Nuevo libro «Diaconía en las parras de Chile», del diácono Miguel Ángel Herrera Parra VI

Iglesia chilena en reparación

Un nuevo Pentecostés queme,
con antorchas anti cobardes,
con fortaleza renueve,
cambio total, sin alardes.
Se consuma esas mentiras, y erradas protecciones,
se reparen tantas iras, se acerquen las bendiciones.
Nuevos obispos, nuevos pastores, en tiempos nuevos, nuevos ardores,
nuevos ministros, tiempos mejores, menos vergüenzas, menos rencores.
Iglesia cerca de los dolores,
con las víctimas y sus pasiones,
cerca del pueblo y sus olores,
cerca de Cristo y sus opciones.
Todo de nuevo, nuevas sonrisas,
que se aquilaten en la verdad,
que entren las brisas,
que reanimen la comunidad.
Más conversión, más pastoral,
más sencillez y más humildad,
más valentía y buena moral,
iglesia de la solidaridad.
Del abuso al servicio,
de la soberbia a la paz,
que la virtud vence al vicio,
ya que el Amor, la hace capaz.

Una Iglesia que siempre defienda a las víctimas

Hoy, es un día histórico para la Iglesia en Chile, ya que ayer, todos los obispos presentaron su renuncia al Papa Francisco, debido a una serie de abusos sexuales y de poder que se han cometido en distintas diócesis, especialmente a partir del caso de Fernando Karadima, sacerdote sancionado por El Vaticano por abusos sexuales que cometió contra jóvenes de la Parroquia de El Bosque.

En la década de los ochenta, trabajé -como sociólogo- en la Vicaría de Pastoral Juvenil del Arzobispado de Santiago. En contextos de control social y represión de una dictadura cívico militar, que no respetaba los derechos humanos fundamentales, la Iglesia católica, junto a otras confesiones religiosas, se levantó -valientemente- para acoger y defender a los perseguidos por el régimen. La Vicaría de la Solidaridad fue un baluarte maravilloso para anunciar el Evangelio y la Civilización del Amor, para defender la vida de las víctimas y denunciar la cultura de la muerte.

Como el líder de la Iglesia católica, el recordado cardenal Raúl Silva Henríquez, arzobispo de Santiago, era visualizado y catalogado por el régimen como un “cura rojo”, como un “Obispo comunista”, las familias de clase alta de Santiago, más tradicionalistas y clericalistas, no querían que sus hijos participaran en la “peligrosa” pastoral juvenil, de las distintas parroquias de la arquidiócesis, porque -según ellas- estaba “infestada e infiltrada de comunistas y extremistas”. Por lo tanto, se favoreció que las “familias de bien” enviaran a sus “jóvenes de bien”, es decir “apolíticos”, a una “parroquia de bien”, donde estaba un sacerdote “con fama de santo” y que trabajaba muy bien con sus jóvenes, quienes lo querían mucho.

La Vicaría de Pastoral Juvenil realizó muchas actividades, tales como el Festival “Una Canción para Jesús”, el “Encuentro de Oración” para jóvenes de Santiago, el “Día del Reino”, los “Encuentros Juveniles Poblacionales”, y muchas más, en las cuales -a partir de “Cristo Joven”- se favoreció la comunión y la participación de los jóvenes de todas las realidades sociales, culturales y económicas de la arquidiócesis. Siempre se invitó a participar a los jóvenes de la parroquia de El Bosque, pero su líder Fernando Karadima siempre lo evitó o lo prohibió.

Uno se podría preguntar: ¿Por qué llegó a tener tanto “prestigio” esta parroquia en la Iglesia de Santiago?. La respuesta de esa época era que “producía muchas santas vocaciones, muchos santos sacerdotes y también obispos santos”. Así, en una Iglesia necesitada del clero sacerdotal, se tenía una imagen de que esa parroquia era lo óptimo y que en su interior no podía haber nada malo.

Si se hubiese conocido realmente lo que estaba pasando y se hubiesen tomado las medidas urgentes que se requerían para lograr justicia y reparación para las víctimas de esos abusos, posiblemente hoy habría menos sacerdotes (30) y obispos (4) en la Iglesia. Pero, en verdad, los católicos estaríamos más tranquilos. Tal vez, ante la marcada carencia de presbíteros en las diócesis, se pudo haber iniciado la creación de una Iglesia más laical y diaconal, una Iglesia “con olor a ovejas”, una “Iglesia en salida”, más abierta a la sociedad. Y así, se hubiera logrado que la Iglesia siempre permaneciera del lado de las víctimas, igual que nuestro Señor Jesucristo. Cuando no estamos con las víctimas lo hacemos mal, y el Evangelio se hace poco creíble para los demás.

Me queda poco

Me quedan pocos minutos, para describir ese mundo,
me queda muy poco aliento, para mostrar el tormento,
me queda poca paciencia, para saltar la inmanencia,
me queda poco alimento, para cultivar más ciencia.
Me queda poca verdad, para enfrentar sus mentiras,
me queda poca bondad, para cubrir sus maldades,
me queda poca humildad, para enfrentar su soberbia,
no me queda ingenuidad, para aceptar sus bondades.
Me queda poca confianza, para verlos como reyes,
me quedan pocas sonrisas, para ponerlas de alfombra,
me queda poca esperanza, para que cambien las leyes,
me queda poca ternura, para expulsarla a la sombra,
me queda poca premura, para explicar los destellos,
me queda poca templanza, para lo que nunca se nombra.

Me queda poca visión,
para ver su conversión,
me queda poca audición,
para oír su confesión,
me queda poca energía,
para escuchar su letanía,
me queda mucha ironía,
para creer en su hidalguía.
¡Me queda poco, o me queda mucho, ya no lo sé, ni lo sabré!.

De demasiado a escaso

Esta generación dice, que los aman demasiado,
que el amor que han recibido, es claramente excesivo,
desmesuradamente, harto, exagerado y desmedido,
claramente inmoderado, profuso y descomedido.

Y ese amor exorbitante, se ha transformado en soberbia,
y ese alimento ha sobrado, en una artera soberbia.
¿Por qué dicen “demasiado”, si lo que ofrecen es poco?
es escaso el entusiasmo, sin compromiso tampoco,
es escaso el noviazgo y es escaso el matrimonio,
son escasas las uniones y escasas las procreaciones.
Son escasas las entregas, vocaciones y misiones,
las donaciones que legas, visiones y conversiones.

Para el que ama, su amor, nunca será demasiado,
su entrega y su gran ardor, jamás le dejan cansado,
su espera no es demasiado, su fe nunca es demasiado,
en el hoy, vive su amor, y al darse, queda extasiado.

Esos, que “aman demasiado”, lo repiten, lo repiten,
se cansaron “demasiado”, y ese “amor” no lo resisten,
hoy, callados, han desertado, se han liberado, insisten,
de ese “amar demasiado”, que a sus sentidos despisten.

No hay que olvidar, hay que aprender

No hay que olvidar los abusos,
que clérigos cometieron,
ni hay que olvidar los contusos,
que quedan, sobrevivieron.

No hay que olvidar los maltratos,
los fraudes, ni los engaños,
ni oscuros malos ratos,
en estos últimos años.

No hay que olvidar que la Iglesia,
se erosiona en cada caso,
que el jerarca no es la Iglesia,
que ofende al pueblo a su paso.

Hay que aprender buenos tratos,
desde la cuna, hasta el fin,
y prevenir los maltratos,
de la familia, al confín.

Hay que aprender los caminos,
comunitarios del bien,
mejorando los destinos,
en medio del pueblo fiel.

No hay que dar vuelta las páginas,
sin haberlas leído bien,
somos seres, no máquinas,
que se alejan como un tren.

Somos diseño de Cristo,
buen invento de Jesús,
en la misión que persisto,
en su Verdad, vemos Luz.

No hay que olvidar, hay que aprender,
más que llorar, hay que ver,
no hay que rabiar, hay que crecer,
no hay que explotar, hay que ser.

Somos reyes, sacerdotes,
profetas del sembrador,
que nos dio miles de dotes,
para volver a su Amor.

Del encubrimiento a la justicia

Descubrió el encubrimiento, mostró la complicidad,
sacó ese recubrimiento, de cruel clandestinidad.
La ilegalidad y el secreto, disimulo, ilegitimidad,
su disfraz supone un reto, para mostrar la verdad.
El rebozo con embozo, su artificio y afectación,
disimulo y simulación, engaño y ocultación.
Su artificio e insinceridad, alcahuetería contumaz,
su alianza es mediocridad, pusieron muy lejos la paz.
Connivencia e implicación, reserva y cooperación,
para ocultar la inacción, en malvada intervención.

No hay nada que esté oculto, que no sea descubierto,
por evitar el tumulto, prefirieron el desierto.
La esclavitud quedó atrás, la salvación nos tocó,
por las víctimas hay paz, y no por el que no oyó.

Cuando olvidaron al pueblo,
se agigantó el egoísmo,
cuando no se sienten pueblo,
se cayó en elitismo.
Iglesia, céntrate en Cristo, y no te equivocarás,
Iglesia, encuentra a Cristo, y no te esclavizarás,
Iglesia, anuncia a Cristo, y en su luz caminarás,
Iglesia, come de Cristo, y te fortalecerás.

El Pueblo de Dios, que camina en Chile

El pueblo de Dios, que camina en Chile,
se quedó dormido, con una ilusión,
de que sus pastores, morirían por él,
cual bravos profetas, en su fiel misión.

De un país de hermanos, de la solidaridad,
de seres cercanos, de fraternidad,
en muy pocos años, se pasó a la libertad,
de elevar las manos, en santa piedad.

De las comunidades, a las jerarquías,
del poder servir, al poder del poder,
de jornadas y festivales, a las largas letanías,
de la “lucha por vivir”, a la “dicha del tener”.

De pastores respetados, a esos jerarcas funados,
de valientes venerados, a personajes odiados,
de laicos empoderados, a fieles desconectados,
de cristianos insertados, a seres atomizados.

El pueblo de Dios, que camina en Chile,
se quedó en el antes, y no asume el hoy,
vivió de sus glorias, se alejó y deprime,
pecó de soberbia, volverá a lo humilde.

Con laicos alegres, feliz bautizados,
se gesta el presente, y un tiempo mejor,
con fieles valientes, con ganas y osados,
con Cristo en la frente, les dará el valor.

¿Estamos como los colosenses?

¿Hemos sido resucitados con Cristo, y buscamos las cosas de arriba, la verdad, la justicia, la reparación, el perdón y la misericordia que nos ha mostrado Cristo?.
¿Hemos muerto a lo «terrenal», es decir, al libertinaje, a la impureza, a las pasiones desordenadas, a las defensas corporativas, a creernos superiores a los demás, a los malos deseos, a los abusos, a los malos tratos, y al amor al dinero, que es un ídolo? Nosotros antes seguimos ese camino, y nuestra vida era así.
¿Ahora rechazamos todo eso: los enojos, los arrebatos, las malas intenciones, las ofensas, los abusos sexuales, de poder y de conciencia, la soberbia como Iglesia, los encubrimientos, y todas las palabras malas que podemos decir?.
¿No nos mentimos unos a otros: ya que nos hemos despojado del hombre viejo y de sus vicios, y nos hemos revestido del hombre nuevo, que no cesa de renovarse a la imagen de su Creador, hasta alcanzar el perfecto conocimiento?.
Actualmente, ¿no hacemos distinción entre chileno y extranjero, entre el pueblo de Dios y el pueblo no creyente; ya no hay migrante, ignorante, indigente o ciudadano, sino que Cristo es todo en todos?.
¿Nos hemos puesto, la vestidura de los elegidos de Dios, sus santos muy queridos: la misericordia que nace del perdón, el perdón que nace de la justicia, la justicia que nace de la verdad, la compasión tierna que nace del amor, la bondad que viene del mismo Dios, la humildad que viene de la sencillez, la valentía que viene de María, la mansedumbre que viene de Jesús, la paciencia que viene de nuestros mártires y testigos, y la esperanza que brota de la resurrección del Señor?. ¿Nos soportamos y nos perdonamos unos a otros, mutuamente, como el Señor Jesucristo, ya nos ha perdonado?.
¿Por encima de esta vestidura nos hemos puesto como cinturón el amor, para que el conjunto sea perfecto?. ¿La paz de Cristo reina en nuestros corazones, pues para esto hemos sido llamados y reunidos?.
¿La palabra de Cristo habita en nosotros y está a sus anchas?. ¿Tenemos la sabiduría, don del Espíritu Santo, que nos permite aconsejarnos mutuamente, con salmos, cánticos, poemas, décimas, himnos y alabanzas espontáneas del pueblo?. ¿Todo lo que podemos decir o hacer, lo hacemos en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él?. ¿Cualquier trabajo que hacemos, lo hacemos de buena gana, pensando que trabajamos para agradar al Señor y no para que las personas nos aplaudan?.

Abusos, abusadores

Abusos, abusadores,
a los grandes y a los niños,
abusos castigadores,
que corrompen los cariños.

Abusos, abusadores,
distorsionan las conciencias,
por grandes predicadores,
que se extraviaron en ciencias.

Abusos, abusadores,
que impusieron su poder,
terribles castigadores,
que destruyeron su ser.

Abusos, abusadores,
que violaron y abusaron,
como falsos rezadores,
que su fe asesinaron.

Abusos, abusadores,
son sordos y encubridores,
que acallan a acusadores,
y aún, se sienten superiores.

Abusos, abusadores,
se inscribieron en la historia,
sorprendentes invasores,
se han mostrado como escoria.

Abuso y encubrimiento

Vuestro abuso es un exceso, cometieron vil desmán,
de injusticia, el atropello, despotismo en gran imán.
Vuestro abuso es grosería, y osada exageración,
su inmoralidad en demasía, gigante extralimitación.

Su licencia es tropelía, que grita por la justicia,
que es atrevida osadía, llena de mal y violencia.
Deshonesto atrevimiento, es cínica arbitrariedad,
vandálica furia y tormento, desorden de ferocidad.

Hipócrita incontinencia, atropello y opresión,
que avasalló sin clemencia, en su artera transgresión.
Con vuestro encubrimiento, de sólida ocultación,
es cómplice, sin lamento, actuando en simulación.

Con vuestra indefinición, se ocultó la oscura noche,
silencio, sin delación, mil disculpas, es derroche.
Encubrió con disimulo, que no se note sanción,
con su silencio malulo, cien excusas de perdón.

Abuso y encubrimiento, que impedirán su misión,
servir, en todo momento, sin verdad, no habrá perdón.
Abuso y encubrimiento, le llevan a destrucción,
buen trato y atrevimiento, le acercan la salvación.

Para de llorar

Te has puesto a llorar, con un enorme sollozo,
con tu amplio gimotear, te has olvidado del gozo,
tu berrear y tu plañir, suspirar y lagrimear,
lloriquear y tu gemir, tu continuo sollozar.
Rezumando tu fluir, destilando tu sentir,
lamentando tu gemido, escuchando tu clamor,
descifrando tu quejido, atendiendo a tu dolor,
lamento lo que has perdido, especialmente tu voz.
Tu fuerte lamentación, no encontrará aquella acción,
que reactive tu unción, que potencie tu oración,
que implique una bendición, en esa gran perdición,
misericordia y misión, no más auto compasión.
Del dolor a la esperanza, del lamento a la confianza,
de la queja a la templanza, del sollozo a lontananza,
que tu llanto es una tumba, que tu pena es maldición,
pues tu palabra retumba, se abre a la resurrección.
Hay una tristeza, que viene de Dios,
y que mueve a la conversión,
a ser más humildes, con Dios,
a ser más activos, con Dios.
Y así se abrirán esas puertas,
y esas cadenas se romperán,
tus ilusiones no están muertas,
y tus esfuerzos florecerán.

No hay soluciones mágicas

Lo que un pastor destruyó en muchos años,
otro no lo puede reparar en dos meses,
y que el otro generó aquellos daños,
el nuevo no podrá solucionar en dos meses.
Mágicamente no se hacen las cosas,
no por “pedirlo”, se concretarán,
humanamente, sí se hacen las cosas,
hay que “decirlo”, y se construirán.
No nos desgastemos en llantos, por nuestro pecado, omisión,
unámonos en salmos y cantos, y renovemos nuestra unción.
Que el bautismo es cosa seria,
es compromiso en la acción,
es profetismo en la selva,
es sacerdocio en prisión,
es realeza que devuelva,
la sagrada y fiel misión.
No hay mágicas soluciones,
en la Iglesia del Señor,
hay dolor y conversiones,
del pecador, a su Amor.
No hay mágicas soluciones,
a esa iglesia dominante,
hay camino y bendiciones,
en su Iglesia dialogante.

La tinta de los tatuajes

La tinta de tus tatuajes,
encierra un peligro alto,
níquel, cromo y cobalto,
son tóxicos inyectados,
en tu piel y sin resalto,
son venenos empleados.
Son tus linfáticos ganglios, con colores incrustados,
son tus defensivos ganglios, con metales atrapados,
son tus escudos de ganglios, por la tinta, destrozados.
La tinta tiene impurezas, cuchillas de manganeso,
dinamita de titanio, y dióxido de retroceso,
te enfermarán, en un año, del tatuaje, a tu deceso.
El negro tiene carburos, aromáticos policíclicos,
dona cáncer a tus muros, sus destrozos son altísimos.
Tus células y tu epidermis,
tu dermis y tu hipodermis,
se alterará, y morirá,
tu cadáver tatuará.
Y así, les privaron de su sanidad,
y así se olvidaron de su dignidad,
y así se tatuaron esa enfermedad,
y así se afearon vuestra identidad.

Tengo un deseo de cielo

Tengo un deseo de cielo, del cielo de Jesucristo,
que nos prometió su cielo, una morada, e insisto,
que mi habitación es cielo, y en esta tierra, resisto,
la era del frío hielo, del crudo materialismo.
Mi cielo es el de Jesús, que está abierto para todos,
allí veremos su luz, y su verdad, de mil modos.
Es la fiesta de alabanza, es un eterno carrete,
donde el cantar no te cansa, donde el dolor no se mete,
donde bailar es la danza, de amor de todo valiente,
que amó en total semejanza, de su Padre fiel presente.
Retornaremos a Dios, desde donde hemos salido,
no habrá el terror de la hoz, pues todo está redimido.
El buen pastor nos presenta, al dueño de inmensa mies,
y entre todos nos acerca, a la ternura del juez,
de misericordia atenta, su ternura es el poder.
Entre personas distintas, muy diferentes ovejas,
amaremos nuestras pintas, y no veremos más rejas.
y todas las diferencias, serán como bellos trajes,
ya no habrán indiferencias, bebiendo buenos brebajes,
de amor y paz, y sus ciencias, ya no usaremos disfraces.
El cielo comienza hoy día, en esta celebración, para todos extendida,
por nuestra liberación, en bella resurrección, por el Señor ofrecida.
Gozo y felicidad, infinita y trascendente,
y una auténtica hermandad, de un cielo muy diferente.

El cielo es así

Aquí vienen los distintos, los dispares y diversos,
se acercan los diferentes, desiguales y contentos,
vienen llegando los plenos, de un mundo heterogéneo,
son variados y dispersos, flamantes, bellos inventos.

Originales, variados, múltiples y llamativos,
singulares, muy altivos, innovadores, creativos,
seres humanos marcados, con signos tan variopintos,
felices, entusiasmados, insólitos, bien surtidos.

Viene la diversidad al cielo, desde un mundo tan diverso,
llegó la pluralidad al cielo, desde el más hermoso verso,
heterogeneidad en el cielo, con su corazón converso,
multiplicidad en el cielo, y paz en el universo.

No han llegado hasta aquí, ni grises uniformados,
ni los robot programados, ni fariseos angustiados,
ni aparentes auto salvados, ni fanáticos consternados,
ni “dioses” atormentados, ni “copias” de liberados.

Llegaron hasta las puertas, y no quisieron entrar,
llegaron historias muertas, sin querer resucitar.
A este cielo no entra nadie, que no haya aprendido a amar,
ni a servir, ni a perdonar, ni a vivir sin condenar.

¿Un reino o el cielo?

Un gay abrazando a un opus dei,
y un esclavo de la mano con su rey,
un muerto que acaricia a su sicario,
y el mendigo que perdona al millonario.

Una víctima que ama a su verdugo,
y un jefe que promueve a su empleado,
y oponentes que comparten un mendrugo,
muy alegres, porque ya se han perdonado.

El blanco con el negro de la mano,
alegres, al tratarse como hermano,
y el rico con su amigo más cercano,
ese pobre, del que siempre se ha alejado.

El clasista que comparte con distintos,
y el cientista que se abre al ser humano,
y el pastor que exorciza los recintos,
donde ya se prohíbe ser hermano.

Sexualidades diversas, familias muy diferentes,
fanaticadas conversas, de paz y bien, emergentes,
celebraciones eternas, de vidas ultra concientes,
fogatas en las cavernas, y sueños muy trascendentes.

Inexplicablemente

Es un enorme salto,
que nadie puede explicar,
que Dios es un tierno padre,
yo lo pude vivenciar.

Nadie me ha contado cuentos,
ni he sido ingenuo infeliz,
él me levantó del polvo,
me donó su aliento feliz.

Y así camino en la calle,
avanzando al buen final,
sin méritos de mi parte,
sólo por su santidad.

No te lo puedo explicar,
que me animó en mi existir,
lo puedo comunicar,
con su amor, puedo vivir.

Inexplicablemente,
amorosamente,
misericordiosamente,
y muy concretamente.

Los machos en la noche oscura.

En esa oscura noche, los dos machos decidieron,
que ese niño “se hiciera hombre”, con esa pobre mujer,
por eso, en la oscura noche, los machos se enardecieron,
cuando el niño se negó, aferrándose a su asiento, y no lo pudieron mover.
Los dos victimarios son dos guapos y exitosos, que tienen muchas mujeres,
no les importa nada, ya se saben imponer, en la selva, del dinero y del poder.
Las dos víctimas de esa noche, son la mujer y el niño,
ella es sencilla empleada, que sufre en la capital, es “carne” para los buitres,
no se sabe defender, pues siempre “obedece al que le da de comer”.
El niño de trece años, tiene mil sueños en mente,
sabe que no es el camino, que luchará para ser.
No hay triunfo para los machos,
en esa noche inaudita,
no pudieron esos machos,
contra una fuerza bendita.
¿Qué pasa en las noches siguientes,
con los frenéticos machos?
¿Seguirán en sus andanzas,
“iniciáticas” de machos?
¿Alguien se opondrá a sus manos,
poderosas e insistentes?
¿Alguien les dirá que sí,
alguien les dirá que no?

Machismo antiguo y moderno

El machismo antiguo ampara, a crueles depredadores,
que abusan, sin dar la cara, de auténticos violadores.
Tienen hijos en el norte,
en el centro y en el sur,
cuentan con una inmensa corte,
de mujeres, sin albur.
Como él se siente potente,
se cree un ser superior,
y se esconde entre la gente,
para proteger su ardor.

El machismo moderno actúa, guardando las apariencias,
sus brazos, como una grúa, embruja, sin estridencias.
Quieren ser muy buenos padres,
ser cercanos a sus hijos,
que tienen con muchas madres,
sin resolver acertijos.
Como se sienten bacanes,
se fingen igualitarios,
disfrutando sus volcanes,
y sus mejores salarios.

La niña llamada princesa

La niña se fue a la Misa, de la mano de su padre,
feliz caminó a la Misa, enferma quedó su madre.

Tiene cuatro años la princesa, que canta con entusiasmo,
la liturgia le interesa, no tiene ningún espasmo.

Escucha atentamente, disfruta en todo momento,
celebra, de cuerpo y mente, participa, sin lamento.

Cuando llega a su casita, fue directo a su mamá,
“no te preocupes mamita, por ti, yo voy a rezar”.
Le ha tomado sus manos, con un amor inaudito,
la oración de los hermanos, dijo entera, suavecito.

Mi amor, ¿dónde ha aprendido?, el Padre Nuestro completo,
“en la Iglesia lo aprendí”, que sanes hoy, es un hecho.

La madre quedó extasiada, como flotando en el cielo,
por su hijita fue sanada, quien le donó fiel consuelo.

Fe pequeña de la niña, que hizo buena aplicación,
fue en su familia y su viña, una genial bendición.
Y el Padre Nuestro se enseña, en plena comunidad,
no por costumbre se reza, sino que en paz y humildad.

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