Predicar a María en Adviento

 

Prof. Arnaldo Cifelli, 1ª Tes. 5, 21

Especial para el Informativo del CIDAL

Buenos Aires, Argentina, 1º de diciembre de de 2010

1. A modo de justificación

Son  bien conocidas dos características que rodean la figura de la Santísima Virgen María:

 

a)      El particular lugar que ocupa en la teología y el culto de la Iglesia.

b)      El especial lugar que ocupa en el corazón y la devoción del pueblo creyente… aún entre los “no practicantes”.

En la celebración de este círculo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo; en ella, la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención y la contempla gozosamente como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser. (SC 103).

 

Si a ello agregamos que esta devoción (= piedad) popular es la máxima contención, en el “aquí y ahora”, a la penetración de las sectas, se entiende que la predicación mariana deba ser asumida con el máximo esmero.

 

Pienso desarrollar – con mayor tiempo y tranquilidad – un subsidio, razonablemente completo, sobre la predicación mariana. El tema, junto a muchos otros, no pudo tratarse “detalladamente” en “Cómo aprender a predicar”, San Pablo.

 

En consecuencia creí oportuno “apresurar” el presente aporte, en ocasión del próximo Ciclo Litúrgico. Propongo algunos elementos que pueden facilitar la siempre ardua tarea de preparar la homilía. Como norma general, el predicador mariano ha de tener en cuenta  el doble vínculo que une a la Virgen a Cristo y a la Iglesia (= cristianos): María esta indisolublemente unida a Cristo en la obra de la redención, y su vida tiene carácter “tipológico”, “modélico” para toda la Iglesia.

 

Esta modesta iniciativa no es “circunstancial”; tiene un sólido fundamento litúrgico: Adviento y Navidad son, dentro del Año Litúrgico, el “tiempo fuerte” mariano por excelencia. Así lo enseña Pablo VI en Marialis Cultus, Exhortación Apostólica, para la recta ordenación y desarrollo del Culto a la Santísima Virgen María:…como han observado los especialistas en Liturgia, debe ser considerado (el Adviento y la Navidad) como un tiempo particularmente apto para el culto a la Madre del Señor: orientación que confirmamos y deseamos ver acogida y seguida en todas partes. (ver MC 3- 5).

 

2. Presencia de María en el Adviento

Bien podemos hablar de María como Nuestra Señora de Adviento. El Adviento está marcado por “la espera y la esperanza”: María “esperó (al Salvador) con inefable amor de madre” (prefacio II).

 

La presencia de la Virgen sobresale en la solemnidad de la Inmaculada Concepción y en la semana del 17 al 24 de diciembre: dentro de ella se destaca el domingo IV de Adviento. Pero es posible decir “algunas palabras” para vincular a la Virgen María con la liturgia de cada domingo:

 

*   Domingo I

 

El anuncio de Jesús: Tengan ánimo y levanten la cabeza porque está por llegarles la liberación, Dios lo cumplió en María en el momento de la Anunciación:… El ángel le dijo: “no temas, María, porque Dios te ha favorecido.

*   Domingo II

 

Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. María lo hizo desde su primer ¡Sí!, y lo siguió haciendo en cada intervención durante la vida de Jesús.

 

Domingo III

 

Domingo de la alegría.  Alegría porque el Señor está cerca.  María cantará el Magnificat porque el Señor miró su pequeñez he hizo en ella grandes cosas.

 

A – Inmaculada Concepción

Las “coordenadas” centrales de este dogma se exponen bellamente en el Prefacio: María fue inmaculada desde su concepción porque “sería Madre del Hijo de Dios y modelo de santidad”.

* Lecturas

– 1º lectura: El protoevangelio: el misterio del pecado y de la gracia.

– 2º lectura: Todos los que estamos en Cristo – ¡la primera su Madre! – estamos llamados a “ser santos e inmaculados en la presencia de Dios”…

 

– Evangelio: Trae la escena entera de la Anunciación para destacar el fundamento de la plenitud de gracia de María: su vocación a la maternidad divina. La Iglesia tiene un “gusto especial” en resaltar que María fue la “primera cristiana”, la primera redimida por Cristo, ya que “en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado” (Oración Colecta)

 

*    Recursos para la Homilía

1. Muñoz H.  María, Proclamada por la Palabra, Cantada por la Liturgia. San Pablo  (Desarrolla 30 Celebraciones Eucarísticas en honor de la Santísima Virgen).

 

2. Aportes para la Celebración.   Se entrega con la revista “Vida Pastoral”. San Pablo (Contiene la homilía completa).

 

3. EL  DOMINGO. Es posible armar una “sólida” homilía con el comentario del P. Fernández y El mensaje de la Liturgia. Es conveniente consultar también los comentarios  de las lecturas que trae “Liturgia Cotidiana”. San Pablo.

 

4. Otra propuesta original, bella y profunda: predicar en base a la Oración de la Asamblea.  Lo transcribo de “Las oraciones del Misal, Escuela de Espiritualidad de la Iglesia”, Cornelio Urtazum OSB. CPL. Biblioteca Litúrgica, 5.

 

ORACION

“Dios, que por la concepción inmaculada de la Virgen María, preparaste una digna morada para tu Hijo, te rogamos que, habiéndola preservado de toda mancha por las méritos de la muerte prevista de tu mismo Hijo, por su intercesión nos concedas llegar a ti purificados de todo pecado.  Por Nuestro Señor Jesucristo”

GLOSA

 

1. “Oh  Dios, que por la Concepción Inmaculada de a Virgen María, preparaste   una digna morada para tu Hijo”

No encuentro comentario más certero a esta motivación que la oración que solíamos rezar, al terminar el Oficio divino, recitada la antífona conclusiva de la Salve. Es una plegaria que aún ahora rezo y, sobre todo, canto, con verdadera pasión de hijo enamorado, especialmente en su texto latino y con la melodía gregoriana, no solemne.

 

Omnipotente y sempiterno Dios: que por la acción del Espíritu Santo has preparado el alma y el cuerpo de la gloriosa Virgen María, para que fuese digna  morada de tu Hijo, concédenos, a los que nos alegramos con su conmemoración, vernos libres, por su piadosa intercesión, de los peligros que nos amenazan y de la muerte eterna.

En esta oración que he transcrito, es verdad, no se dice nada de la preparación de la Virgen María para ser madre de Jesucristo, por medio de su Inmaculada Concepción.

 

Pero ¡D
ios me perdone si digo algo indebido!, confiada al Espíritu Santo, la preparación del cuerpo y alma de la Virgen María para ser digna morada de su Hijo ¿podría aquél descuidar algo que hiciera la Encarnación del Verbo menos brillante, menos redentora, menos digna del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo? ¿A quién de nosotros, a qué mortal, de los tiempos antiguos, de los tiempos de hoy, de los tiempos futuros, se le hubiera ocurrido preparar una concepción y un parto virginales del Verbo encarnado?  La omnipotencia de Dios no tiene límites; tampoco su santidad; igualmente su sabiduría.  Ni su ternura.

 

Esto no quita nada, absolutamente nada, para que admiremos en esta primera motivación la fe de la Iglesia, de la Iglesia prácticamente de todos los siglos, en este lujo de Dios de preparar para su Hijo, hecho hombre, nada menos que una Madre tan hermosa e Inmaculada, que ni conoció culpa ni asomo de pecado, ya desde el primer instante de su ser.

 

Como se decía en la segunda antífona de la hora de Laudes del día de Navidad, en el breviario anterior: un prodigio así no se ha visto nunca; no se volverá a ver jamás.

2. (te rogamos que) habiéndola preservado de toda mancha por los méritos de la muerte prevista de tu mismo Hijo”.

 

En esta segunda motivación se completa la afirmación de la primera, donde se decía que el Padre quiso para su Hijo una Madre Inmaculada.  Aquí se afirma que esto fue posible, porque se le aplicaron antecedentemente, a la Virgen Madre, los méritos del sacrificio pascual de su Hijo Jesucristo. La Iglesia, en este día y en esta oración, hace totalmente suya la explicación, hoy en día recibida, por todas las escuelas. Y de manera especial la de la bula “Ineffabilis” (Pío IX, 1854) que proclamaba esta verdad como dogma de fe.

 

3. “por su intercesión, nos concedas llegar a ti purificados de todo pecado”.

 

Una petición diáfana, perfectamente inteligible y entrañable, en que se suplica para todos los redimidos la pureza de corazón  en nuestro itinerario hacia Dios. Y ello, gracias a la intercesión de Santa María Inmaculada. Puede ser interesante decir una palabra respecto de las dos propuestas.

 

a)                 “La pureza en nuestro caminar hacia Dios”. Cualquiera piensa, o puede pensar, que aquí se suplica ante todo la limpieza de todo pecado contra la castidad o virginidad.  No seré yo quien lo niegue, sobre todo, ante la brutal ofensiva que los Mass-Media dirigen sistemáticamente contra todo lo que supone decencia, honestidad de costumbres, respecto al cuerpo y al alma, aceptación del plan de Dios, a la hora de crear al hombre a su imagen y semejanza, santidad del matrimonio, respeto a los valores esenciales del amor, del matrimonio, de los hijos.  Pero, haciendo una referencia a la proclamación del espíritu de las bienaventuranzas en que se dijo tan contundentemente: Dichosos los que tienen el corazón puro, porque ellos verán a Dios (Mt. 5,8), cabe pensar que la Iglesia apunta mucho más alto, mucho más ancho, abarcando en su afirmación, no solamente la castidad perfecta del alma y cuerpo, en todos los estados, celibato, matrimonio y virginidad, sino mirando también a esa limpieza total, de alma y cuerpo, de mente y corazón, de todo lo que puede machar al hombre, además de la lujuria: la avaricia, la envidia, el egoísmo, la dureza y rapacidad de corazón, la soberbia, la pereza, la comodonería, la insolidaridad ante el hambre, la sed, la desnudez, la soledad, el abandono, la injusticia…sin olvidar las estructuras organizadas y creadoras de pecado.

 

Con una puntualización indispensable: detrás, delante, en medio de ellas, no hay que olvidar que está el corazón pervertido del hombre, de cuya capacidad brotan esos instrumentos del mal.  Los clanes, los emporios de la droga, la prostitución, el tráfico de armas, el juego, la trata de blancas y de negras, la de los blancos y los negros, tienen una fuente tristemente inextinguible que es el corazón del hombre.  Nos avisó el Señor:

 

“¿No comprendéis que todo lo que entre por la boca pasa al vientre y luego se echa al excusado?  En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al hombre.  Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.  Eso es lo que contamina al hombre; que el comer sin lavarse las manos no contamina al hombre. (Mt. 15, 17-20).

 

b)                 La intercesión de María.  Si no fuera por el miedo a hacerme largo, reproduciría parte de la celebérrima homilía de san Bernardo que leemos durante el Adviento, en la que se describe el diálogo entre María y el ángel, a la hora de la Encarnación del Hijo del Padre, y en la que el santo Abad de Claraval incita a María: ¡Responde! ¿No ves que la tierra y el cielo están pendientes de tus labios”?

Desde el momento mismo en que María fue asociada a la realización del designio salvífico del Padre, su palabra empezó a ser omnipotente.  En el instante en que ella dijo: ¡Hágase!, el Verbo del Padre bajó a nuestro valle; la justicia y la paz se besaron; comenzó a brillar el sol del primer día de la nueva Creación. Pero como nos gusta tanto lo concreto, invito a leer la página sugestiva del evangelio de san Juan en que cuenta la escena  de las bodas de Caná, con la materna intervención de María (Jn 2,1-11).

La omnipotencia suplicante de María es infalible. No exige más que una condición: que quien la invoque “haga lo que él diga! Madre e Hijo son formidables.

B – Del 17 al 24 de diciembre 

1. Conviene realzar la importancia mariana de esta semana rezando la Oración de los fieles con el formulario de las preces de la Liturgia de las Horas de Laudes y/o Vísperas con la correspondiente oración conclusiva.

 

2. La homilía

 

* Aldazabal J. Enséñame tus caminos.1. CPL y Ágape. (Llama a esta semana “Ferias mayores y de preparación de la Navidad”. ¡Todo un lujo!)

* Otro “lujo” que debe juzgar la “prudencia pastoral” es basar la homilía en la lectura patrística del oficio de Lecturas

–  17: De las cartas de san León Magno, papa.

–  18: De la Carta a Diogneto

–  19: Tratado de san Ireneo, obispo, contra las herejías.

–  20: De las Homilías de san Bernardo, abad: Sobre las excelencias de la Virgen Madre (¡Imperdible!) Este año ese día ocurre el IV domingo de Adviento)

–  21: Del Comentario de san Ambrosio, obispo, sobre el evangelio de san Lucas.

–  22: Del Comentario de san Beda, el Venerable, presbítero sobre el evangelio de san Lucas.

–  23: Del Tratado de san Hipólito, presbítero, Contra la herejía de Noeto.

–  24: De los sermones de san Agustín.

 

C.-   Domingo IV

 

La predicación tiene variadas opciones.

 

– La permanente posibilidad de armar la homilía en base a EL DOMINGO y la Liturgia Cotidiana.

– Comentar el evangelio de la Visitación (H. Muñoz, o.c. pág. 23).

– Presentar conjuntamente el ejemplo del Hijo y de la Madre: “Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad” (2º lectura). Es la opción que ofrece Aportes para la celebración.

– Es oportuno examinar la posibilidad de leer el texto de san Bernardo (lectura patrística del
día 20 de diciembre).

 

¡Puedo Señor! ¡Haz que quiera!

* Anexo

– En “¿Cómo preparar Adviento y Navidad?” San Pablo, encontrarán abundantes Sugerencias pastorales y Materiales para ponerlas en práctica.

– Entre ellas un Pregón de Adviento. (No debiera faltar esta solemne manera de anunciar el comienzo del Adviento).

 

– Otro Pregón

 

Hermanos y hermanas:

 

En nombre de la Iglesia

les anuncio que comienza el Adviento.

 

Empezamos el tiempo litúrgico de Adviento,

y una vez más renace la esperanza;

en el horizonte vemos la Navidad.

Y Navidad significa

que “Dios está entre nosotros”

 

Adviento es esperanza,

esperanza de una vida iluminada,

fortalecida, guiada por Jesús.

 

Con esta esperanza había gritado Isaías:

“¡Sean fuertes, no teman:

ahí está su Dios!”.

 

Con esta  esperanza pregonará Juan Bautista:

“Éste es el Cordero de Dios

que quita el pecado del mundo”.

 

Con esta esperanza,

con la esperanza de todos los pobres de Israel,

con la esperanza de todos los pobres

del mundo y de los siglos,

susurra María una palabra definitiva:

Yo soy la servidora del Señor

que se cumpla en mí lo que has dicho.

Empieza el tiempo de Adviento.

Empecemos a preparar

el Belén de nuestro corazón

Alegrémonos. El Señor está cerca.

 

* Invocar a María

 

En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María.  No se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en ella piensas.

 

Si ella te  tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto si ella te ampara.

 

San Bernardo

 

* Acto penitencial

 

–  Tú, que preservaste a la Virgen María

de todo pecado.

Señor, ten piedad.

 

–  Tú que la colmaste de gracia.

Cristo, ten piedad.

 

–  Tú que la hiciste madre

de todos los hombres.

Señor, ten piedad.

 

* Oración sobre el pueblo

Estos hijos tuyos, Señor,

manifiestan una santa alegría

porque enriqueciste a la Santísima Virgen María

con la plenitud de tu gracia.

Y ya que la proclama y celebra con fervor,

concédeles compartir su herencia

y alabar tu gloria para siempre.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

* Bendición solemne

 

Nuevo Misal: pág. 551

 

* Fórmulas de despedida

Junto a María que “esperó a Jesús con inefable amor de Madre”… podemos ir en paz.

– Con María que escuchó  la palabra del Señor y la guardó en su corazón…

– Con María, la “nueva Eva y madre de todos los hombres”, podemos ir en paz.

– Con María, “la servidora del Señor”…

– Con María, “proclamada feliz por haber creído”…

 

CUANDO RECES EL AVE MARÍA

– Cuando digas DIOS TE SALVE, MARÍA,

recordá que el ángel le dijo “Alégrate”, y hacé tuya la alegría de encontrarte con Dios.

– Cuando digas LLENA ERES DE GRACIA,

recordá que el Espíritu Santo a vos también te colma con su amor desde el bautismo.

– Cuando digas EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO,

recordá que Dios está permanentemente a tu lado porque “es eterno su amor”.

– Cuando digas BENDITA TU ERES ENTRE TODAS LAS MUJERES,

recordá que María fue proclamada bendita y feliz, “por haber creído”.

– Cuando digas BENDITO ES EL FRUTO DE TU VIENTRE, JESÚS,

recordá que todo cristiano ha de concebir en su corazón a Jesús, y una vez concebido, darlo al

mundo como el gran fruto del amor de Dios.

– Cuando digas SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS,

recordá que Jesús hizo de María, la grande y bondadosa Madre universal de todos los hombres.

– Cuando digas RUEGA POR NOSOTROS…,

recordá que María es la “omnipotencia intercesora” que nos lleva al corazón mismo del Padre.

– Cuando digas… PECADORES,

recordá que, efectivamente, lo somos, pero sentí la confianza de un hijo cuya Madre es invocada

como Refugio de los pecadores.

– Cuando digas AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE,

recordá que María nos rodea cariñosamente con sus brazos maternos para protegernos del Maligno

en cada momento, y especialmente en el “supremo”momento de la vida.

– Cuando digas AMÉN.

recordá que María es “vida, dulzura y esperanza nuestra” y que “jamás se oyó decir que ninguno

de los que han acudido a su protección, implorando su asistencia y reclamando su socorro, haya

sido abandonado por ella” (san Bernardo).

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