La Pescadería

La  Pescadería

Agunas sugerencias para preparar la homilía

 

Prof. Arnaldo Cifelli, 1ª Tes. 5, 21

Especial para el Informativo del CIDAL

Buenos Aires, Argentina, 1º de febrero de de 2011

 

Conozco mi alma, su grandeza y su pequeñez;

conozco la grandeza de este  servicio

y la dificultad de  este ministerio

San Juan Crisóstomo, Patrono de los predicadores

 

Si no sabemos pescar o, sabiendo, no podemos hacerlo, siempre nos queda la pescadería…

Ya es un “lugar común” el lamento y la justificación por la “falta de tiempo”.  Sin entrar en el fondo de esta cuestión objetivamente compleja es posible “ganar algún tiempo” en la preparación de la homilía.  Tema este, de insustituible importancia.

 

La propuesta “ideal” que necesariamente propongo en Cómo aprender a predicar (pág. 63 y ss) es de muy difícil  realización en las actuales condiciones del ministerio sacerdotal y diaconal. Sin embargo, es necesario conocerla y tenerla como “marco de referencia”.

 

Ahora bien, si no tenemos tiempo para “ir a pescar” siempre es posible “obtener el pescado en la pescadería”. La “pescadería” de la predicación se llama Subsidios (Cómo aprender a  predicar, pag. 71 ss).

 

Clásicos subsidios son los Homiliarios: son muchos y variados. Se agregan las múltiples posibilidades del Internet. Pero no todos disponen del tiempo que esa búsqueda y selección exigen. Es probable que se termine “mareado” y “sea peor el remedio que la enfermedad”. No es sencillo “atiborrarse” de información y luego armar una homilía que queda reducida a un “rejunte” de frases…

 

La norma es SIMPLIFICAR al máximo el procedimiento. Sin embargo, queda en la prudencia de cada uno escoger “sus propios” subsidios; cuáles se adaptan mejor a la propia capacidad y situación pastoral.  Como principio general no conviene utilizar más de dos o tres, y privilegiar la SENCILLEZ.

 

Sacerdotes y diáconos tienen condicionamientos diferentes pero un común denominador: ambos carecen de tiempo suficiente. Por eso, propongo aquí un  “esquema de trabajo” muy básico pero eficaz.

 

¡Cuidado! No estoy promoviendo “la ley del menor esfuerzo”; calificaría esta sugerencia como “ley del sentido común”: aprovechemos el trabajo VÁLIDO de otros. El apóstol no tiene la obligación de “inventar” la verdad; sí, de difundirla. Para ello debe exponerla de una manera comprensible para su auditorio, insertándola en las circunstancias, en la vida de ellos. Aquí está el GRAN SUDOR del predicador.  No hablamos porque “debemos hacerlo”; tampoco para “salir del paso”; mucho menos para “endulzar nuestro oído”…  predicamos para que esos corazones se enamoren de Jesucristo y quieran seguirlo.

Posibilidades

1.-  La “hojita”  EL DOMINGO

Tener en cuenta el comentario del P. Víctor Fernández y El Mensaje de la Liturgia

2.-   Aportes para la Celebración (Ed. San Pablo): Ofrece una homilía completa.

 

3.-   Cristo  Hoy (Periódico semanal): Trae la homilía que escribe su Director.

 

Tres subsidios breves, fáciles de leer, sencillos, coherentes que, sin alcanzar el “Premio a la homilía”, presentan más de un aspecto positivo. Con un poco de “gimnasia intelectual” para razonar, seleccionar y adaptar, se logrará una homilía digna de ese nombre. (Como refuerzo es conveniente tener a mano Encuentros bíblicos, A – B- C y Vivir con Cristo, ambos del P.Weichs. Ed. Guadalupe).

 

El desprestigio de la homilía -la única predicación que llega al “grueso” de los fieles- es muy grande. Lamentablemente el fenómeno es universal. ¿No arrancará aquí la tan mentada “crisis de la Iglesia? (Cfr. Rom. 14,10).

 

Es posible mejorar sustancialmente la situación con un poco de “ordenada dedicación”. A ello apunta este fraterno apunte.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *