En el quinto domingo de Pascua, el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, celebró la Eucaristía en la capilla del seminario arquidiocesano y dirigió su mensaje especialmente a los diáconos permanentes.
Al comenzar, el prelado mencionó: “Una vez más el Señor nos invita a considerar su llamada a servirlo, a testimoniarlo, a celebrarlo en la vida de la Iglesia”. Haciendo referencia a la primera lectura, recordó cómo “la primera comunidad cristiana buscó sortear las dificultades naturales de una comunidad naciente”. En aquel momento “fue necesario orar y reflexionar la palabra”; pero también recordó cómo las urgencias y necesidades de la comunidad hicieron nacer la institución del diaconado.
Con este ministerio de la Iglesia, se trata de “sostener a los más pobres, cuidar su vida, sin desentenderse de la visión de la evangelización de las celebraciones. El diaconado surge como una forma de acompañar a los más afligidos, que en aquel tiempo eran, sobre todo, huérfanos y viudas, que quedaban al margen de la atención social, y encontraban en la Iglesia el cuidado, el aliento y la esperanza”, explicó.
Más adelante, describió cómo es el diaconado actualmente, con un “renovado aliento”, que luego del Concilio Vaticano II tomó más impulso. Este ministerio está pensado “como el servicio, el acompañamiento y la animación de la caridad. La dimensión servicial de la Iglesia tiene en el diaconado permanente un camino de realización”.
Monseñor Colombo manifestó su alegría “de ver extendido el ministerio del diaconado entre numerosos hombres de nuestras comunidades. Gracias a la inspiración de monseñor Rubiolo y de sus colaboradores, se desarrolló en la arquidiócesis de Mendoza la escuela de ministerios, y después la escuela del diaconado”, destacó y valoró la intención de los sacerdotes que animaron y alentaron la formación de los diáconos con carácter permanente.
Estos hombres “formando familias y con su trabajo secular, encuentran un tiempo prolongado de su fin de semana para animar celebraciones, acompañar la dimensión caritativa, la educación y muchas formas de presencia social de la Iglesia”, resaltó monseñor Colombo. En ellos, “se concreta una atención pastoral de la Iglesia que multiplica nuestro trabajo en la sociedad y en el mundo”. Muchas veces, “encuentran en sus hijos y en sus esposas el aliento para que esta misión sea en armonía con esa misión familiar”.
“El diaconado permanente es para nosotros un motivo de gran alegría y esperanza”, afirmó el arzobispo, y aprovechó para saludar a quienes ejercen este ministerio en la arquidiócesis, a sus esposas y a sus hijos: “Los obispos de Mendoza y los sacerdotes, estamos orgullosos de ustedes, y estamos felices de compartir el servicio de nuestra gente con ustedes. Los aliento, los animo a seguir perseverando; y también aliento y animo a los que están en la escuela de diaconado formándose para esta altísima misión: la de servir. Ustedes nos recuerdan que Cristo vino para servir”, les dijo.
Al concluir, monseñor Colombo citó a Jesús, “Camino, Verdad y Vida” como el servidor: “Por eso hoy recordamos el diaconado con carácter permanente como un signo presente estable de ese carácter servicial de la Iglesia”. “Que el Señor nos conceda nuevas, muchas y eficaces vocaciones al ministerio diaconal. Que fortalezca en las familias esa dimensión servidora de la Iglesia, que quiere prolongar el amor de Cristo, sobre todo entre los más pobres”.+
Fuente: http://www.aica.org/