Durante el año 2017 murieron en las carreteras españolas 1.200 personas. La Jornada eclesial de Responsabilidad en el Tráfico, celebrada este domingo, recuerda que «el don más preciado que nos ha dado Dios es la vida»
«La Iglesia no puede permanecer impasible ante el sufrimiento de tantas familias rotas por los accidentes de tráfico; y también tenemos que acompañar a tantos camioneros, conductores, taxistas… que pasan muchas horas solos en su vehículo», dice Bienvenido Nieto, delegado de Pastoral del Tráfico de Madrid.
Precisamente este domingo 1 de julio, fiesta de San Cristóbal, patrono de los conductores, se celebró la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, con el lema Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días.
«Se trata de una jornada que apela a la responsabilidad de todos los usuarios de la carretera, tanto conductores como pasajeros, peatones, motoristas o ciclistas, para subrayar el máximo respeto a la vida, a la propia y a la de los demás».
Esta Jornada surge precisamente a los 50 años de la visita de un grupo de camioneros españoles al Papa Pablo VI, y desde entonces el compromiso de la Iglesia con este ámbito de la pastoral ha ido creciendo poco a poco.
Bienvenido cuenta que «ya Juan XXIII advertía de que los accidentes de tráfico se estaban cobrando en esos años tantos muertos como los que provocó la Segunda Guerra Mundial, y que la Iglesia no podía permanecer impasible».
Además, como diácono permanente, Bienvenido ha tenido que administrar las exequias a víctimas de accidentes de tráfico, «y te puedo asegurar que lo pasas muy mal, porque morir a causa de una enfermedad puede ser muy duro, pero cuando se trata de una víctima de accidente de tráfico es horrible. Por eso tenemos que poner todo nuestro cuidado en evitar los accidentes de tráfico, porque el don más preciado que nos ha dado Dios es la vida».
Desde Pastoral del Tráfico, «acompañamos a las víctimas y a quienes han perdido a un ser querido por esta causa. Es muy duro porque es difícil de superar, y por eso estamos muy cerca de ellos». Para ello «estamos en contacto con las jefaturas de tráfico de cada provincia, de modo que nos faciliten la relación con las familias y podamos ofrecernos para acompañarles».
Otro ámbito de esta pastoral es el acompañamiento a las personas que por su profesión pasan muchas horas en la carretera. Bienvenido ha pasado muchas horas en su compañía subido a un camión, y ayudando a cargar y descargar la mercancía. «Procuramos estar a su lado ofreciendo nuestros servicios a través de las asociaciones de transportistas, o de taxistas, y en más de una ocasión hemos celebrado la Eucaristía con ellos en cualquier sitio que nos han pedido, o incluso en áreas de servicio».
Todo porque «en la soledad de su cabina, allá donde va el conductor, Cristo quiere hacerse presente. Ahora ya no es como antes, porque te puedes comunicar mejor con tus seres queridos, pero cuando vas con los camioneros, ves la soledad de una cabina, y ves también como tratan de arroparla con un rosario, o con la imagen de la patrona de su pueblo».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y omega