El Papa Francisco en Cuba

El Papa Francisco está en Cuba. En unos momentos en que las relaciones de Cuba con EEUU gozan de una mayor obertura y de esperanzadas iniciativas, la visita del Papa a ambos países tiene una especial significación.
En la homilía de la primera Misa celebrada en Cuba, el papa habla del servicio. Glosando la pregunta que, en el evangelio, los apóstoles hacen a su  Maestro, el Papa dice: “Quién es el más importante? Jesús es simple en su respuesta: «Quien quiera ser el primero – o sea el más importante – que sea el último de todos y el servidor de todos». Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás…. Y Jesús les trastoca su lógica diciéndoles sencillamente que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo. Es decir, sirviendo. La invitación al servicio posee una peculiaridad a la que debemos estar atentos. Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar. Son personas de carne y hueso, con su vida, su historia y especialmente con su fragilidad, las que Jesús nos invita a defender, a cuidar y a servir. Porque ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles…. Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del «servicio que se sirve». Todos estamos invitados, estimulados por Jesús a hacernos cargo los unos de los otros por amor…. Este hacernos cargo por amor no apunta a una actitud de servilismo, por el contrario, pone en el centro la cuestión del hermano: el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas…
No nos olvidemos de la Buena Nueva de hoy: la importancia de un pueblo, de una nación; la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. Y en esto encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad”.
Toda la Iglesia, siguiendo el mandato de Jesús, es servidora. Mas el diaconado es específicamente el ministerio  que tiene el servicio como misión fundamental y es el diácono signo de Cristo servidor en la ïglesia y en el mundo.
El trato que he podido tener con diáconos cubanos me hace pensar que son verdaderamente expresión del servicio abnegado y generoso a los hermanos, en especial a los más sufrientes y necesitados; y este servicio lo realizan muchos de ellos acompañados de sus esposas y sus familias.
Asistí al XVI Encuentro Nacional de Diáconos y esposas, en octubre de 2013, en La Habana. Fui invitada, como miembro de la Junta Directiva del Centro Internacional del diaconado (CID). por Mons. Domingo Oropesa, obispo de Cienfuegos y Presidente de la Comisión Nacional para el diaconado permanente en la Conferencia Episcopal Cubana.  El objetivo de mi participación en el encuentro era el de establecer lazos de fraternidad con el diaconado de Cuba y preparar  la visita de los delegados de CID en octubre de 2014, iniciando un programa de colaboración y ayuda en relación a la formación de los diáconos cubanos. Así, en octubre de 2014 los delegados de CID participamos en el XVII Encuentro Nacional de Diáconos y esposas y pudimos llevar a cabo la ayuda acordada el año anterior. En las dos ocasiones, a los Encuentros participaron un centenar de personas y estuvieron presididos por Mons. Domingo Oropesa,  La asistencia a estos dos Encuentros hace que mi conocimiento sobre la religiosidad y la iglesia cubana se centre especialmente, aunque no exclusivamente, en el ámbito diaconal.
En general, según expresaron algunas de las personas con las que pude comentarlo, en los últimos años se observa una creciente tolerancia religiosa  y libertad de expresión y de culto, especialmente, desde la visita del Santo Padre Juan Pablo II a Cuba.
En cuanto al diaconado, que se restauró como grado permanente en Cuba en 1970, no fue hasta el 1988 que fue ordenado el primer diácono permanente, en la diócesis de Camagüey. En el momento actual, la Iglesia en Cuba tiene 84 diáconos permanentes, en 10 de las 11 diócesis del país. La mayoría están casados y hacen una gran labor, en la Liturgia, la predicación de la Palabra y muy especialmente en el ámbito de la Caridad; debido a la situación económica y social del país muchos diáconos y sus esposas están comprometidos en obras sociales, a pesar de las dificultades económicas, de comunicación y de medios de transporte con que se encuentran. En las zonas rurales especialmente, los diáconos permanentes y sus familias tienen casas-misión: en ellas, en torno a un cafecito, comparten con amigos, vecinos o parroquianos sus dificultades, inquietudes o dudas de fe, se preparan bautizos y bodas…; se sirve a las personas con amor y se va forjando una pequeña comunidad de fe y de esperanza,
Tal como el Papa nos pide, oremos por él y por los frutos de humanidad y santidad de su visita a Cuba.
Montserrat Martínez

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