D. Manuel Guerra: "¿Son necesarias las diaconisas en la Iglesia Católica?"

 

Está actuando la Comisión nombrada (julio, 2016) para estudiar la restauración de las diaconisas y el diaconisado en la Iglesia católica. ¿Pero la Iglesia necesita la existencia de diaconisas? Unas diaconisas como las que hubo en la Iglesia en la época patrística (antes del siglo VII) no son necesarias, pues muchas mujeres de nuestros días desempeñan las mismas funciones y aun mayores que las llamadas “diaconisas” en la antigüedad, a no ser que se pretenda incrementar la burocracia eclesiástica por obra de la igualdad de los hombres y de las mujeres, así como por exigencias del vocerío del feminismo radicalizado. Las diaconisas medievales tienen muy poco que ver con las de la época anterior o patrística. Por tanto, la restauración se referirá al nombre y muy poco más. Se tratará de una restauración renovada, o sea, de unas diaconisas de rasgos o “ministerios” nuevos, adaptados a las necesidades de la Iglesia en el tercer milenio de su existencia y a sus circunstancias socioculturales e históricas.

1.Mirar al pasado patrístico y medieval de la diaconisas para intuir su configuración en el porvenir

1.1. La evolución semántica y tecnificadora de las palabras

Como si fueran realidades vivas, las palabras nacen, se desarrollan y mueren. No todas, suelen recorrer tres pasos en su evolución semántica desde la perspectiva del proceso que puede terminar en la cima que las trasforma en tecnicismo. El punto de partida  es el valor genérico, que suele guardar cierta conexión con su significado etimológico. Es el de diákonos (masculino y femenino en griego; en latín diaconus, diacona, derivados evidentes del griego) cuando significa “ayudante, colaborador” en cualquier actividad, pero subordinado a otro que es su “señor, amo”. Diákonos da el paso siguiente: valor específico  cuando  designa al criado o a la criada, generalmente doméstica o que trabaja y sirve en la casa. Lo rasgos de su colaboración o servicio al amo van perfilándose. Por fin, se convierte en tecnicismo cuando nombra a una clase de los criados domésticos, a saber, a los camareros, a los que sirven la comida y la bebida, que a veces han preparado ellos mismos; en el léxico cristiano, los “diáconos” vinculados al obispo, que preparan lo necesario para el banquete sacrificial de la Eucaristía y lo “sirven” (pan, vino, agua) en el ofertorio de la Misa, y, además, atienden a los necesitados, a los pobres.

 

1.2. Conocer las diaconisas del pasado para configurar las del porvenir

En los estudios y debates sobre el diaconado femenino suelen formular la pregunta: ¿Qué eran las diaconisas en los primeros siglos de la Iglesia y durante la Edad Media? La hacen no solo ni principalmente por afán retrospectivo, sino sobre todo con una finalidad prospectiva o de proyección hacia el futuro. Pues, se piensa, que lo que han sido las diaconisas en el pasado, lo podrán ser dentro de poco si el diaconado femenino es restaurado. Por eso, metodológicamente se debe mirar al pasado de las diaconisas en los textos no cristianos y en los cristianos tanto de la época patrística como de la medieval y posterior hasta la edición del Pontificale Romanum de 1962, el último texto litúrgico en el que figuran las diaconisas, aunque solo sea de manera “virtual”.

En esta bitácora o artículo en Internet dependo básicamente de los siguientes estudios: Ad diaconam faciendam seu consecrandam. El diaconado femenino en el Occidente medieval. Fuentes litúrgicas, Ediciones Universidad San Dámaso, Madrid 2016, excelente tesis doctoral de José Juan Ahijón, cf. su valoración en M. Guerra, El diaconisado y las diaconisas en los textos litúrgicos medievales de la  Iglesia católica  en Occidente (para las diaconisas medievales); M. Guerra, Diáconos helénicos y bíblicos, Facultad de Teología, Burgos 1962 (también “Burgense” 4, 1963, 1-135) en los documentos greco-romanos no cristianos y en la Biblia; El sacerdocio femenino (en las religiones greco-romanas y en el cristianismo de los primeros siglos), Seminario Conciliar, Toledo 1987, 404-442; * El laicado masculino y femenino (en los primero siglos de la Iglesia), Eunsa, Pamplona 1987; * Clero-grados clericales, Facultad de Teología, Diccionario del Sacerdocio, B.A.C, Madrid 2005, 110-112 para las diaconisas de la época patrística.

 

  1. “EN TORNO A LAS DENOMINACIONES O NOMBRES DIACONALES

Es sabido que lo teológico no puede reducirse a lo filológico y menos aún a lo lexical. Pero no puede prescindirse de esto, pues repercute en el mensaje. La palabra, como todo signo, consta de significante y de significado, que son como el cuerpo sensible, visible, y el espíritu  vivificador. De ordinario, el mismo significante  tiene varios significados y, al revés, el mismo significado es expresado por varios significantes, que se dice “sinónimos”, aunque nunca lo sean del todo.

2.1. El significante: “el/la diacono, diacona, diaconisa diaconisado, diaconado masculino/femenino”

 2.1.1. En los textos griegos no cristianos

El significado genérico del griego diákonos (común para el masculino y el femenino) es “servidor, siervo”. Lo puede ser tanto de cualquier dios o diosa del politeísmo griego, especialmente del supremo: Zeus, como de Yahvé (Antiguo Testamento) y de Jesucristo, de Dios (Nuevo Testamento), también de la pólis o ciudad-Estado. Pero los y las diákonos griegos son más frecuentemente una de las clases de los “criados domésticos o de la familia”, a saber, los “ayudantes” en el cuidado del ganado, en la elaboración del pan, etc., y sobre todo los “sirvientes” o encargados de preparar y de servir (“camareros”) los manjares y los licores.

En los banquetes, terminado el servicio de la comida, solían recibir la “propina” en el significado etimológico de esta palabra latina y española compuesta de dos griegas:”pro (“antes”), pino (“beber” etc.,), o sea, “lo bebido antes ” de retirarse y antes de que los comensales comenzaran el “symposion”, traducido generalmente por “banquete” (cf. el Banquete de Platón, Jenofonte, Metodio de Olimpo, etc.,), más correctamente por “tertulia” (brindis, discursos, conversación sobre diversas cuestiones).

En todas las religiones los sacerdotes han tenido “ayudantes”. Uno de los nombres de estos ayudantes, en la antigüedad griega es diákonos, palabra que ha permanecido inalterada desde la primera mitad del siglo quinto antes de Cristo, fecha de su aparición en los documentos conservados y conocidos (Prometeo de Ésquilo, Historias de Heródoto) hasta nuestros días.

A partir de los siglos V-IV a. C. actúa también “hè diákonos”, la diákonos”, o sea la mujer “criada” de la casa, especialmente en cuanto preparadora y “sirvienta” de la comida, también la de un menú tan pantagruélico que Aristófanes (Eccl 1169-1175) lo nombra con una sola palabra, pero de ciento sesenta y nueve letras, un modo cómico de expresarse el atragantarse por comer en demasía. En varias inscripciones -anteriores a Jesucristo- se lee el nombre del dios o diosa (de un templo, de una asociación cultual, profesional o funeraria), el de su sacerdote, el de la sacerdotisa y los de sus ayudantes: el diákonos y la diákonos, etc., que preparan lo necesario para el sacrificio y sirven en el banquete de confraternización, tenido después del acto de culto.

2.1.2. En los documentos latinos no cristianos

Del griego diákonos procede -por transcripción- su correspondiente latina diaconus y de ésta la española “diácono”. La traducción de la palabra griega en latín es minister (masculino), ministra (femenino), de donde “ministro/ministra” en español. Lo explícita san Agustín (siglos IV-V): ”En latín se traduce minister cuando se lee diaconus  en griego” (Sermo 319,3).

El sufijo latino –ter sirve para contrastar dos conceptos o realidades, por ejemplo noster/vester(“nuestro/vuestro”), magis-ter/minu(i)s-ter, “el que es más” (el director) y “el que es menos” (su servidor). El emperador romano tenía sus “ministros, servidores”, los “funcionarios” y, en su sentido más restringido, sus más íntimos colaboradores (sirvientes, asesores). Pero estos, dado su trato más frecuente y familiar, terminaron por convertirse en los ejecutores directos de su voluntad, en la burocracia imperial más efectiva. De ahí que los “ministros” fueran más influyentes que los “magistrados”, como ahora los “ministros” del gobierno más que los “maestros”.

 2.1.3. En los textos grecolatinos cristianos

En los documentos anteriores a la Edad Media “diaconissa” figura por vez primera en el concilio de Nicea (año 325). Entonces y antes se usaba preferentemente diákonos, precedido del articulo femenino como si ahora se dijera “la diácono”, también -aunque más raramente- gyné diákonos (griego), mulier diaconus (“mujer diácono”)y el femenino diákona (siglo VI: Venancio Fortunato y antes). En la Edad Media siguen usándose Diacona” ya en el siglo VII (Sacramentario gregoriano de Trento, Sacramentario Adriano,), también en el siglo X (Pontifical Romano Germánico, etc.,); “diaconissa”, siglo X (Misal de Leofric, etc.,); “diaconissatus“, a finales del siglo XV (Pontifical romano desde su edición de 1497). “Diacona” y “diaconissa” son sinónimas, también diaconatus (femenino) y diaconissatus.

En el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia (200122) figura “diaconisa”, no “diaconisado” ni “diácona”. No obstante, pienso que la palabra “diaconisado” puede y debe usarse. Pues la vida, también de las palabras, es anterior a su encauzamiento y registro académico. Además, el emparejamiento: “diácono-diaconado” y “diaconisa-diaconisado” ayuda a su catalogación como realidades diferentes, evitando el riesgo -corrido a veces- de confundir la identidad de los diáconos y de las diaconisas, así como de asimilar el diaconado femenino al masculino. El Pontifical Romano, con el uso del neologismo “diaconissatus, diaconisado”, manifiesta que no se comprende a la diaconisa como si fuera la forma femenina del diácono ni en él, ni anteriormente; al menos en la comprensión que se tiene de su presencia en los pontificales anteriores.

 

  1. LAS CIRCUNSTANCIAS QUE HAN PUESTO DE ACTUALIDAD A LAS DIACONISAS

Diversas motivaciones y circunstancias han concurrido en la puesta de largo o de actualidad de las diaconisas desde mediados del siglo XX. He aquí el enunciado escueto de las principales.

3.1. Diferentes hechos de la vida eclesial cristiana

Lo nacido un tanto artificiosamente en torno a una mesa suele presentarse ya en estado adulto con todos los elementos de su estructura hasta en sus nombres o títulos perfectamente delimitados. La Iglesia no nació así, y se ha ido desarrollando bajo el soplo del Espíritu Santo, respondiendo a sus necesidades y adaptándose a la circunstancialidad sociocultural e histórica. Por eso es lógico y natural que instituciones que no son de origen divino, por ejemplo  el diaconado femenino, haya existido durante varios siglos, luego quedara inactivo y ahora pueda reactivarse porque así lo reclama la vida de la Iglesia para atender a las necesidades de nuestro tiempo.

 

Tomado de: http://infovaticana.com/blogs/manuel-guerra

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