Arranca el Sínodo, los diáconos aportando comunión desde el servicio 

Diác. Gonzalo Eguía
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de diciembre de 2021
Arranca el Sínodo, los diáconos aportando comunión desde el servicio 
El proceso sinodal ya ha arrancado, las iglesias particulares se ponen bajo el influjo del Espíritu Santo para discernir y trabajar «Por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión».

Los diáconos y nuestras familias estamos invitados a revisar como vivimos y experimentamos las palabras clave del Sínodo: comuniónparticipación y misión.

Más allá de la convocatoria general a la Iglesia, y particular a cada cristiano, los diáconos estamos convocados a experimentar y promover la comunión. Las «Normas básicas de la formación de los diáconos permanentes» vaticanas (1998), en su número 67 solicita a los diáconos que sean «hombres de comunión y de servicio, … esto exige que sean afables, hospitalarios, sinceros con sus palabras y en su corazón, prudentes y discretos, generosos y disponibles para el servicio, capaces de ofrecer personalmente y de suscitar en todos relaciones leales y fraternas, dispuestos a comprender, perdonar y consolar».

En estas acciones concretas pueden los diáconos ser promotores y ministros de comunión. La convocatoria del Sínodo es una oportunidad para reconocer las innumerables acciones samaritanas que la Iglesia realiza cada día en favor de las personas empobrecidas y que sufren cualquier tipo de necesidad, y también para hacer llegar la voz de quienes no perciben afabilidad, hospitalidad, sinceridad, discreción, generosidad, relaciones leales y fraternas, comprensión, perdón y consuelo en la Iglesia y en la sociedad, un ministerio de comunión que el diácono puede promover en clave de acción de gracias, y a la vez de retos a asumir, para que la comunión sea una real experiencia gozosa. De esta forma promueve la participación de todas estas personas, y la misión a la que somos llamados como seguidores del resucitado.

Para esta tarea no olvidemos los riesgos de los que nos habla el Papa –Discurso en un momento de reflexión para el inicio del proceso sinodal, 9 de octubre de 2021-: el formalismo, el intelectualismo y el inmovilismo. El ministerio diaconal se siente especialmente convocado a promover una comunión real y efectiva, promoviendo la participación directa de quienes se sienten excluidos y maginados en este mundo, y también de forma especial en la Iglesia. No hablar por ellos, sino facilitar y promover su participación directa, será la forma específica para combatir la tentación del formalismo. Lo que irremediablemente conlleva una Iglesia de puertas abiertas, donde nadie se siente excluido sino acogido.

No se trata de reflexionar sobre el lugar de los últimos en la Iglesia, de teorizar, de elucubrar… para esta tarea nos sobran estudios, informes, libros… es una oportunidad para dejarnos interpelar por la acción del Espíritu Santo, a través del testimonio personal directo y único de hermanas y hermanos con quienes deseamos hacer el camino de la vivencia del Evangelio. Acoger sus palabras, sus interpelaciones vitales puede nos ayudará a no caer en el intelectualismo.

Y todo ello con el objetivo de interpretar a la luz del Evangelio lo que el Espíritu quiere decir hoy a su Iglesia, lo que conllevará la apertura a adecuar los «odres viejos» en «odres nuevos», los que necesita el «Vino Nuevo». Estar dispuestos a recibir la novedad, la sorpresa que Dios nos tiene preparada, ya que El siempre hace «nuevas todas las cosas» -Ap. 21, 5-. No quedarnos mirando al pasado sino al hoy que nos interpela, en actitud dinámica y creadora, la propia del Espíritu Santo, con la que será más difícil que el inmovilismo arraigue en nosotros.

Publicamos de nuevo el Mensaje del Papa Francisco con motivo de la V Jornada Mundial de los pobres.

Adjuntamos la información sobre el crecimiento del diaconado permanente en la Iglesia Universal, que se citó en el anterior Informativo pero que no se había publicado.

En esta ocasión el Informativo aporta muchas crónicas de ordenaciones realizadas durante el mes de noviembre, destacan diócesis con un número muy elevado de ordenandos, un motivo más para dar gracias a Dios.

La Comisión Nacional de los diáconos de Brasil ha realizado, de forma online, la reunión del Consejo Consultivo.

En la archidiócesis de Santiago de Chile continúan realizándose los «miércoles de San Lorenzo», que ofrecen formación permanente a los diáconos y sus esposas, en esta ocasión adjuntamos tratan el tema «Articulación del matrimonio y el diaconado en un camino de realización y servicio».  

Se ha conocido en México que Mons. Jonás Guerrero, obispo de Culiacán, es el nuevo responsable de la Dimensión Episcopal para el Diaconado Permanente.

Desde Uruguay nos llega la noticia de que el diácono Carlos Sarachaga ha informado, en la última reunión plenaria de la Conferencia Episcopal Uruguaya, sobre la situación actual de la Cáritas de aquel país.

En España se ha comunicado los cambios que se han realizado en la organización del XXXVI Encuentro Nacional del diaconado en España. Desde Barcelona recibimos la crónica del Encuentro familiar de diáconos y esposas de la Asociación Sant Llorenc.

En la diócesis de Oporto, en Portugal, continúa la formación diaconal, la última sobre “Sinodalidad y conversión”. 

 

El Informativo recoge varias crónicas de celebraciones de aniversarios de ordenación, destaca el cincuenta aniversario del diácono chileno Oscar Beltrán Cáceres.

Entre los testimonios diaconales destacan los de los diáconos brasileños José Gomes Batista que ha tomado parte en el 4º Congreso Brasileño de Médicos Católicos, el de Severino Fernandes dos Santos, que atiende a 210 niñas y niños empobrecidos, y el Eduardo Bernal que se resume con el título “Las gracias del diaconado permanente”.

En el apartado de “mujer”, se presenta la recensión del artículo de los autores Phyllis Zagano y Bernard Pottier, bajo el título “¿Qué sabemos de las mujeres diáconos?” 

 

El diácono portugués Joaquim Armindo continua con sus colaboraciones mensuales: “¿Un Sínodo para nuestro tiempo?” “Diáconos para la Iglesia y en el Mundo” 

En el comienzo de este mes, en el que contemplaremos de nuevo, con gozo, el Nacimiento del Señor, no encuentro mejor final que trascribir las bienaventuranzas dirigidas a cada diácono por el arzobispo de Palmas, en Brasil, don Pedro Brito Guimarães:

 

«1. Bendito eres, diácono, por parecerte a Jesucristo, el Hijo del Hombre, el ancla de nuestra fe, el Maestro y Señor, el Siervo y servidor, obediente, sufriente y resucitado, de Belén, Nazaret, Cafarnaúm, Tiberíades, Jericó, Jerusalén, Judea, Galilea, hasta los confines de la tierra.

2. Bendito seas, diácono, porque eres llamado cuando los huérfanos, las viudas y los migrantes están sin ayuda y sin lo necesario para vivir con dignidad.

3. Bendito eres tú, diácono, porque tu ministerio no se limita al altar, sino que lo eleva y expande, a las periferias existenciales y geográficas del mundo, al ritmo y a compañía de la sinodalidad.

4. Bendito eres, diácono, porque eres capaz de encontrar a Jesús y leer su cruz en las cruces de la Iglesia y del pueblo. Y cuando conociste a Jesús, oíste de su boca: “tu fe te ha hecho bien” (Lc 17,11-19);

5. Bendito seas, diácono, porque te sientas y navegas en la barca de Pedro, a través de los mares tranquilos o salvajes de la historia, incluso cuando hay calma o tormenta y cuando el mar está o no para pescar.

6. Bendito eres, diácono, porque vives la doble sacramentalidad: un ojo y un pie en tu familia y tu trabajo, y el otro pie y otro ojo en la Iglesia y sus pastorales. Por tener casa, ser marido, tener familia, hijos y, quién sabe, nietos; tener una profesión y un trabajo para ganarse el pan de cada día.

7. Bendito seas, diácono, porque no fuiste contaminado por las pandemias que

dejan secuelas y matan a muchos de nuestros pueblos. Y de las cenizas de todas estas pandemias – en el sol, la luna, las estrellas, la tierra, el mar y en los hombres – ayudas a renacer una nueva Iglesia sinodal, en la comunión misionera, en la participación y en la misión misionera, por extraña que parezca.

8. Bendito eres, diácono, porque “desperdicias” horas y horas en la oración: en la escucha de Dios para poder escuchar al Pueblo de Dios.

9. Bendito seas, diácono, porque tu vida es un advenimiento y una epifanía del Reino, pedido cada vez que rezas al Padre nuestro.

10. Bendito eres, diácono, porque vives y caminas, en la fe, dejándote despertar y “desbordar” por el amor creador del Espíritu;

11. Bendito eres, diácono, porque estás enamorado de Jesús y su Iglesia en salida, como Jesús está en salida, sabiendo que lo más importante no es llegar primero, sino llegar juntos y a tiempo.

12. Bendito eres, diácono, por responder, de corazón, con fe y esperanza, estas dos preguntas primordiales del Rito de tu ordenación: «¿Quieres, pues, consagrarte al servicio de la Iglesia por la imposición de mis manos y la gracia del Espíritu Santo?» Y “¿quieres siempre imitar, en tu vida, el ejemplo de Cristo, cuyo Cuerpo y Sangre estarás al servicio?  

Finalmente, si un día alguien te pregunta: – “¿Qué llevas en tus manos?”, Responde: – “¡Tengo semillas en mis manos …!”  

Y que un día podamos decir, con una sola voz: “La vocación diaconal es hermosa. ¡bella, realmente bella!  

Estos son mis sueños, mis deseos y mis sedes, en ti y para ti. Dios los bendiga hoy y siempre. ¡Amén!» 

En nombre del Equipo Coordinador y redactor, os deseamos un santa, solidaria y feliz Navidad. Un abrazo fraterno.

Gonzalo Eguía

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