Siete nueve acólitos camino del diaconado permanente en la diócesis de Melipilla, Chile.

Con fecha 6 de noviembre de 2016 al mediodía, 7 varones de la diócesis de Melipilla fueron instituidos Ministros de Acólitos, iniciando de esta manera su camino hacia el diaconado permanente.

En la celebración eucarística presidida por monseñor Cristián Contreras Villarroel en la Catedral de Melipilla, en compañía de sus familias, fueron instituidos Ministros de Acólitos para participar en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia los aspirantes al diaconado permanente, Alvaro Igor Ahumada Ahumada y Raúl Adolfo Castañeda Manzo de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Peñaflor, Valericio de Cruz Díaz Vargas y Juan Eduardo Riquelme Riquelme ambos de la Parroquia Cristo Rey de Llo-lleo, Cristián Alberto Armijo Aguirre de la Parroquia Santa Teresa de Los Andes de Melipilla, Juan Francisco Bustamante Díaz de la Parroquia San Antonio y Sandro Max Rojas González de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced de Melipilla.

Este ministerio consiste en ayudar al diácono y al sacerdote en la liturgia, principalmente en la celebración de la Santa Misa. Además, les pertenece, como ministros extraordinarios, distribuir la Sagrada Comunión. En circunstancias extraordinarias se les podrá encomendar que expongan públicamente a la adoración de los fieles la Sagrada Eucaristía y hacer después la reserva; pero sin la bendición al pueblo que es propio del diácono y del sacerdote.

En la homilía monseñor Contreras dedicó unas palabras a las familias y cercanos diciendo: “quiero agradecer a sus familias, a sus queridas esposas e hijos, a los sacerdotes y comunidades eclesiales que los han acompañado en estos años de entrega y sacrificio. Este es un día de alegría para todos”. “La Iglesia les confía un ministerio hermoso: proclamar la Palabra de Dios, ayudar en la Misa y distribuir el Cuerpo de Cristo. Es una invitación a que se vaya haciendo presente el “yo de Cristo” del que habla San Pablo en la carta a los Gálatas: “vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien viven en mi”. Es un llamado que no anula nuestra individualidad, sino que la enaltece configurándola con Cristo, de modo que la existencia de Ustedes se vaya adecuando día a día al misterio de las palabras de la consagración eucarística: ‘esto es mi Cuerpo; esta es mi Sangre’”, agregó.

Aludiendo a los tiempos difíciles que le toca vivir a la comunidad cristiana, monseñor Contreras los animó: “sabemos bien que dar testimonio no es fácil, que jugarse contra opiniones que parecen generalizadas y atizadas por los medios de comunicación, nos puede hacer pensar o sentir que somos “minoría”. Pero ¡no es verdad! Y si lo fuera, más necesidad de “dar razón de nuestra esperanza”. Además, tal como ayer, y más que ayer, contamos con la fuerza del Espíritu Santo prometido por el Señor y con la presencia de una Madre aún más fuerte que la heroica mamá de los Macabeos. La Virgencita, nuestra Madre María, es nuestra Virgen al pie de la Cruz, es la que anima y preside a los apóstoles en Pentecostés”

Habiendo escuchando sus palabras, los nuevos acólitos recibieron de manos del Obispo, el cáliz con la exhortación “Recibe el vino, para la celebración de la Eucaristía, y vive de tal manera que puedas servir dignamente a la mesa del Señor y de la Iglesia.” Hecho el rito, los acólitos fueron acogidos por el aplauso de toda la audiencia –una catedral llena- que con alegría aclamó este paso.

Fuente: Comunicaciones Melipilla

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *