selección mexicana de fútbol, aprovechando la euforia mundialista. “Se dice que de 25 mil a 30 mil personas estuvieron en Sudáfrica, y los medios (de comunicación) nos hicieron pensar en grande. Pero todo se fue a pique. Jóvenes, no pongan su corazón en las cosas pasajeras porque se desvanecen como se desvanecieron las ilusiones del Mundial”.

“Pon en tu corazón lo que permanece y prevalece”.

Dio otro ejemplo sobre las cosas pasajeras, como los automóviles. “Lo único que verdaderamente permanece es la familia, y allí debemos poner nuestro corazón”. Pidió cuidarla para no acabar como algunos ancianitos del Celarain, a quienes nunca nadie los va a visitar.

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