Diác. Miguel Ángel Herrera Parra
Referente Nacional del CIDAL en Chile
Santiago, Chile, 7 de septiembre de 2011
miguelangel.herreraparra@gmail.com
Entre la lluvia y el viento, en día frío, o de calor,
Dios lo impulsa al movimiento, para compartir su Amor.
La Misa ha terminado, y, vayan en paz, contentos,
su Palabra han escuchado, y caminen, siempre atentos.
Conversando en su familia, contempla al Señor, sonriente,
comulgan en su vigilia, con su esperanza, ardiente.
Y en silencio, sale, desde su morada,
su cariño, vale, al ver la alborada.
Visita al anciano, sonrisa en su cara,
y le toca el piano, junto al sol, aclara.
Y va donde el pobre, con Cristo, a su lado,
comparte su pan, con su pueblo amado.
Y al joven anima, que triste y cansado,
se rebela, encima, de lo conquistado.
Y habla al extranjero, en negro tugurio,
diálogo sincero, y da buen augurio.
Y enseñando, aprende, y escuchando, enseña,
y sirviendo, vive, sirviendo, no muere.
Es servidor, que, viviendo, quiere mostrar un servicio,
que se vaya comprendiendo, su opción de fe y sacrificio.
Y bajó del presbiterio, donde, felices, le esperan,
su servicio es fiel misterio, de amor y paz, lo moderan.
Y subió a su ministerio, donde el dolor le refleja,
una alegría y sorpresa, que hoy, le anima y le besa.
Y así, subió al Señor, y así, subió al Amor,
y así, subió hasta el cielo, con frío o con calor.