Mons. Marino llamó a fortalecer el ministerio de los diáconos permanentes

Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA): “En medio de la Iglesia local, los diáconos deben ser una viva imagen de Cristo Servidor, rostro de su misericordia y de la vocación de la Iglesia al servicio del plan de salvación”, pidió el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, al felicitar a los diáconos en ocasión de la fiesta de su patrono, San Lorenzo mártir. “Además de un descubrimiento más realista de los ámbitos de acción, todavía no del todo explorados, debe también crecer la conciencia en la comunidad diocesana acerca del significado de este servicio eclesial, del que esperamos preciosos resultados. Es tarea de todos”, sostuvo.

Mensaj de monseñor Antonio Marino, obispo de Mar del Plata, con motivo del Día del Diácono (10 de agosto de 2015)

Queridos diáconos:
Con ocasión de la fiesta de San Lorenzo, patrono de los diáconos, les dirijo este breve mensaje de aliento y felicitación.
Como obispo de Mar del Plata, me siento contento al comprobar los frutos del ministerio que la Iglesia les ha confiado y que con dignidad y entusiasmo ejercen en los lugares asignados.
Esta experiencia de un diaconado permanente, que el último Concilio ha restaurado en la Iglesia latina, recuperando la más antigua tradición, debe seguir fortaleciéndose. Además de un descubrimiento más realista de los ámbitos de acción, todavía no del todo explorados, debe también crecer la conciencia en la comunidad diocesana acerca del significado de este servicio eclesial, del que esperamos preciosos resultados. Es tarea de todos.
Al formar parte de la Comisión Permanente del Episcopado, por segundo período, me resulta imposible celebrar con ustedes la Eucaristía en este día como sería mi gusto. Por la distancia, la reunión episcopal impide mi participación en la fiesta.
Me hago presente con el recuerdo en la Santa Misa y con mi afecto hacia ustedes que en virtud de la ordenación han adquirido un estrecho vínculo conmigo.
Además de la formación inicial, deseo recordarles la necesidad de una formación permanente en el triple servicio de la Palabra, de los sacramentos y la liturgia, y de la caridad. En este punto debe darse un equilibrio entre la responsabilidad diocesana y la personal de cada diácono.
En medio de la Iglesia local, los diáconos deben ser una viva imagen de Cristo Servidor, rostro de su misericordia y de la vocación de la Iglesia al servicio del plan de salvación.
Una antigua tradición cuenta que luego del martirio del Papa Sixto en el siglo III, el prefecto de Roma le exigió a San Lorenzo que le entregara los bienes y tesoros de la Iglesia. El santo, que había sido su diácono y administrador de los bienes de la Iglesia, se tomó tres días y convocó a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba. “Estos son los tesoros de la Iglesia”. Murió mártir.
Tomemos esto como un símbolo de nuestra vocación de Iglesia misericordiosa y en salida.
Con mi cordial bendición.
Mons. Antonio Marino, obispo de Mar del Plata

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