Apoya la CEM pedido de diócesis chiapaneca por nuevos diáconos

Agencia Notimex

Andrés Beltramo Alvarez, Corresponsal

Vaticano, 25 de febrero de 2010

 

El titular de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Carlos Aguiar Retes, apoyó el pedido de la diócesis de San Cristóbal de las Casas para que el Vaticano levante el veto a la ordenación de diáconos permanentes en esa demarcación.

 En entrevista con Notimex el también arzobispo de Tlalnepantla consideró que la Sede Apostólica debe dar la oportunidad al prelado de esa región de Chiapas, Felipe Arizmendi, de exponer las razones por las cuales se debería dejar sin efecto dicha prohibición.

 En octubre de 2005 el Vaticano determinó suspender «hasta nuevo aviso» la ordenación de nuevos diáconos permanentes casados en San Cristóbal, tomando en cuenta su excesivo número, 335, contra un número de 85 sacerdotes sólo 22 seminaristas.

 En esa oportunidad la Sede Apostólica expresó su preocupación por la persistencia en esa diócesis de una «ideología» que promueve la implementación del proyecto de una «Iglesia Autóctona» y que «alimenta en los fieles expectativas contrarias al magisterio y a la tradición» del catolicismo.

 Pese a la determinación vaticana Arizmendi ha insistido en diversas ocasiones sobre la necesidad de nuevos diáconos permanentes e incluso declaró tener un permiso especial para permitir a los «candidatos» al diaconado presidir bautismos y matrimonios.

 Al respecto Aguiar aseguró que la situación actual en San Cristóbal «no es la misma que hace cinco o diez años», por lo cual pidió a la Santa Sede «reconsiderar» su posición y permitir a Arizmendi «hacer un nuevo planteamiento» del problema.

 «Creo que, efectivamente, conviene que le den la oportunidad a monseñor Arizmendi de volver a replantear la situación para que se vea cómo se está superando esa desproporción (entre sacerdotes y diáconos permanentes)», insistió.

 Afirmó que al obispo chiapaneco lo avala «la respuesta de algunas vocaciones, que aún son pocas pero que han comenzado a equilibrarse contra los diáconos».

 «No hay que verlo como una competencia, sí como una desproporción que se debe equilibrar, pero realmente el trabajo de los diáconos permanentes, por lo que yo conozco, ha sido muy bueno en el acompañamiento y la atención pastoral», apuntó.

 En la Curia Romana este asunto se mezcla con un debate muchos más amplio: el celibato sacerdotal y su vigencia en el mundo moderno. Algunos funcionarios vaticanos temen que desde San Cristóbal se impulse un nuevo «modelo eclesial» denominado «Iglesia diaconal».

 Según este modelo la vida de las parroquias católicas ya no giraría en torno al sacerdote célibe y a la eucaristía como sacramento central, sino que sería el diácono la figura de referencia, el cual podría ser casado y tener una familia.

 «Me preocupa que no se pierda la iglesia sacerdotal, el ministerio sacerdotal es parte de la identidad católica; en (nuestra) fe este ministerio se pone como la centralidad en la forma de ser de la comunidad eclesial», indicó Aguiar.

 Pero aclaró que, según su punto de vista, «el modelo eclesial de la iglesia de San Cristóbal de las Casas nunca se rompió» y que el excesivo número de diáconos «se justifica por la situación muy concreta de las comunidades de la zona».

 «Evidentemente fue una respuesta pastoral que tuvo buen efecto, la intención fue la atención pastoral de las comunidades; ahora llegó un punto que la desproporción de la que se habla es de donde viene la preocupación», reconoció.

 Además estableció que la prohibición del Vaticano a nuevas ordenaciones diaconales en San Cristóbal no tiene que ver con el origen indígena de los candidatos. «No se trata de una ofensa o una falta de atención» a los indígenas, «sino del modelo eclesiástico», dijo.

 En cuanto a la polémica sobre el celibato sacerdotal el presidente de la CEM reconoció que la vivencia de esa norma es difícil «ante las dificultades y los desafíos» del mundo moderno y, por ello, en la Iglesia se puede caer en la tentación de «la ley del menor esfuerzo».

 «Hoy día con todas las situaciones y agravantes de cambios culturales tan fuertes es mucho más difícil formar en los valores a las personas, particularmente a quienes van a vivir el celibato o a quienes queremos que den testimonio de una extrema generosidad», dijo.

 «El celibato añadió- es un don que enriquece a la Iglesia e incluso las iglesias como la ortodoxa o anglicana, que tienen el sacerdocio casado, le han recomendado a la católica que no lo deje porque es mucho más enriquecedor y fuerte el testimonio de sus sacerdotes».

 Pero recordó que se trata de una ley que la misma Iglesia tiene la posibilidad de modificar o atenuar y que esa posibilidad está siempre en manos de la persona del Papa de turno.

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