Un abuelo diácono, un nieto presbítero

Migrante, profesor y ahora sacerdote

Héctor Javier Atocha Pauta nació en Guayaquil el 9 de noviembre de 1981. Creció en una familia muy sencilla, donde su abuelo, un diácono permanente, lo formó espiritualmente durante su niñez. A sus 16 años acudió por primera vez a un movimiento católico, en donde aprendió a rezar el Santo Rosario y a vivir con devoción la Eucaristía, despertando así su interés hacia el sacerdocio. Un año más tarde, afectados por la crisis de los años noventa, él y su familia deciden trasladarse a Nueva Jersey.

Cuando todo parecía mejorar, sus padres se separaron, situación que le afectó mucho, dejándole un vacío grande en su vida. Al poco tiempo ingresa a estudiar inglés en una academia situada a cuarenta y dos cuadras de su casa. Él prefería ir en bus y regresar a pie, de esa forma lograba ahorrar 200 dólares al mes para otros gastos. Un día mientras caminaba de regreso a casa, descubrió una iglesia que empezó a frecuentar, hasta cuando decidió volver a Ecuador.

En el 2004, decide prepararse mejor e ingresar a la universidad para obtener un título en lenguas. Trabajó como profesor de inglés y por sus distintas actividades se alejó un tiempo de la Iglesia. Atravesó muchos momentos difíciles, sin embargo, nunca sintió que Dios lo había abandonado. En él siempre estuvo el deseo de ser sacerdote. Motivado por ese anhelo, decide conversar con su párroco sobre su interés por esta vocación y éste lo invita a un retiro en la finca “Soledad de María”, en Manglaralto.

Durante este encuentro con Dios sintió esa paz que necesitaba, la oración fue fundamental en esos días. Al poco tiempo, se abren las puertas del seminario mayor y su director espiritual lo envía a conversar con el padre Vinicio, rector del seminario. Luego de explicarle su caso, empezó a participar de los retiros y convivencias vocacionales, para luego ingresar ya como seminarista.

Actualmente sirve en la iglesia Nuestra Señora de Czestochowa y comenta que cumple con una misión evangelizadora. Todas las mañanas medita el Evangelio y aprovecha las redes sociales para difundir un audio con su reflexión. Será ordenado este sábado en la Catedral Metropolitana de Guayaquil y afirma que “Debemos vivir aferrados a Dios, porque sin Él, no podríamos ser felices”.

Fuente: www.arquidiocesisdeguayaquil.org.ec

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