Reflexiones sobre el reciente Congreso Diaconal celebrado en San Pablo, Brasil

Lic. Montserrat Martínez Deschamps

Referente Arquidiocesana del CIDAL en Barcelona

Barcelona, España, 17 de junio de 2011

 

De vuelta a casa, después de haber participado en el Congreso como Delegada del Centro Internacional del Diaconado, han pasado unos días de oración agradecida, de reflexión retrospectiva de todo lo vivido, y de comunicación con mi esposo, con la familia, con los amigos, con los hermanos diáconos de Barcelona y sus esposas.

 Llega, pues, el momento de aportar algunas de mis reflexiones. No haré una crónica de los días del Congreso y su desarrollo, pues esto ya lo ha ido haciendo de forma eficaz el diácono Jorge Vargha, como corresponsal del día a día del Congreso y está reseñado en la web del CIDAL.

 Mi aportación será la exposición de los puntos tratados que creo que son más relevantes y de algunos aspectos que  me han impactado especialmente.

 * Puntos más significativos tratados:

 – El diácono en la Iglesia es signo de comunión. Está integrado en la comunidad, en comunión con los laicos, presbíteros y obispos, y vive la fraternidad diaconal, integrado en una comunidad diaconal; el diácono es signo de unidad en la diversidad.

 – Las nuevas situaciones familiares, sociales y culturales son nuevas fronteras de misión, que constituyen nuevos retos para la acción evangelizadora diaconal. Los nuevos areópagos son las familias desestructuradas, los pobres y marginados, los drogadictos, los agnósticos, los ateos… La propia familia es el primer ámbito de evangelización diaconal.

 – Necesidad de que el diaconado tenga en cuenta el contexto social y eclesial en que desenvuelve su ministerio.

 – Necesidad de una formación integral del candidato al diaconado y del diácono, que no se refiera sólo a aspectos eclesiales y espirituales, sino también a los sociológicos, psicológicos, y a las nuevas tecnologías. Necesidad de intensificar también la formación de las esposas.

 – Dificultad con que se encuentra la Iglesia católica latinoamericana, en relación al crecimiento de las sectas y de otras confesiones cristianas, especialmente las protestantes.

 – La relación entre el sacramento del matrimonio y el del orden –doble sacramentalidad- es de gran importancia y requiere más reflexión.

 – El diácono es signo de Cristo Servidor permanentemente, en todo momento y circunstancia de su vida, por la palabra y el testimonio.

 – La Iglesia nace de la misión y es para la misión. El diácono es motor de la acción evangelizadora y portador de esperanza en la Iglesia.

 

* Algunos aspectos que me han impactado especialmente:

 – La intensidad y espontaneidad de las celebraciones litúrgicas: la Eucaristía y las Vísperas,  preparadas en cada ocasión por la delegación de un país, han transparentado, más allá del rigor litúrgico, el fervor y la participación creativa.

 – El compromiso y acompañamiento de las esposas de los diáconos: tanto en el trato personal como en el trabajo de grupos las esposas han participado con entusiasmo, mostrando la generosidad en el acompañamiento del ministerio de su esposo, así como su deseo de poder tener más ocasiones de formación y apoyo.

 – La participación e interés de los obispos, verdaderos pastores y hermanos: los obispos han escuchado, hablado y tomado nota de las aportaciones de todos, haciendo visible la comunión entre todos los miembros de la Iglesia.

 – La gran cantidad de tiempo concedido al trabajo de grupos; la diversidad y variación de componentes de los miembros de los grupos, la sinceridad y respeto con que todo el mundo intervenía; la riqueza de las intervenciones.

 – El impactante testimonio de algunas comunidades diaconales de distintos países latinoamericanos, su opción por los pobres, por los marginados, por los pueblos indígenas.

 

* Algunas reflexiones finales:

– Una vez más, quiero hacer constar mi agradecimiento por haber podido participar en este Congreso.

 – La relación con otras realidades diaconales es un gran enriquecimiento; si bien hay realidades muy distintas, también se aprecian muchas coincidencias: en las dificultades, en los retos, en las propuestas. Compartirlas, orar juntos, crecer en el conocimiento personal y en la amistad ayudan a avanzar en el camino de la reinstauración del diaconado permanente en el mundo.

 – El II Congreso latinoamericano y del Caribe de Diaconado permanente ha supuesto para mí, bautizada y esposa de diácono, un paso importante en el camino de fe y esperanza de la Iglesia. Como dice el mensaje emitido por los congresistas en la sesión de clausura del Congreso, “Atentos al clamor de nuestras sociedades: de los pobres, olvidados, marginados, de la cultura y de un mundo cada vez más dinámico y globalizado, el diácono permanente está llamado a asumir el riesgo de ir hacia las nuevas fronteras de nuestro mundo e intentar responder a los desafíos que ellos imponen”; por ello, pido al Señor que, con la fuerza de su Espíritu, los diáconos sean fieles signos de Cristo Servidor en la Iglesia y en el mundo, y que, junto a sus esposas y sus hijos, sean verdaderos iconos de iglesias domésticas.

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