Reflexión sobre la Iglesia, ¿cómo vemos, juzgamos y actuamos hoy?

Diác. Miguel Ángel Herrera Parra

Referente Nacional del CIDAL en Chile

Santiago, Chile, 26 de mayo de 2010

 

Persona “A”:

 

Vemos:

 

“Los curas son acusados de pedófilos y abusadores de menores”. “Los diarios y medios de comunicación muestran toda la verdad de lo que pasa con los curas”.

 

Juzgamos:

 

“Todos los curas son abusadores y pedófilos”. “El celibato es la causa de todas las aberraciones que hacen los curas”. “Llegó la hora del juicio final a la Iglesia”.

 

Actuamos:

 

“Me alejo de la Iglesia. Quiero que la Iglesia sea dañada, desacreditada y, si es posible, destruida. No participo más de las actividades de la Iglesia”.

 

 

Persona “B”:

 

Vemos :

 

“Algunos presbíteros están siendo juzgados por haber sido acusados de cometer abusos sexuales a niños y jóvenes. Pero, al mismo tiempo, veo que no se reconoce -ni es noticia- que la inmensa mayoría de los presbíteros, religiosos y diocesanos, entregan silenciosamente su vida y están dedicados a anunciar Cristo Vivo y a contribuir en la construcción del Reino de Dios”.

 

Juzgamos:

 

“Jesús nos dice: “He venido a liberar a los pecadores, a sanar a los enfermos…” (Mateo 9, 9-13).

“No escandalicen a los más pequeños…” (Marcos, 9, 42)

“Con la vara que midas, serás medido…” (Mateo 7, 2)

“Felices los que tiene hambre y sed de justicia, porque serán saciados…” (Mateo 5,6)

“Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28,19)

 

Actuamos:

 

“Continuamos participando en la celebración de los sacramentos que nos dejó Jesús: la Eucaristía, la Reconciliación, el Bautismo, el Matrimonio, la Unción de los enfermos, aunque los ministros que actúan en su nombre, sean hombres indignos y pecadores.

 

Persevero participando activamente, promoviendo y fortaleciendo el modelo de Iglesia que ya nos indicó el Concilio Vaticano II (1962-1965), es decir, una iglesia “comunión”, “sacramento de salvación”, de “comunidades y ministerios”, que evangeliza y que sirve al mundo. Así, va quedando atrás el modelo eclesial anterior, jerarcológico, verticalista y autoritario, que no consideraba el aporte -como adultos- de los laicos y laicas y que, al mismo tiempo, “endiosaba” a los presbíteros, considerándolos como si fueran “ángeles” o “seres superiores”.

 

 

¿Qué tipo de “persona” (“A” o “B”) soy yo?

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