Reflexión sobre el presente y el futuro de los diáconos permanentes

 

Diác. Miguel Ángel Herrera Parra

Referente Nacional del CIDAL en Chile

Santiago, Chile, 29 de abril de 2010

 

El autor es Sociólogo y autor de la Encuesta que el CIDAL viene realizando desde 2007 entre los diáconos permanentes de América Latina y el Caribe.

 

Teniendo presente la información proporcionada por el último Anuario Estadístico del Vaticano, para el año 2008, he confeccionado el siguiente cuadro en el que he proyectado –céteris páribus-[1] a partir de los porcentajes de incremento (positivo y negativo) de las cifras del número de católicos,  de obispos,  de sacerdotes,  de diáconos permanentes, y del número de religiosos y de religiosas en todo el mundo.

 

Detalle:

Cifras del

Anuario 2008

Incremento entre 2000-2008

Proyecciones para  2016

Proyecciones para 2024

Proyecciones para 2032

Católicos

1.166.000.000

+11,54%

1.300.556.400

1.450.476.400

1.617.972.160

Obispos

5.002

+10,15%

5.512

6.072

6.688

Sacerdotes

409.166

+0,98%

413.258

417.391

421.565

Diáconos P.

37.203

+33,7%

49.740

66.502

88.913

Religiosos

54.641

-0,8%

54.225

53.809

53.393

Religiosas

740.000

-7,5%

684.500

634.162

585.675

 

El cuadro refleja claramente que el ministerio que más está creciendo en la Iglesia es el diaconado permanente, el cual aumentó un 33,7% entre los años 2000 y 2008.  Si se mantuvieran las cifras de crecimiento (las que podrían aumentar o disminuir) en el año 2032 habría un total de 88.913 diáconos permanentes en todo el mundo. Por el contrario, las religiosas presentan la mayor disminución en la iglesia, a nivel mundial, con un 7,5% negativo, lo que significa que de las 740.000 religiosas existentes en 2008, se bajaría a un total de 585.675 religiosas en el año 2032.

 Lo anterior, implicaría que para el año 2032 habría un diácono permanente por cada 18.197 católicos en todo el mundo, cifra que es casi la mitad de lo que ocurría en 2008, en que había un diácono permanente por cada 31.342 católicos.

En el año 2008, había un diácono permanente por cada 11 sacerdotes y en el año 2032 habría un diácono permanente por cada 4,7 sacerdotes en todo el mundo.

En 2008, cada obispo contaba con un promedio de 7,4 diáconos permanentes y en el año 2032 cada obispo contaría, en promedio, con  13,3 diáconos permanentes, en todo el mundo.

Si se considera que el diácono permanente es y sirve en la Iglesia y en el mundo, junto con su amada esposa, podríamos estimar que en el año 2032 los matrimonios diaconales (la muy valorada “doble sacramentalidad”: matrimonio-diaconado), representarían un total de aproximadamente 160.000 personas en todo el mundo, las que también representan -como familias cristianas comprometidas, en las que también aportan sus dones y carismas sus hijos e hijas-  una “buena noticia” en sí mismas.

De esta manera, desde el punto de vista cuantitativo, el crecimiento de los diáconos permanentes es una buena señal para el fortalecimiento de la vida de la Iglesia. Además, en América Latina esta realidad de crecimiento cuantitativo positivo de los diáconos permanentes también representa una gran esperanza para nuestras comunidades y pastorales.

Sin embargo, es oportuno señalar que esto también representa un enorme desafío para que se produzca un desarrollo cualitativo en los diáconos permanentes que se formen en los próximos años, es decir, se requerirá que estos ministros sean ordenados luego de un proceso formativo más exigente en los planos espiritual, intelectual, familiar, pastoral y -además- de alguna pastoral especializada o ambiental, conforme a los nuevos tiempos y a los códigos de una cultura pluricultural, racionalista, postmoderna, que ya hoy está entre nosotros. ¿Queremos seguir formándonos o consideramos que con lo que hemos recibido ya estamos “súper bien formados”?

Invito a mis hermanos diáconos permanentes y a sus esposas y familiares,  a continuar reflexionado -en comunión y participación- sobre el aporte específico de nuestro ministerio diaconal, que no se pone en comparación, ni compite, con otros ministerios en la Iglesia.

La Iglesia comunidad necesita el aporte de cada uno/a, en lo que cada uno/a  es.

“¿Quién dijo que todo está perdido?, yo vengo a ofrecer mi corazón” (Fito Páez, Argentina)



[1] Suponiendo que las demás variables –que influyen, de una u otra forma, en la vida de la Iglesia católica- permanecen constantes en los  períodos de tiempo proyectados. Cæteris paribus, frecuentemente escrita como caeteris, ceteris o céteris páribus, es una locución latina que significa permaneciendo el resto constante. Ceteris significa lo demás o el resto, como en et cétera (y el resto) del que deriva la palabra etcétera. Par significa igual, como en la expresión castellana a la par. En ciencias se llama así al método en el que se mantienen constantes todas las variables de una situación, menos aquella cuya influencia se desea estudiar. Esto permite simplificar el análisis, ya que en caso contrario sería imposible dilucidar el efecto de cada variable individual. Si se aplica reiteradamente el método, variando ordenadamente cada una de las variables y sólo una variable por vez, es posible llegar a comprender fenómenos muy complejos.