Diaconado Permanente, vocación, servicio y ministerio en la Diócesis de Valparaíso

Valparaíso, Chile, 12 de mayo del 2012

El 11 de Octubre de 1962, SS Juan XXIII, el Papa Bueno, como era llamado, pronunciaba estas palabras ante el colegio cardenalicio en las vísperas del Concilio Vaticano II: «Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia fuera y los fieles puedan ver hacia el interior»

De aquel momento han pasado ya 50 años y el sueño del Papa tuvo realizaciones insospechadas. En una época de cambios y revoluciones como lo fue la década del 60, la Iglesia vivió su propia renovación eclesiológica, teológica, litúrgica y asumió una situación de diálogo y entendimiento con el mundo que no había vivido por mucho tiempo. Sin duda que la abertura de puertas y ventanas, significó un cambio vital en su modo de entenderse con el mundo y en el modo de comprenderse a sí misma y de proyectar su misión.

Fue en el Concilio Vaticano II, epicentro renovador de la Iglesia, y en el contexto de la Lumen Gentium, que se restableció para la Iglesia Católica el Diaconado Permanente. Este ministerio por siglos había quedado supeditado sólo a su dimensión transitoria camino al sacerdocio.

En el año 1968 fueron ordenados los primeros diáconos Permanentes en Alemania y muy pronto Chile se hizo eco también de esa buena nueva para la Iglesia, siendo nuestra diócesis una de las primeras en acoger la restauración del ministerio. El primer diácono de nuestra diócesis fue Don Guillermo Máximo Valdés, ordenado el 20 de Diciembre de 1969 de manos del Obispo de Valparaíso Monseñor Emilio Tagle Covarrubias.

Actualmente nuestra diócesis cuenta con una cincuentena de diáconos, cuya formación y acompañamiento recaen en el Equipo diaconal y el delegado episcopal para el Diaconado Permanente, P. Roberto Pinto. Para el proceso formativo la diócesis cuenta con la Escuela diaconal «Felipe Diácono», creada el año 2005 a petición de nuestro Obispo Mons. Gonzalo Duarte García de Cortázar.

La Escuela Diaconal funciona en Villa Alemana, en los salones de la Parroquia San Felipe de Neri, con un período lectivo desde marzo a diciembre, dividido en trimestres. La Dirección de la Escuela recae en el D.P. Señor Juan Carlos González R., quien es acompañado en su labor por un equipo de hermanos diáconos. Cuenta con una malla curricular definida y un equipo de profesores, entre los que se cuentan sacerdotes, diáconos permanentes, religiosas y laicos. Actualmente la Escuela cuenta con una treintena de estudiantes desde el primer año a sexto.

Durante los años de funcionamiento de la Escuela diaconal ha sido forjadora de 2 promociones diaconales de manera completa, en agosto del 2010 se ordenaron los primeros 7 diáconos que hicieron toda la formación en ella. Y ahora, el próximo sábado 19 de mayo, 10 hermanos de diversas comunidades de nuestra diócesis serán ordenados en la Catedral de Valparaíso por nuestro Pastor.

El ministerio diaconal es una vocación particular y singular en la Iglesia que aporta una novedad maravillosa. Los diáconos permanentes, en su inmensa mayoría, abrazamos este ministerio desde nuestra condición de hombres casados, es decir vivimos la doble sacramentalidad del servicio. Debemos por tanto tener presente que nuestra primera labor y ministerio se realiza en nuestra vida matrimonial. La dimensión familiar es signo y testimonio de una Iglesia doméstica. En una época de crisis, de cambios significativos, de pérdida del sentido de la vida, de sub valoración de la familia, los diáconos permanentes estamos llamados a ser signos de esperanza y gozo en una Iglesia familiar. La aceptación, apoyo y participación de nuestras esposas, hijos e hijas como colaboradores de nuestro servicio en el desarrollo del ministerio, es de suyo un testimonio evangelizador.

Nosotros los diáconos permanentes encontramos en Cristo un horizonte de crecimiento e identificación, especialmente en su condición de servidor (Jn 13, 5-14). Aquí los diáconos encontramos una fuente inagotable de espiritualidad que orienta nuestra vocación y nos conduce en nuestra misión en bien de la caridad.

Desde nuestro ministerio queremos asumir las opciones de la Iglesia a favor de los pobres y marginados de nuestra sociedad (DA128), como parte inherente de nuestra vocación de servicio. En este sentido nos comprometemos en la realización de un proceso evangelizador, de comunión, de promoción humana y de auténtica liberación, que nos permita caminar hacia un orden social más justo. (Cfr.DA399).

«El ministerio diaconal nos impulsa a estar atentos al clamor de nuestras sociedades: de los pobres, olvidados, marginados, de la cultura y de un mundo cada vez más dinámico y globalizado. Como diáconos permanentes estamos llamado a asumir el riesgo de ir hacia las nuevas fronteras de nuestro mundo e intentar responder a los desafíos que ellos imponen.

El anuncio de la Palabra viva y eficaz, sigue siendo una tarea fundamental de nuestro ministerio. Palabra que es signo de esperanza, de vida nueva y de salvación. Nosotros los diáconos, mediante la fe hemos recibido la Palabra de Dios con la que abrazamos de corazón la Verdad que se nos ha revelado y así nos entregamos totalmente a Cristo y a su predicación al Pueblo de Dios. (Cfr. Verbum Domine 78).

A través del servicio litúrgico a las comunidades cristianas, la sacramentalidad ejercida desde el ministerio, realizamos un servicio que asumimos con gozo y responsabilidad, como signo y tarea de acompañar a nuestros hermanos.» (Mensaje final del II Congreso Latinoamericano y del Caribe de Diáconos Permanentes).

Hoy estamos en las vísperas y antesala de una gran fiesta para la Iglesia Universal y particularmente para nuestra Iglesia diocesana, pues10 hermanos de nuestras comunidades abrazarán nuestro ministerio y se pondrán al servicio del Pueblo de Dios.

Damos gracias al Señor por las maravillas que obra en medio de nosotros. Damos gracias por la docilidad de estos hermanos, por la donación que hacen de sus vidas y por sus familias que los han alentado en este camino. Rogamos al Señor que continué suscitando en medio de nuestras comunidades hombres que quieran entregar su vida al servicio de la Iglesia a través del ministerio diaconal.

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