Mujer y familia. ¿Qué dicen las esposas de los diáconos permanentes?

Escrito por Montserrat Martínez

Desde que el diaconado fue restaurado, en el Concilio Vaticano II, como grado permanente del sacramento del orden en la Iglesia católica de rito latino, con la posibilidad de ser conferido a hombres casados, miles de mujeres de todo el mundo han acompañado el proceso de formación hacia el diaconado, y posteriormente el ministerio diaconal de sus esposos. Así, la vocación diaconal del marido ha pasado a ser una opción de vida compartida por los esposos.
Como miembro de la Junta Directiva del Centro Internacional del Diaconado, en calidad de representante de las esposas de los diáconos, tengo la oportunidad de ver distintas realidades del diaconado en el mundo y, consecuentemente, conocer cómo las esposas de los diáconos viven la experiencia de compartir el ministerio diaconal de sus esposos, con los gozos y dificultades  que ello comporta.
En este artículo me refiero a algunos comentarios de esposas de diáconos surgidos en Encuentros en los que se compartieron, en los últimos meses, experiencias con esposas de tres puntos muy distintos de la geografía mundial: Italia, Cuba y Hong Kong. Seguidamente  expongo algunos puntos comunes en relación a las experiencias de las esposas.
– En Italia, en agosto de 2013, en el XXIV Encuentro Nacional de la Comunità del Diaconato en Italia, celebrado en Nápoles, las esposas de diáconos allí presentes pusieron de relieve muchas de las dificultades con que se encuentran: falta de tiempo del esposo para atender los compromisos familiares, sentimiento de soledad por parte de la esposa, poco diálogo con los hijos; dificultad por parte de la esposa en compartir la misión diaconal del marido, con la referencia concreta a la situación en que el diácono esté adscrito a una parroquia lejana. Expuestas las dificultades, también se manifestaron puntos positivos, en relación al mayor compromiso de vida cristiana juntos y a la vida de oración. Fue objeto de un rico debate la pregunta sobre cuál es la especificidad de ser esposa de diácono y cuál es el significado y las implicaciones del consentimiento dado por la esposa para la ordenación diaconal del marido, de manera que su vida matrimonial sea realmente una opción compartida de servicio cristiano.
– En Cuba, en octubre de 2014, en el XVII Encuentro de diáconos y esposas cubanos, en la reunión de las esposas, se hizo hincapié en la necesidad de facilitar medios de transporte y económicos a los diáconos para poder llevar a cabo su misión; también se insistió en la necesidad de proveer de formación adecuada a las esposas y a los hijos, especialmente en los aspectos psicológico y espiritual. Se comunicaron varias experiencias diaconales vividas por los esposos, que evidenciaban el acompañamiento generoso y constante de las esposas: en la familia, en la oración, teniendo todo a punto para el ministerio del esposo, en la catequesis, en la acogida de la gente del barrio, que tienen muchas veces grandes necesidades materiales y espirituales, en la casa-misión. Pudimos, pues, constatar que el diácono y su esposa son verdaderas  parejas diaconales; así y todo, a veces la esposa no puede acompañar al marido por distintas circunstancias (padres mayores y enfermos, hijos pequeños, carencias económicas), pero siempre existe este acompañamiento desde el apoyo del corazón y la oración.
– En Hong Kong, en noviembre de 2014, en un Encuentro diocesano de diáconos y esposas, en la reunión de las esposas, éstas pusieron de manifiesto cómo, a través del diálogo, habían ido descubriendo la riqueza que supone el vivir la gracia del diaconado en el seno del matrimonio y en la familia y cómo el sí dado en el momento de su matrimonio había ido dando sentido al consentimiento otorgado para la ordenación del esposo; ahora valoraban más la relación entre ambos sacramentos y su papel de esposas de diáconos. Insistieron en la cuestión de cómo podían ayudar a sus maridos, diáconos, en ser imagen de Cristo en la Iglesia, especialmente al lado de los pobres.
Como elementos comunes en todos estos diálogos con las esposas de los diáconos, sobresalen los siguientes: la esposa del diácono considera el ministerio diaconal del esposo como una gracia de Dios para ellos dos, para la familia y para la Iglesia; la dificultad de armonizar las necesidades familiares, ministeriales y laborales del esposo requiere gran esfuerzo, generosidad y diálogo constante por parte de los cónyuges, para encontrar un equilibrio entre estos ámbitos; en los casos de desequilibrio, siempre hay que tener en cuenta que el sacramento del matrimonio es recibido con anterioridad al del orden por parte del esposo y que, por tanto, el compromiso con la esposa y la familia es prioritario; es creciente la autocomprensión de la esposa como esposa de diácono, la valoración de su rol y su espiritualidad específica, para ser así apoyo decidido del esposo en su misión de ser puente entre la sociedad y la jerarquía; en la oración y la participación en la Eucaristía juntos, los esposos encuentran la fuerza del Espíritu Santo para ir actualizando su sí a Cristo y a la Iglesia.
Podemos concluir  diciendo que, en general, las esposas de los diáconos valoran positivamente el hecho de que su esposo sea diácono, reciben el don de la gracia de Dios con agradecimiento y compromiso, les acompañan con amor y generosidad, aunque se encuentran también con dificultades, de las cuales surgen retos y propuestas.
Las historias de cada esposa, de cada matrimonio y de cada familia son distintas, pero, al compartirlas, el sentimiento es el de estar en comunión con ellas; todos estos matrimonios viven en lugares distintos, a menudo muy alejados unos de otros, con circunstancias sociales, religiosas y políticas muy diferentes, pero con un compromiso eclesial muy fuerte en relación al diaconado del marido, con un alto grado de vocación de servicio.
En definitiva, todas las experiencias compartidas con esposas de diáconos son expresión del amor y el servicio en una Iglesia que es universal. Los diáconos permanentes casados y sus esposas son testigos del amor de Cristo en la Iglesia y en el mundo; son agentes, con un carisma específico, de la evangelización.

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