Promover el diaconado indígena permanente
La reflexión sobre los ministerios se enriqueció con la llamada a unir fuerzas en la formación de misioneros amazónicos, laicos y consagrados. Es necesario involucrar más a los pueblos indígenas en el apostolado, comenzando por la promoción del diaconado indígena permanente y la valorización del ministerio laical, entendido como una auténtica manifestación del Espíritu Santo. También hay un llamado a una mayor participación de las mujeres en la Iglesia.
Tercera Congregación general durante la mañana del martes 8 de octubre, para el Sínodo especial para la Región Panamazónica. Ante la presencia del Papa Francisco, prosiguió la presentación de las intervenciones sobre el Instrumentum Laboris. Los Padres sinodales en el Aula eran 183
La urgencia de la formación
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Por eso, reiterando que el celibato es un gran don del Espíritu para la Iglesia, algunos Padres sinodales pidieron que se piense en la consagración sacerdotal de algunos hombres casados, los llamados «viri probati», valorando después en el tiempo la validez o no de esta experiencia. Para algunos, sin embargo, tal propuesta podría llevar al sacerdote a ser un simple oficial de la Misa y no, en cambio, un pastor de las comunidades, un maestro de vida cristiana, una presencia concreta de la cercanía de Cristo.
Nuevos caminos para los ministerios
Ante la urgente necesidad de pastores para la evangelización de la Amazonía, se requiere una mayor valoración de la vida consagrada, pero también una fuerte promoción de las vocaciones indígenas – se dijo en el Aula – así como la posibilidad de elegir ministros autorizados para celebrar la Eucaristía o para ordenar diáconos permanentes que, en equipo, acompañados por pastores, puedan administrar los sacramentos. Otro punto de reflexión fue la formación de los ministerios ordenados, concebida en tres niveles: una formación capilar a nivel parroquial, con lectura y meditación de la Palabra de Dios; una formación intensiva a tiempo completo, destinada a los animadores y animadoras de las comunidades, y una formación teológica sistemática para los candidatos a los ministerios ordenados y para los hombres y mujeres que deseen comprometerse en ministerios laicos. Lo importante – se subrayó – es que la formación de los seminaristas se replantee y se acerque a la vida de las comunidades. Entre las propuestas hechas, finalmente, estaba la de pensar en la posibilidad de una ordenación diaconal para mujeres, con el fin de potenciar la vocación eclesial.