¿No más diáconos hasta que haya diaconisas?

Autor: Cameron Doody

Propuesta de la Iglesia irlandesa

«¿No se podría reconocer un diaconado ‘de todos los fieles’, como ya se reconoce su ‘sacerdocio’?»

 ¿Qué pensar respecto a la propuesta, muy discutida en internet desde que se hizo el mes pasado, de que las diócesis irlandesas pongan pausa a la ordenación de nuevos diáconos permanentes hasta que el Papa decida sobre la posible reintroducción de las diaconisas?

 

(Servir en las periferias ya ha presentado en la web la traducción de los dos comunicados)

Un «diaconado de todos los fieles»

Cierto es que, como observa Donovan, «el diaconado permanente excluye a las mujeres», y que introducirlo en un país que en su mayor parte no ha contado con la aportación de estos clérigos desde la reinstitución de este ministerio tras el Vaticano II -y tanto «sin las mujeres»- «extendería el patriarcado en la archidiócesis».

Pero, ¿de verdad se debe plantear la moratoria propuesta sobre los nuevos diáconos desde el deseo de obtener más «estatus y poder» en la Iglesia para las mujeres? O dicho de otra forma: ¿de verdad se conseguiría, por fin, lo que Donovan califica como la «originalidad del Evangelio» -un «ministerio de iguales entre iguales»- abriendo el diaconado permanente a ellas también?

No discuto que un ministerio de diaconisas no introduzca «otra capa masculina y clerical al ministerio», que no represente «una falta de sensibilidad» o «respeto» hacia las mujeres, o que no sea «contraproducente» en el momento actual. Son cosas todas que me parecen obvias. Tanto en un contexto donde el diaconado permanente esté a punto de ser introducido, como es el caso de Irlanda, o contextos donde tiene pleno arraigo.

Mi pregunta es otra: si el diaconado ha sido, en cualquier grado, el responsable de haber hecho de la Iglesia un «patriarcado» -«masculino» y «clerical», donde no se extiende a las mujeres la dignidad que ostentan en cuanto hijas de Dios- ¿es realmente necesario que el diaconado siga existiendo en cualquier forma -masculina o femenina- en la Iglesia?

¿Qué sucedería si se aboliera en su totalidad y se empezara algo nuevo? ¿Algo «original», esta etiqueta que Donovan aplica de forma tan perspicaz al Evangelio de Jesús? No habría por qué que perdiera el nombre, tan evocativo del servicio abnegado, desinteresado y altruista que el mismo Jesús fue el primero en prestar. No: quizás sería suficiente reconocer, en nuestras teologías y ecclesiologías, el «diaconado» de todos los fieles, tal y como ya se reconoce el «sacerdocio» de los mismos (1 Ped. 2.9; Rev. 5.10).

 

Tomado de: http://www.periodistadigital.com

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