Cuatro primeros diáconos de la diócesis de Sonsón-Rionegro en COlombia

Después de un proceso de formación de cinco años, en la Escuela Diaconal San Esteban, serán ordenados los cuatro primeros diáconos permanentes de la diócesis. La celebración se realizará este sábado 8 de junio, a partir de las 10:00 a.m. en la Catedral San Nicolás el magno de Rionegro, presidida por monseñor Fidel León Cadavid Marín, obispo diocesano.

Estos son los señores que recibirán el ministerio del diaconado permanente (fotografías al final):

Diego Iván Aristizábal Hoyos: Nació en Granada el 1 de agosto de 1971. Hijo de Ramón Tulio Aristizábal Castaño y Maria Graciela Hoyos Gómez. Tiene 10 hermanos. Casado con María Maricela Aristizábal Tobón. Tienen dos hijos.

José Guillermo Castro Londoño: nació en Sonsón el 21 de marzo de 1963. Hijo de Francisco Javier Castro Florez y Colombia Londoño de Castro. Tiene 7 hermanos. Casado con Lidia Lupe Díaz Gonzales. Tienen un hijo.

Luis Eduardo Ramírez Murillo: nació en Bogotá el 16 de enero de 1967. Hijo de Nésmer Ramírez Gómez y María Dolores Murillo Herrera. Tiene 3 hermanos. Casado con Rocío del Socorro Loaiza Castro. Tienen 2 hijos.

Euden Alonso Delgado Múnera: Nació el Puerto Berrio el 12 de octubre de 1970. Hijo de Gilberto Antonio Delgado y Blanca Ema Múnera Carrillo. Tiene 8 hermanos. Casado con Bernarda Estela Cadavid Pérez. Tienen dos hijos.

El diaconado permanente fue instituido en nuestra diócesis desde el año 2012; monseñor Fidel León Cadavid Marín decidió establecer este ministerio ordenado y que tuviera, como en los primeros tiempos, un servicio principalmente social o de caridad. Esto no quiere decir que los Diáconos Permanentes no puedan prestar servicios litúrgicos o de la palabra, sino que estarán dedicados preferentemente a la ayuda caritativa y administrativa.

¿CUÁLES SON LOS SERVICIOS QUE PUEDE PRESTAR UN DIÁCONO PERMANENTE?

Quien haya sido ordenado Diácono Permanente puede prestar muchos servicios, a nivel de la palabra, de la caridad y a nivel litúrgico.

A nivel litúrgico: Puede bautizar con el rito solemne del Bautismo, es decir, hacerlo igual a como lo hace el sacerdote; puede proclamar el Evangelio en la Santa Misa y hacer la predicación si el sacerdote le pide el favor; puede preparar el altar y las ofrendas para la celebración de la Eucaristía; puede distribuir la Sagrada Comunión tanto en la Misa como llevarla a los enfermos en sus casas u hospitales; puede presenciar y bendecir los matrimonios; puede celebrar los funerales en ausencia del sacerdote o por encargo que él le haga; puede bendecir las personas, el agua y los objetos sagrados, al igual que los lugares que deban ser bendecidos.

A nivel de la palabra: Puede hacer la catequesis de preparación para recibir los sacramentos; puede animar los grupos apostólicos y los procesos de evangelización; puede predicar en las Eucaristías si el sacerdote le pide el favor y también lo puede hacer en las celebraciones de la Palabra que le corresponda realizar.

A nivel de la caridad: El señor Obispo le encomienda distintas tareas en lugares y con personas que más necesiten de un servicio, por ejemplo, el apostolado en las cárceles, hospitales, escuelas, veredas, sectores de barrios pobres, o en unidades residenciales, enfermos, asilos, familias en problemas, etc. Los diáconos permanentes pueden prestar un gran servicio en la pastoral familiar pues tienen preparación y experiencia de la vida en familia.

COMPAREMOS EL SACERDOCIO Y EL DIACONADO PERMANENTE

Los sacerdotes pueden celebrar todos los sacramentos menos la ordenación y la confirmación que pertenecen al obispo; los diáconos permanentes y también los transitorios solo pueden celebrar el bautismo y el matrimonio.

Los sacerdotes pueden celebrar los sacramentos juntamente con el rito de la santa Misa, los diáconos permanentes solamente el rito del sacramento, pero sin la Misa, eso sí, pueden distribuir la Sagrada Comunión dentro de esas celebraciones.

Los sacerdotes pueden confesar y dar la absolución de los pecados, los diáconos permanentes no.
Los sacerdotes pueden celebrar la Unción de los enfermos, los diáconos permanentes no.

Tanto los sacerdotes como los diáconos permanentes obedecen las instrucciones que reciben del señor obispo y ejecutan los encargos que él les hace.

Los sacerdotes están obligados a vivir el celibato, los diáconos permanentes, que son casados, llevan normalmente su vida familiar y conyugal, pero si un diácono permanente enviuda, no puede volver a casarse.
Los sacerdotes están disponibles todo el tiempo para ejercer su ministerio, los diáconos permanentes tienen que atender primero sus obligaciones familiares y su trabajo y, después, sus labores ministeriales.

El sacerdote tiene obligación de rezar la liturgia de las horas, el diácono reza diariamente también solamente dos partes de la liturgia de las horas que se llaman Laudes, en la mañana y Vísperas en la tarde.

El sacerdote recibe un estipendio al día por la celebración de la Eucaristía, el diácono permanente no recibe ninguna ofrenda por sus servicios, lo hace gratuitamente, por eso debe tener un trabajo estable y debe dedicarle el tiempo necesario para poder sostener a su familia y sus obligaciones.

Los sacerdotes y los diáconos permanentes pueden hacer la Exposición solemne del Santísimo Sacramento y dar la bendición con la Divina Majestad.

REQUISITOS PARA SER DIÁCONO PERMANENTE EN LA DIÓCESIS

Debe tener 35 años y no tener más de 55 a la hora de iniciar su formación.

Debe tener el consentimiento expreso de su esposa para poder recibir el sacramento del Orden y para poder ejercerlo. La esposa se convierte en un apoyo fundamental para el diácono permanente y lo acompaña en muchas de sus tareas diaconales.

Debe tener terminado su bachillerato y realizar la formación que dura entre cinco y seis años.

Debe tener un hogar bien constituido y saber llevar un estilo de familia cristiana.

Debe frecuentar los sacramentos y la vida de oración personal y familiar.

Debe tener un gran espíritu de servicio y de caridad.

Debe tener capacidad para expresarse en público y para hacerse entender de los demás.

Debe tener un gran amor por la Iglesia y capacidad de obediencia para acatar las enseñanzas del evangelio y del magisterio.

Debe estar en comunión con los presbíteros y con el obispo.

Debe tener buena salud física y psicológica.

Fuente: http://diosonrio.org.co

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