De próspero comerciante a diácono de la Iglesia

Diác. Édgar Moreira, guayaquileño de 72 años

 

Diario Expreso.ec

Rosa Elena Gordillo

Guayaquil, Ecuador, 1º de marzo de 2010

 

Con indumentaria de hombre-clérigo, el diácono permanente de la Iglesia Católica de Guayaquil, de 72 años, sirve además a comunidades de la península de Santa Elena

 

“Padrecito” es una palabra que no encaja en el glosario de Édgar Moreira; pero por su vestimenta de hombre – clérigo, y agradable trato, frecuentemente es confundido con un sacerdote de la Iglesia Católica.

 

Pero el hermano Édgar, guayaquileño y de 72 años, no es cura, sino diácono y como tal trata de ejercer su vocación lo más apegado a lo que dicen las Escrituras: “Han de ser hombres respetables y cumplidores, moderados en el uso del vino y que no busquen el dinero mal ganado… hombres casados una vez solamente, hombres que sepan dirigir a sus hijos y a su propia casa” (Primera de Timoteo, capítulo 3).

 

A diferencia de los sacerdotes, los diáconos no tienen prohibido el matrimonio; pero hace muchos años él hizo votos de castidad para poder acercarse más al Señor en la oración y mejorar su estatus de vida.

 

“Particularmente (no es obligación) hice mis votos de castidad, es decir tengo esposa, pero no mujer”, dice quien además de esposo, es padre, abuelo y religioso al mismo tiempo.

 

La Arquidiócesis de Guayaquil cuenta con 20 diáconos; cinco de estos solteros, pero ninguno (como Édgar) “está completamente entregado al servicio de Dios”. La mayoría tiene vida normal, una familia, profesión, empleo y su tiempo libre es para la iglesia.

 

“Cada caso es diferente”, explica Moreira, para quien los días transcurren entre reuniones, charlas y oraciones en su centro de operaciones: la iglesia El Sagrario (anexa a la Catedral), ubicada en 10 de Agosto y Chimborazo.

 

Como se dedica a tiempo completo al trabajo eclesial, la Iglesia lo recompensa con un “emolumento mensual”, denominado Derecho de Estola, el cual le sirve para cubrir las necesidades básicas de su familia.

 

“Mi caso es particular, yo estoy entregado a la Iglesia (El Sagrario) hace 19 años. Prácticamente vivo aquí, no dependo de ningún trabajo, este es un ‘trabajo’, afirma Édgar, quien cuenta que Dios lo llamó a trabajar y servir a la Iglesia hace cuatro décadas.

 

En ese tiempo, con 32 años, estaba dedicado al comercio. Dueño de locales en el sector de la bahía, tenía su vida prácticamente resuelta (en lo económico). Eso es lo que pensaba, hasta que un día el Movimiento de Acción Católica, hoy denominado Cursillos de Cristiandad le hizo un invitación.

 

“De ahí salí enamorado de Cristo” y desde entonces se puso al servicio de Dios, comenzando por su preparación teología y filosófica (Seminario Mayor de Guayaquil y la Universidad Católica).
Actualmente, en El Sagrario cumple varias funciones: desde relacionista, catequista y orientador, hasta culminar en el oficio de la misa (sin consagrar).

 

Su vínculo con la iglesia El Sagrario nació un 8 de diciembre de hace casi dos décadas, pero no por ello dejó de colaborar con los cursillistas, quienes lo acercaron e hicieron que se decida a servir a Dios.

 

Actualmente asiste pastoralmente los domingos de cada semana, a pequeñas comunidades de la península de Santa Elena, conforme a los postulados de la Iglesia Católica: ‘Id por todo el mundo y predicad el Evangelio’.

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