Ministerio de los diáconos en favor de la caridad y la justicia

Diác. Gonzalo Eguía
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de abril de 2017

Ministerio de los diáconos en favor de la caridad y la justicia



A no ser que hubiera una novedad que exigiera ser tratada, presentamos en esta y en próximas editoriales unas breves reflexiones sobre las funciones del ministerio diaconal. Pretendemos contemplar las funciones desde la vivencia cotidiana del ministerio de un diácono, desde sus ojos, sus manos y su experiencia. En esta ocasión trataremos sobre las funciones en favor de la caridad y la justicia.

Cuando se escucha hablar del ministerio de la caridad de los diáconos, automáticamente  se suele referir a aquellas acciones eclesiales en favor de los más desfavorecidos; y así es, toda la documentación del magisterio de la Iglesia pone de relieve este aspecto peculiar y específico  del ministerio diaconal, llegando a afirmar que el «munus regendi» lo ejerce el diácono “en la dedicación a las obras de caridad y de asistencia, y en la animación de comunidades o sectores de la vida eclesial, especialmente en lo que concierne a la caridad. Este es el ministerio más característico del diácono” (Ratio nº 9).

Pero el diácono no realiza únicamente su ministerio en las horas dedicadas a la pastoral social, sería una visión muy reduccionista de este servicio.  El diácono es diácono las veinticuatro horas del día. En todo momento es un ministro enviado por el Señor y su Iglesia. Hoy nos gustaría destacar, en relación con este ministerio, la condición de esposos, padres de familia y trabajadores de la mayoría de los diáconos, también de su papel como ciudadanos y como ministros ordenados.

En su condición de diácono casado, el servicio a la caridad comienza en la propia familia; se trata de estar junto a la esposa disponibles y prontos para servir en el hogar. Descubrir en su iglesia doméstica la Buena Noticia de Jesús resucitado, presente en medio de ellos. En este sentido, un lugar especial es el de la educación en la caridad y la justicia dentro del núcleo familiar, donde el testimonio personal y conyugal es fundamental. Reconocer juntos que la propia vida es un regalo de Dios en favor de los demás, especialmente de aquellos a quienes vivir se les hace difícil y duro. Construir un proyecto familiar compartido, en el que se pueda vivir con un corazón abierto y solidario, facilitando el reconocimiento del valor de la donación de la propia vida, a través del proyecto personal, vocacional y profesional de cada uno. La familia es el primer lugar del ministerio a la caridad del diácono. Es, además, fuente del compromiso social y caritativo de cada miembro de la familia, también del diácono esposo y padre, y como miembro de una familia también del diácono célibe.

En su condición de trabajador, el diácono tiene un ámbito privilegiado para el desarrollo de su ministerio en favor de la caridad y la justicia. Junto a sus compañeros y compañeras promueve el descubrimiento del trabajo como un medio para colaborar en la obra creadora de Dios. En este sentido, son determinantes los esfuerzos por la dignidad de las condiciones laborales de los trabajadores, el apoyo a las personas que no tienen reconocidos sus derechos en este campo, de forma especial quienes pasan por el duro momento del desempleo y en no pocas ocasiones por la exclusión social que esta situación suele generar.

El diácono es además un ciudadano, y como tal, sujeto de derechos y obligaciones sociales. Tanto en el nivel personal como en el comunitario, esta condición de ciudadano no es baladí; el diácono es invitado a vivirla siguiendo las orientaciones de la moral social de la Iglesia en sus opciones políticas, económicas, sociales…  El diácono no disocia su condición de ministro ordenado y de ciudadano, desarrolla por tanto su dimensión política (bien común) de acuerdo al proyecto de Jesucristo, aportando su granito de arena en la construcción del Reino de Dios, con una mirada especial a las situaciones de debilidad humana, de marginación o exclusión del tipo que sea, con el objetivo de ayudar al caído, posibilitar la recuperación de su dignidad de hijo o hija de Dios, y promover un orden social más justo, solidario y fraterno..

En todos los ámbitos señalados hasta ahora, el diácono tiene un reto específico en el ministerio de la caridad, el servicio en pro de la dignidad de la mujer y sus derechos.

Por último, nos gustaría señalar la condición de ministro ordenado. En ocasiones se suele olvidar la invitación que el «Directorio para el ministerio y la vida de los diáconos permanentes» hace en su número 55: «El diácono recuerde, además, que la diaconía de la caridad conduce necesariamente a promover la comunión al interno de la Iglesia particular. La caridad es, en efecto, el alma de la comunión eclesial. Favorezca, por tanto, con empeño la fraternidad, la cooperación con los presbíteros y la sincera comunión con el obispo».  Sí, solemos olvidar que comunión eclesial, fraternidad diaconal, cooperación con los presbíteros y comunión con el obispo,  están en íntima unión con la diaconía de la caridad. Se ejerce el ministerio de la caridad también cuando se promueve la comunión, o cuando se camina junto a los hermanos diáconos, presbíteros, de manera especial junto al obispo: apoyando, cuidando, discerniendo, corrigiendo, aportando…

El Informativo presenta las palabras que el Papa Francisco dirigió a los diáconos de la diócesis de Milán el pasado domingo, en las que exponía los peligros a los que estos se pueden enfrentar: el clericalismo y el funcionalismo. El Papa animaba a los diáconos a ser los «custodios del servicio en la Iglesia”. Se recoge también las palabras del pontífice al semanario alemán «Die Ziet», en el que expone que el celibato «opcional» para los sacerdotes católicos «no es una solución» a la crisis de vocaciones, pero admite reforzar el papel de los hombres casados en este campo.

En esta nueva edición, Servir en las periferias nos recuerda las efemérides que, en relación con el diaconado, tendrán lugar este año 2017:  quincuagésimo aniversario del  Motu Propio del Papa Pablo VI  «Sacrum Diaconatus Ordinem»,  cuadragésimo quinto  aniversario de la Carta Apostólica «Ad Pascendum», y el decimoquinto aniversario del documento de la Comisión Teológica Internacional «El diaconado: Evolución y perspectivas».

En el contexto latinoamericano se aporta un resumen del Encuentro Latinoamericano de Obispos Presidentes de Comisiones de Vocaciones y Ministerios del Continente, promovido por el  CELAM y llevado a cabo entre el 13 y 17 de marzo. El Objetivo del Encuentro era el de construir itinerarios de formación comunes para los diferentes estados de vida dentro de la Iglesia, que sirvan como apoyo y refuerzo a los procesos formativos existentes en cada vocación y etapa formativa. En representación del ministerio diaconal, estuvieron presentes el diácono argentino José Espinós (Argentina), y el sacerdote dominico Fray José Gabriel Mesa Angulo (Colombia).

En el nivel nacional destacan dos noticias: brasileña y mexicana. La primera tiene que ver con la reunión del Consejo Consultivo de la CND realizada entre los días 17 y 18 de marzo en la ciudad de San Leopoldo, RS (Brasil). La principal aportación de la reunión es la nueva propuesta de Estatutos de la CND que será presentada en la Asamblea General No Electiva de la CND a desarrollar en el Centro de Espiritualidad Redentorista de Aparecida. SP.  La segunda, mexicana, es a su vez doble, por un lado, las palabras que Monseñor Felipe Arizmendi (obispo de San Cristóbal de Las Casas, México) tras el XXVIII Encuentro Diocesano de Diáconos Permanentes: «Diáconos para la reconciliación»; por otro, la referencia al Curso de Diplomado en Teología del Diaconado 2017, promovido por el CEBITEPAL en la diócesis de Cuernavaca.

En el apartado de publicaciones se hacen dos reseñas, la primera en relación con la Iglesia en los Estados Unidos sobre el libro  “Catholic Parishes of the 21st Century”(Parroquias católicas del siglo XXI”), investigación del CARA de la  Universidad de Georgetown (EEUU).  Los autores señalan los grandes retos de la situación eclesial actual y reconocen la importancia del discernimiento del papel que deben jugar los 18.000 diáconos permanentes estadounidenses en la misma. La segunda es del libro “Solo hace falta ser humilde: Guía con 22 sugerencias para el mundo del trabajo y para la convivencia social”, del diácono madrileño Jaime Noguera, que tiene una amplia experiencia directiva en varias empresas.

En el capítulo de «Espiritualidad» se ofrece un guión de Montserrat Martínez, «Reflexión y plegaria”, para poder utilizarse con esposas de candidatos al diaconado en los ejercicios espirituales que estos realizan en el momento previo a la ordenación.

Con este número 25 de nuestro Informativo, estrenamos el tercer año ofreciendo este servicio en favor del diaconado Iberoamericano. Una buena ocasión para renovar nuestra solicitud de colaboración enviando noticias, artículos… Como ya os dijimos el mes pasado, una forma sencilla puede ser en las secciones “Conoce al diácono…”, “Conoce la escuela diaconal…”, y “Retazos históricos del diaconado en…”. Del mismo modo volvemos a solicitar vuestra colaboración económica para el mantenimiento de este proyecto; lo podéis hacer a través del link de nuestra web “Colaboración económica”.

 

Hoy, dentro de dos semanas, las seguidoras y seguidores de Jesús estaremos celebrando el misterio central de nuestra fe, su muerte y resurrección. Quienes hacemos este proyecto informativo deseamos haceros llegar nuestra más sincera felicitación pascual. Que el resucitado nos ayude a ser promotores de su Vida en medio de las periferias existenciales de nuestro mundo. ¡Feliz Pascua!

En nombre del Equipo de Redacción y Coordinación, un fraternal abrazo.
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